dimanche 27 décembre 2009

POESIA ECUATORIANA DE FIN DE SIGLO XX

9 de los 90
Por Ramiro Oviedo*

La lengua es un artefacto testarudo, un avión con propulsión a chorro o un burrito plomo que se obstina en contar la relación del poeta con el mundo, en volvérnoslo presente en su ausencia, informando y deformando para revelar lo que pasa en las sienes o en las tripas.

Sin escamotear el peliagudo zigzag de la realidad, yéndose de coles a nabos o pidiéndole a veces peras al olmo, cada quien quiere afirmar una escritura, ya manipulando imágenes reales o imaginarias, ya subiéndose al árbol del humor, de la ironía, de la alegoría, de la levedad o del desbocamiento arrollador. Los “diez poetas de los noventa nacidos en los 60” –unos más vanguardistas y trasgresores, otros más anacrónicos- , hacen en esta antología el balance de un período de su itinerario vital, el mismo que desemboca en constatación, declaración, lamento metafísico, aullido, rictus sarcástico, según el caso.

La relación que logra establecerse con la realidad transmutada, con sus ambigüedades y sus deformaciones – síntoma de conflicto-, las maneras de conducir al lector a descubrir un mundo común y más o menos cuadrado, que es el de todos, transformado gracias al poder transportador del lenguaje en un mundo añadido, terminarán configurando la huella escritural de este grupo.

¿Qué pueden, específicamente, tener en común estos diez poetas, que a lo mejor no se conocen, ni se escriben, ni se han visto nunca ni en pelea de perros, y que van a darse manos a boca en una cita virtual, por voluntad de K-Oz ?

Valga como respuesta mi respeto a la palabra y mi complicidad con el trabajo de la gente que tiene memoria y que no quiere que nadie la pierda. Comparto con estos poetas las mismas incertidumbres, las mismas crisis, las mismas preguntas, y con los editores las mismas inquietudes respecto a la selección, difusión y sistematización de la producción poética de nuestro país. Entonces vamos, pero, como decía mi abuelo, primero las damas.

Primero las damas

Con este título nos situamos, para evitar interpretaciones erróneas, fuera de toda intención sexista o desarticuladora de una producción concreta en un tiempo dado. Tampoco se intenta romper el tiempo de la historia que es el mismo para todos. Simplemente, los textos de Margarita Lasso y de Maria Fernanda Espinosa huelen a mujer desde lejos y por los cuatro puntos cardinales, y eso no tiene nada de reprochable. Contrariando la idea de que la poesía no tiene sexo, el ADN de ésta es flagrantemente femenino, y ese es el posicionamiento del yo, cuando habla -la primera- de la selva nacional encarnada en una mujer mítica, y -la segunda-, de focas exterminadas, de serpientes y ratones, o de un puerto gringo tragándose el mundo, y en esa perspectiva, hay que separarlos del resto, como en los colegios de monjas de los años sesenta. Aquí la poesía es hembra, y punto.


María Fernanda Espinosa

Aunque compartan a veces registros de escritura afines con la del resto de materiales, el quid de estos textos es su respiración XX. Textos-hembra, en los que Maria. Fernanda, por ejemplo, se muestra experta en ecología, tierna, sensible, solidaria, grata, capaz de leer la selva y a una mujer en osmosis con ella, o en los que Margarita se vuelve más foca que la foca (víctima) y más ofidio que el ofidio (asesino), o sea salvaje a carta cabal, en un mundo de machos.

Lo bestial y profundamente humano de Margarita, en el circo del mundo, inundado de machos depredadores, de hembras que no les van a la zaga y de espacios urbanos castradores, sustenta la violencia asumida por el lenguaje, en franco contraste de ambientación y de tono con el texto de Maria. Fernanda, que transforma la elegía en croquis de un espacio telúrico-cultural que hay que preservar. Las relaciones: hembra-macho y naturaleza-cultura, respectivamente tratadas, de manera alegórica y con un rico estrato simbólico, terminan abriendo el debate sobre cuestiones éticas, ecológicas y antropológicas, que atañen a nuestra contemporaneidad.

Lasso, desde un palco universal, enriquece el bestiario invirtiendo los códigos, animalizando al homo sapiens, o haciéndolo adoptar la impotencia de unos o el poder totalitario de otros, en este caso, lo inhumano de la víctima y del verdugo. La frontera entre unos y otros se borra y todos terminamos en un mundo de bestias ambiguas ya sometidas, ya dominadoras. A la violencia del mundo, Lasso responde con la violencia del gesto, matizado por la ironía. La voz poética acaba al final salvándose por sí misma. Espinosa, por su parte, que parece sentada en la cima de un árbol amazónico, con una reserva lírica de chorrera traza el retrato de una mujer total, como recurso para rescatar el potencial simbólico de la fauna y de la flora amazónicas y, a la vez, como bote salvavidas del hombre. Aquí, la voz poética espera materializar la herencia de otra mujer para salvarse.


Margarita Laso

La elección espacial del oriente ecuatoriano (María Fernanda) y del Ártico, o de un departamento con vocación de circo en cualquier barrio quiteño, o de South Seaporton ( Margarita), no es inocente; el carácter aparentemente neutro del lenguaje en el último poema, texto crudo que funda el frío, y que alude a la soledad y al descalabro de la modernidad, se equipara - por contraste- a la "maternidad" frugal del léxico de Espinosa, que se empeña en inventariar las bondades de la naturaleza y de la mujer que conoce sus códigos, vista esta última como un elemento más de la tierra sabia y generosa, aunque el sesgo socio-económico brille por su ausencia.

El tono y la ambientación en ambos textos son diametralmente opuestos, y el sustrato poético se sustenta en el juego de oposiciones, tratadas con golpes certeros y contundentes por parte de Lasso, y mediante la acumulación y la progresión por parte de María Fernanda, que refinadamente camufla la pluralidad semántica, llegando a abordar, incluso, la crítica literaria, cuando pide a Matilde, que en paz descanse, "habla con los pájaros/ para que recobren el silencio / y puedan parir /planta musgo y líquenes / en las acequias estériles del páramo..", lo que equivale más o menos al "¿por qué no te callas?” del gil Juan Carlos, pero ya no dirigiéndose a Chávez sino al 90 % de poetas ecuatorianos que -parece- deberían callarse para preservar la capa de ozono de la literatura nacional.

El animal poético de cada texto no está en duda. Cantar a la selva, mostrarnos los colmillos del macho o exhibirnos la foto del fin del mundo en un puerto posmoderno es casi lo mismo. La muerte o la amenaza del el fin es el hilo conductor en ambos casos, y ante ellos el único que resulta ileso es el poeta. Lasso le pone una bomba y Espinosa adopta a Matilde y a la selva como armadura.

2+5=7

Mario Campaña

Los siete poetas restantes nacidos a partir de los 60 (porque del octavo me eximo de hablar puesto que nació en el 59 ), privilegian la memoria privada a la memoria colectiva -cada uno a su modo-, disecan su propia experiencia, a veces con una solemnidad que huele a exceso de buenas intenciones, otras veces con una ironía imperceptible o estridente, pero siempre descuartizadora. Todos privilegian el espacio de reflexión que instaura el poema e intentan dinamitar la realidad con guante blanco, a punte garrote y, a veces, lo que es inusual o fuera de moda, derrotándose antes de tiempo. Esta zona de reflexión es propuesta al lector como una confesión escrutadora para matar la inercia y destruir el estatuto parasitario del ser pasivo, incapaz de tener una cita de diez minutos consigo mismo. El diálogo secreto que se instaura entre el texto y el lector delinea el desplazamiento de referencias implícitas o no, dejándole a éste la posibilidad de atrapar las significaciones inéditas. Así, entre las tendencias o vertientes recurrentes en varios autores, emergen con nitidez el descalabro de la modernidad, la fragmentación y los tatuajes del desarraigo, el poema pensándose a sí mismo, su génesis y su incierta resonancia, la circularidad de la historia, la conciliación imposible entre pasado-presente, entre naturaleza y cultura, y el manido desencuentro del hombre con el mundo.

METATEXTUALIDAD, FRAGMENTACION Y DESDOBLAMIENTO

Son recurrentes los signos metatextuales que “piensan” el lenguaje en el quehacer propio y ajeno, que lo evalúan como médium y como herramienta para trascender socialmente al óxido del tiempo o para marcar distancias y rupturas. Este remanente se proyecta como el rasgo novedoso y definidor de este grupo que se asume no sólo como autor de textos sino también como lector.


Vicente Robalino

¿Qué rol juegan la memoria del ojo y de la lengua en la aventura épica del poeta -dios precario-, escrutando el espacio cotidiano y el peso del lenguaje para construir el mundo trascendente del poema, única trinchera que puede vencer la soledad y la amnesia? Robalino es enfático: “Deletreaba para él cada mañana/ igual que Dios en el Génesis)/ los extraños nombres de las cosas:/silla/lámpara/velador/espejo.../” Este espacio dual, incierto y ambiguo, de desencuentro, de claroscuros que dejan de serlo lentamente mientras la página va quedándose encinta sólo cuando el poeta puede "reconocer la ronca voz de la lluvia/ el rumor que en la oscuridad/ habían dejado las palabras”, registra la escisión del ser que ve el texto meditando su propia fragmentación, creciendo como esfinge que le convierte en interlocutor privilegiado, absorbido por la potencia de la meditación y la búsqueda de respuestas. El diálogo silencioso entre el poeta y el texto y en el que ambos parecen jugarse la vida se cierra con el imperio de las palabras pudriéndose en el aire, y configurando la inutilidad de la poesía, la soledad del poeta en un mundo en que el lector ha sido asesinado. Escribir es ponerse entre paréntesis, ser médium y vidente exige la anulación transitoria del yo, fakir expuesto a contorsiones y desdoblamientos que, en un requiebro de arrogancia, quiere saldar un hermetismo con otro hermetismo, una vez que el yo escamoteado por lo real ha sido mal o bien reconstruido por el lenguaje.

Las dificultades del acto de escritura como aventura personal o como constatación del fracaso de la poesía y de la literatura, son abordadas también por Efraín Espinosa, que salta de la ironía al sarcasmo, también desdoblándose, para diseñar el terreno de la poesía asaltado por piratas e impostores. Lejos del éxtasis y sus estribos, donde se sube Robalino, Espinosa prefiere ser transeúnte del pavimento, un poeta que descarta las nubes y que prefiere las bancas de los parques, aunque sea para constatar el descalabro de la modernidad urbana. En un tono medido, irrumpe la serie de interrogantes sobre lo que es el poema y el poeta, teniendo como telón de fondo un espacio urbano inauténtico, del cual la voz poética toma distancia, a la vez que se distancia de la poesía-basura.



Efrain Espinoza

“Estarás allí/ sin nada de aquello/ que conforma el cristalino silencio/ voces/ poesía urbana/ metáforas/ reseñas/ autobiografías versificadas/ El poeta no existe/ ni su palabra ni su aroma/ y sin él/ su poesía transparente/ se fusionará en la neblina amorfa/.”

Sin embargo, la ambigüedad de la que está impregnada esta poesía puede camuflar- ¿por qué no?- el temor y la incertidumbre del poeta que en su rigor crítico, arguyendo que el poeta y la poesía brillan por su ausencia, llega al extremo de dudar de su propia creación:
“¿Y Luego...? Los escombros de uno mismo/ recogiendo su propio anonimato.”

No obstante, en la constatación del naufragio, el yo lírico de Espinosa se revela más social, más escrutador y político que Robalino, cuyos textos configuran el imperio del yo en una zona eminentemente intima, en el ring donde sólo él y el texto combaten.

Paco Benavides aporta su propia reflexión metatextual en un periplo desbocado y armónico, aunque excesivamente modernista y quizás algo anacrónico, en Historia natural del fuego. El itinerario, fecundo en metamorfosis y cicatrices, sólo resulta posible gracias al carácter de médium del lenguaje, que revela "el don natural que tienen los hombres de seguir siendo pájaros entre los hombres".



Galo Alfredo Torres

Galo Torres, en El cuerpo es una página cómplice de la mirada y en Correo para poetas confirma la misma vertiente, a la vez que reivindica el lenguaje como opción para trascender a la muerte y al olvido. Torres es el poeta de la levedad y de la duración, rasgos escabrosos, prueba de fuego de la poesía. La postura, el tono y la atmósfera, visiblemente diferentes a los poetas anteriores, revelan un poeta con pie firme, sin dudas ni interrogantes sobre el acto de escritura, sino más bien de quien sabe lo que dice cuando se refiere a los avatares de la lectura (aspecto abordado por Espinosa con escepticismo anulador), que es el otro lado de la medalla. Torres afirma en el primer texto su talante y su voz de poeta recio, asociando el cuerpo femenino al cuerpo del libro y persuadiéndonos que hay que saber leerlos y gozarlos en su diversidad, aunque a veces nos derroten con su misterio. La analogía va desanudando un rico sustrato simbólico impregnado de una sensualidad refinada, ratificando el poder del deseo, como motor de la lectura y de la relación texto-lector. El poema se enriquece con el acopio dosificado y progresivo de la historia de la cultura, como telón de fondo en donde cohabitan todos los tiempos del mundo, la literatura universal, bagaje inseparable del poeta que añade ahora los ingredientes de su singularidad, como resultado de la visión de lector acérrimo y memorioso, inscribiendo su experiencia en el tiempo con la obsesión de perdurar.

En el segundo texto, Correo para poetas, la voz lírica golpea tenuemente en el hombro de un interlocutor (poeta también), -no hay mejor oreja que la del hermano en el oficio-, y le sugiere el método para protegerse. Para escribir poesía hay que vivir como poeta, y eso implica la fiesta dionisiaca, la trasgresión, los riesgos, saber caer en la tentación de una madrugada bohemia, aprender la lección de eternidad del basalto y de la obsidiana incásicas, maravillarse "de la humilde gracia con la que toca un músico municipal”, copiar la armonía circular de un órgano catedralicio, entre otras cosas. O sea, una sensibilidad de talla multifamiliar. Una vez más la alusión a la cultura ancestral, a la memoria del ojo, al legado de la historia, del espacio y del tiempo urbanos, precarios pero eternos, cuando el ojo sabe ver. Entonces sabemos qué es, qué tiene que ser y cómo tiene que ser un poema para entrar en el inventario de las maravillas del mundo.

LOS NUDOS METAFISICOS Y LA SALVACION POR LA PALABRA

En un registro y tono distintos, en Imagen congelada, - violento y aristocrático ajuste de cuentas existencial, Torres, obsesionado por la levedad de lo inmaterial, traduce su determinación por la inmovilidad pero sin morirse. La nostalgia de la inconsciencia se vuelve misticismo, renuncia, "abandono tus recetas, tu almohada, tu campo de carne" antes de congelarse imperceptiblemente en la "edad coagulada". El corte evasivo que desprestigia lo real, el fracaso de los días y de sus fórmulas, le conducen a la última opción: detener el tiempo, o al menos su mecánica circular.

El caos del movimiento vulgar, suscitador de desencantos, no es compatible con el poeta - proclive al tedio- ni con la poesía, entonces hay que coagularse, volver a los orígenes y convertirse en fósil lo que equivale a ponerse en un sótano o entre paréntesis; pero la ambigüedad es visible: nadie puede poner en duda la eternidad del fósil, tatuado por el tiempo y testigo del tiempo. Difícil hallar una definición más acertada del imperio del poema-mineral que trasciende al olvido y a la muerte, por haber sido modelado y trabajado por el tiempo y las relaciones sociales. La nostalgia del pasado, con el incario congelado, con los retratos pintados en el Renacimiento y congelados para siempre, son también nostalgia del futuro, y es ahí donde se inscribe la arrogancia de la voz poética, que no cesa de hurgar los métodos para trascender al tiempo con la palabra.

Iván Flores

El sesgo semiótico al que acabamos de aludir confluye en vertiente grupal, como una bifurcación lógica de la metatextualidad, que quiere trascender al olvido y a la muerte. Este aserto es confirmado por los textos de Iván Flores, en los que el poeta registra el juego Eros-Tanatos, proclamándose vencedor. Demiurgo y exacerbado, en La danza de los ahorcados, el poeta-lector (inscribiéndose en la preocupación metapoética ya aludida y en la intertextualidad) es un arqueólogo que resucita a Rimbaud y que descifra las cábalas y códices de la poesía y de la vida como ritual orgiástico. El yo poético traduce instantes del delirium tremens, alucinaciones que dan cuenta del acto de escritura como juego erótico que él mismo tratará de nutrir con su cuerpo y con su sangre y con la carne de las palabras. Del ritmo avasallador y del aliento desbocado de este poema, Flores nos conduce a una atmósfera de gran contraste con el poema telúrico Madera, en el que alegoriza la eternidad del árbol, su pluralidad genérica y sus propiedades específicas asociadas a la poesía y a los poetas incorruptibles. Identificando la selva del mundo a la selva de la literatura, la pasión de la vocación permitirá al joven poeta hallar refugio en el árbol de la poesía, absorber su fecundidad y asegurar el relevo.

De factura y registro distintos, pero en esta misma vertiente temática que se focaliza en el Plazo de los plazos, Marcelo Artega define el tiempo ( Noción) como un juego trigonométrico de posibilidades, en el que el yo es un espectador de sí mismo y de su propia indecisión, evitando a cada instante confrontarse con "el eje roto del tiempo", mientras Rubén Molina, en el poema narrativo Ladrillando, nos entrega la crónica del fracaso de la comunicación y del sueño poético, el viaje a la locura de quien a falta de interlocutor decide empalabrarse en un bunker ( la locura como torre de marfil) cuando ya no sabe qué hacer “con la derrota de Dios”.

Ruben Molina

Marcelo Arteaga ratifica en la mayoría de sus textos esta misma constante, pero él va a manejarla con una dosis de ironía que roza el sarcasmo, en aquellas observaciones que contienen una sardónica crítica literaria tibiamente camuflada. Así, en El ciego, equiparándose a Homero, conjugando el tema del nomadismo voluntario y el de la orfandad privilegiada del poeta, reivindica el canto que nace del hambre y que le permite codearse con los dioses. En Las aves, la ironía, la sátira sarcástica y la ingeniosidad alegórica con la que funde dos tiempos, le permiten situar su propia producción en el espacio literario global. El sustrato ideológico del gesto del poeta, que decide ponerla a distancia de la oficialidad elitista recluida en su bunker, y acercarla más bien a las mayorías, (que a su vez, tarde o temprano terminará encontrando la máscara olvidada por algún pirata de la literatura), es absolutamente válido en el contexto de la literatura nacional, que fomenta y difunde –no siempre, pero casi- una serie de ídolos de barro. Súbitamente, la progresión semántica del tema cobra un tono más íntimo en el texto Cesar Vallejo. El cuerpo fragmentado y poco proclive a remiendos, el dolor y las carencias acumuladas, la precariedad que le hace fraternizar con Vallejo, al extremo del desdoblamiento, grafican la derrota del yo, el desencanto de la historia y el acercamiento a su doble, no como árbol protector sino como paño de lágrimas de dudosa eficacia. Los avatares del acto de escritura atrincheran al poeta en un espacio hostil, y la Magia del poema consistirá en " liberar al centauro", ese caballo loco de la poesía, "prisionero del laberinto".

En la misma línea, sin proponer ninguna trasgresión formal, más bien con dejos modernistas y lóbregos, Rubén Molina nos entrega en Cuando yo muera, la declaración que traduce la arrogancia del poeta que, enamorado de su propia sombra morirá con ella, sin renegar de la vida ni de la muerte, ni de la orfandad consubstancial. El acto funda la circularidad del ciclo y el eterno retorno nimbado de ambigüedad.

Umbral enriquece el texto anterior, condensando la crónica del anti-héroe o del héroe de seres marginales, su vocación y su sueño poético que se truncan, hasta interpelar y convocar aristocráticamente a la muerte, fijando él mismo la hora.

NOMADISMO Y FRACASO DE LA MODERNIDAD URBANA

Paco Benavides

Varios textos ilustran la recurrencia de este eje temático, particularmente los de aquellos que podríamos catalogar como nómadas declarados (Efraín Espinosa, Paco Benavides, Marcelo Arteaga), para diferenciarlos de los viajeros sin más, pero que quieren dejar una huella de su tránsito por el extranjero (Margarita Lasso). El poema Zürichbanhof, de Arteaga, tiene las mismas resonancias de los textos de Benavides y de Freddy Espinosa, cuando se focalizan en el desencuentro insufrible del hombre con el espacio ajeno, provisoriamente adoptado, y en el que ningún arraigo es posible. El Yo escindido patalea y toma resoluciones., así, Arteaga, visiblemente más apegado a la “llacta”, marcará la diferencia avizorando un inevitable retorno a la patria original, por puro instinto de defensa, pues - según parece- nada hay peor que morirse en tierra ajena. La elección del terruño como espacio primordial, del que Artega tuvo que extirparse también en defensa propia, aporta una nueva dimensión a las diferentes aristas de la noción de Patria, a la vez que afirma el mito del retorno y la idea de desencuentro del hombre con el mundo.

En el caso de Benavides –fallecido en Ginebra-, el nomadismo forzado no adopta tonalidades de lamento o de queja, al contrario, la desterritorialización es asumida con arrogancia y carece de alusiones criticas al espacio castrador e imposible - visibles en los textos de Efraín Espinosa-; el desbarajuste social, la conciliación negada con el nuevo marco urbano cuyos referentes y códigos ignora y por los cuales va a tientas, terminará volviéndose monólogo con una cerveza que sirve de trinchera, chaleco antibalas y ruta propicia al vuelo de la ebriedad, gracias a la cual, así como a la memoria y a la lengua, el poeta resultará momentáneamente ileso. En franco contraste, el poema narrativo Ronda nocturna rememora estampas de la vida del pueblo originario y recrea la violencia habitual, el contencioso de las clases sociales y la sorna del poeta que desde el exilio hace suyos los violentos y dignísimos versos de El Fakir, "quiebra maqui de guagua"(...) : no vaya a ser cosa que atine a columpiarse/ en ese país "irreal limitado por sí mismo", El violento y atroz gesto del padre, que rompe y desgonza al hijo recién nacido, lo dignifica en la medida en que de esa manera rompe el círculo de complicidad de la víctima con el verdugo, rehusándose a hipotecarlo a la historia y a exponerlo a las contorsiones insufribles en un circo encunetado en la colonia.

Marcelo Arteaga

Cerramos esta lectura, ciertamente incompleta y subjetiva, confirmando que con la poesía no hay ambigüedades ni medias tintas. Es una zona de paso firme o un terreno cenagoso. Cuando leemos a un poeta, no hay duda posible: nos rasca las sienes con sus uñas de humo, de guadaña o de pavo real; si nos “rasca bonito”, después del parietal izquierdo le ofrecemos el derecho, de manera incondicional. Se ha ganado nuestra confianza.

Puesto al margen el 99 % de la población, ocupada en menesteres más pragmáticos, como por ejemplo cambiar de 4x4 (en unos casos), o ver cómo hacer para pagar el arriendo al fin de mes, ¿quién puede oponer resistencia a la poesía? Nadie. Ni siquiera yo. Razón suficiente para haber aceptado leer y comentar estos textos, sabiendo de antemano que la lectura puede convertirse en tránsito obligado por una zona minada, porque confluye, se quiera o no, en una cita escabrosa con uno mismo.

Ramiro Oviedo*

Boulogne-Sur-Mer, Francia, fin de 2009

10 60 90

10 poetas de los 90s

nacidos en los 60s

un proyecto de K-Oz Editorial

Espéralo en 2010

samedi 19 décembre 2009

NOVÍSIMA POESÍA ECUATORIANA


LITERATURA JOVEN EN LA CULTURA ACTUAL:

interacción desde los espacios imaginarios


Por Freddy Ayala Plazarte*


...Hacemos hincapié en el papel esencial de la literatura:
en el sujeto-activo-espectador frente a la realidad concreta (ciudad), donde el creador fortalece sus prácticas intersubjetivas y en donde se plasman sus relaciones interculturales, en este caso, a través de la palabra.

Cada día se suman nuevas voces de jóvenes escritores a la literatura nacional, esto no solo que enriquece la posibilidad de encontrar nuevas tendencias, sino que también alimenta la posibilidad de establecer nexos e intercambios culturales: es decir; autores de distintas ciudades o de la misma ciudad reunidos mediante su obra pueden intercambiar y “concienciar” un conocimiento cultural del medio en el que se inscribe la obra, dependiendo de la temática a tratar.

Digamos que el contexto del escritor joven resulta ambiguo, tanto por la incertidumbre al hacer conocer su obra, como por su permanencia en el “oficio”; sin embargo, hay autores “constantes” que a menudo publican un libro por año, otros que publican un libro y por distintos motivos desaparezcan y hay quienes vivan en por su propia voluntad, en el “anonimato”. Así podemos darnos cuenta cuán deleznable es analizar al autor en términos subjetivos, de lo que si podemos partir, es desde su obra.

Los hechos y fenómenos sociales que se producen en la realidad concreta, de una u otra manera, influyen en provocar nuevas tendencias y dedicar temáticas cada vez más diversas en la el escritor actual. Vivimos una época que Vatimo llama: “el desencanto del desencanto”, ya no son los cánones (religión, sistema establecido, normas) quienes regulan nuestra visión, es el camino que cada quien encuentra, a pesar de que la sociedad ha sido regulada en su comportamiento mediante leyes y normas de “control social”.


La actualidad ofrece mucha tecnología, hay que tomar conciencia de que estamos inmersos en una cultura virtual: culto a las imágenes eróticas, publicidad, globalización, Internet, mercancía, en una sociedad del espectáculo, donde cualquier reality show prima en el consumo masivo; es decir; la realidad en la que vivimos está todo el tiempo iluminada, poblada de anuncios, marketing, como factores propios del capitalismo.

Por consiguiente; estos factores de la tecnología han desmitificado costumbres de las “culturas primordiales” por un mundo urbano, más “liberal”, más “libremente expresivo”, o lo que es más, donde las tecnologías, la ciencia y la técnica, desmembraron factores comunitarios de antaño, tales como la “cohesión familiar”; consecuentemente es en la esfera pública en donde surgen los conflictos de insatisfacción, decadencia en los individuos. Habermas planteaba que en estos tiempos se hacía latente una necesidad de retornar a un sujeto “intersubjetivo”, interpersonal, el cual autorreflexiona desde lo individual pero que también participa en lo público con sus propuestas.

El joven escritor en la actualidad existiendo desde la incertidumbres busca certezas, ante la falta de espacios y apoyo donde se pueda impartir regularmente la obra o pueda mostrar sus textos; de esta manera, a pesar de estar en una sociedad de consumo, por el desinterés de las “industrias culturales” con respecto a la lectura de obras literarias, este factor merma las posibilidades de dar a conocer la obra de autores nóveles.

Pero ni aquello ha desanimado para que las ideas de los jóvenes escritores pasen a ser realizadas, me refiero a que de una u otra manera cada grupo, taller o autor, busca la manera de interaccionar con su espectador, abrirse paso en medio del desorden actual. ¿Cómo?, ciertamente me refiero a encuentros nacionales de poesía y literarios en general, en donde se han abierto espacios para que muestren sus trabajos nuevos autores, ya sean con publicaciones formales o aún emergentes, pues lo esencial es participar, interaccionar y reflexionar acerca del panorama literario actual.


Muchos de nosotros, hemos asistido a encuentros y recitales nacionales de poesía, y podemos argumentar que no son convocatorias impasibles, el interés existe y de uno u otro autor, quizá lo que falta, aunque no podemos generalizar, es la asistencia del público que posiblemente sea por falta de interés o la carencia de difusión y promoción. Otra manera de interaccionar se da en los blogs literarios donde se brinda una amplia información de autores nacionales e internacionales, además de notas de cine, teatro, pintura, música, crítica, etc.

Tener una red de blogs, organizar encuentros nacionales de poesía, publicar libros de forma individual o colectiva, son factores que ayudan a que la poesía “se sostenga”. Esto último nos induce a pensar que son herramientas para desbloquear el anonimato de autores jóvenes, como también conocer las propuestas y proyectos de autores nacionales e internacionales en general, a través de una voluminosa rede de circulación de nuevas informaciones.

En este contexto se inscribe la obra de cada autor, la percepción de la realidad en cada uno es distinta, “plurívoca”, por ende no debemos descartar las nuevas manifestaciones artísticas que la modernidad nos trajo: el folclorismo que revaloriza de una manera mercantil las “culturas originarias”, el “neoindigenismo” que, entendemos que en nuestra cultura se ha dado en la fusión entre lo urbano-cotidiano; entre lo antiguo-moderno; en fin, entre lo mediático-popular, barroco-andino, todo aquello con el fin de encontrar y dar nuevos sentidos a los fenómenos acaecidos en la "realidad".


Pero esta nueva red de informaciones ha permitido transmitir, retomar o revalorizar temas tan antiguos y trascendentales como: el amor, el mito, la religiosidad, lo ancestral, la muerte, tópicos que en cada época retornan para dar un nuevo significado al tiempo “postmoderno”. Recordemos como el Renacimiento italiano consiguió transmitir un concepto de humanización, de culto a las cualidades del alma mediante las matemáticas, la anatomía, la pintura o la misma poesía.

Así, la poesía es un espacio textual que recoge los escenarios olvidados de la cotidianidad, el pensar, el penetrar las cualidades psíquicas del Ser llevan a conformar no una cultura costumbrista o de prácticas anteriores vinculadas a las sociedades rurales, pero ahora más “urbanas”, es decir, empíricas, llegando ahora a configurar una cultura de lo veloz y persistente, concentrada en lo que sucede; en una esquina, callejón, bar, habitación, calle; es decir a interiorizar el mundo externo, por mas insignificante que parezca tal o cual acontecimiento.

Sin embargo del aparente caos de lo colectivo, los jóvenes escritores elaboran un discurso desde su particular visión y percepción de la realidad social y desde su misma realidad interna, que puede determinar una expresividad poética diversa en tonos sean estos: irónicos, breves, versátiles, sutiles, corrosivos, etc.


Otro factor que ponemos atención para la comprensión de la literatura joven actual es la iconografía que se toma en cuenta para desarrollar la temática de la poesía. Hablamos anteriormente de un desarraigo por la religiosidad, actualmente se toma en cuenta la iconografía urbana, nos referimos al escenario principal de manifestación poética; la ciudad, al desarrollo y avance tanto en su infraestructura, como en la conciencia de cada habitante. La ciudad es el lugar en donde se concentran bares, museos, bibliotecas, cine, el graffiti, extensas avenidas, sitios en los cuales se gesta lo denominado a priori de la escritura.

A pesar de vivir en un tiempo donde parece existir “lo necesario para vivir bien”, mas bien nos acercamos cada vez al vacío de vivir y al vacío de la imagen también, donde la inspirada imaginación de la que muchos griegos discutieron, parece cada vez inalcanzable, pues no sabemos en donde concentrar la mirada y disparamos hacia muchos rincones, en donde la realidad parece haberse dislocado.

El mundo es mi representación, vaticinaba Shopenhauer ya en el siglo XIX, esta premisa es quizá la más cercana al mundo actual, si la tecnología deshumaniza al hombre y lo vuelve más automático, paradójicamente, uniendo la labor de la palabra a lo cotidiano, obtenemos un mundo imposible, intolerante, que busca deshumanizar desde los distintos estados íntimos del ser.

Si la contemporaneidad está sujeta una diversidad en las tendencias sociales, artísticas, individuales, entonces hablamos de una sociedad y literatura interdependientes, aunque el individualismo sobresale en unos u otros autores, y parecería que cada quien vigila su sombra subjetiva; mas también asistimos a un tiempo en el cual se yuxtapone de manera anárquica lo moderno y lo antiguo, lo cual nos otorga un contexto amplio y complejo para poder entender –en nuestro caso – las determinaciones de una novísima poesía.

Por lo tanto, hablamos de una iconografía libre, sin tabúes, de culto al placer, al deseo y al cuerpo, donde también prolifera la noción de identidad subjetiva de sexo o construcción de género; pero tampoco descartamos que hoy en día se discuta sobre los mitos y se proponga una toma de conciencia por nuestras tradiciones e identidades; si somos una sociedad construida gracias a los mitos, imaginarios y a las creencias colectivas, la antropología general y urbana también nos podría ayudar a la comprensión de las poéticas ecuatorianas contemporáneas.


*Este texto constituye una sinopsis del primer capítulo de

Premonición a las Puertas, Selección poética de la novísima poesía ecuatoriana, de Freddy Ayala Plazarte


En 2010

espera

Imagen Pedro Herrera Ordóñez


PREMONICIÓN A LAS PUERTAS
SELECCIÓN DE LA NOVÍSIMA POESÍA ECUATORIANA


Autores nacidos a partir de 1979

Estudio, selección y recopilación:

Freddy Ayala Plazarte



Proyecto
K-OZ - KBZUHELA

jeudi 17 décembre 2009

KAOS EN LA RED


lee el temático sobre la muerte
en la literatura

mercredi 16 décembre 2009

DEMOLICIÓN EN MOVIMIENTO

SELECCIÓN POÉTICA
DE ALFONSO MURRIAGUI VALVERDE:
poeta tzántzico


miércoles 16 de diciembre de 2009
Sala Benjamín Carrión
de la Casa de la Cultura Ecuatoriana
Quito, 19 horas


La presentación correrá a cargo de Diego Velasco Andrade
Te esperamos
Más en

mardi 15 décembre 2009

NUEVAS NARRADORAS ECUATORIANAS 9


Jackeline Erazo
Quito, 1983
Estudiante de Comunicación Social de la Universidad Politécnica Salesiana.
Integra los talleres de literatura de la Casa de la Cultura Ecuatoriana,
coordinados por Diego Velasco Andrade, desde 2008. Actualmente prepara su primer libro de cuentos y una novela sobre mitología y vida cotidiana en el mundo egipcio.


La neófita madre lo esperaba para luna llena, conforme había previsto la sacerdotisa.
-Debes aguantar, eres una madre valiente- le aconsejaban las parteras pero la madre sabía que algo andaba mal. -Falta un poco más y podremos estar tranquilas, no defraudes a toda una generación- dijo Sebga, la ansiosa y futura abuela de tan esperado heredero, caminando de un lado a otro. Su rostro estaba cubierto por una frívola capa de arrugas. Sus ojos intentaban engañar al tiempo cubriéndose con penetrante pintura negra. “No he pasado por fuego para que hasta ahora te vengas abajo” pensaba ella. -Solo falta un poco y el niño nacerá para cumplir con su majestuoso destino-. Todos los cortesanos del pueblo aguardaban afuera con sus ojos destellantes a la espera de aquel niño que se convertiría en un eslabón entre los hombres y los dioses.
En el paisaje cultural de lo que llegó a convertirse en el señorío egipcio, mucha gente buscaba la grandeza a través de profecías y sacerdotisas, a través de sueños y cultos. Debía valer la pena todos esos sacrificios- decía la gente- ¿Quién sino este niño haría emerger a Egipto hasta un reinado divino y prosperaría al pueblo en sobremanera? Pues así lo explicaba la profecía:
“En la Luna llena del alto Egipto, en la establecida cosecha (nadie sabe con exactitud a qué hora) surgiría un hombre, eslabón entre los dioses y los hombres a quien se dotarán talentos divinos sobre la tierra, el agua y el viento. Su destino será brillar sobre naciones en prosperidad y dominio. Su vida y su sangre estarían atadas al resplandor de Egipto. Este hombre será considerado un dios y nunca padecería de hambre o sed, frío o calor; toda necesidad humana sería satisfecha siempre en él. Primicia de un imperio futuro de una larga tradición de Faraones. Profecía que amenazaba también una maldición: Si en algún caso dicho hombre decidiera escapar a su destino, todos los talentos divinos que se le otorgaron serían reemplazados por la cualidad humana más despreciada por los dioses: la capacidad para amar.”

(Fragmento de novela)

dimanche 6 décembre 2009

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