samedi 14 janvier 2012


VARGAS LLOSA: ¿UN REFORMISTA LIBERTARIO?

Gustavo Garzón Guzmán, abril 1986

Estando en París, Vargas Llosa lee, alrededor de los años 60, unas cuantas líneas que esbozan algo así como una rebelión en un pueblito de la sierra peruana, rebelión ocurrida en 1958. Guarda el recorte y espera la oportunidad para transformarlo, recrear lo porque a veces algún proyecto la realidad le da una urgencia, una necesidad imperiosa.

La primera edición de Historia de Maita la realiza Seix Barral en 1984. En esta novela se relata los antecedentes, circunstancias y personajes que intervienen en una rebelión, liderada por un hombre llamado Maita, que ocurre en un pueblito de la sierra peruana, Jauja. La narración se plantea como un reportaje periodístico: un narrador, cuyo nombre ignoramos, investiga el caso Maita-Jauja y va relatando sus descubrimientos. El tiempo (la época) del narrador es indeterminada, pero, me atrevo a decir basándome en los incisos del texto, parece comprendido en el presente o sus alrededores más cercanos; por otro lado, la época de la rebelión se plantea a fines de la década del 50 y comienzos de los 60.

Maita es un niño que ha sido objeto de la violencia de la sociedad: represión familiar, represión durante sus años escolares y rechazo; esto, al principio, nos lleva a una especie de misticismo, transfiere una fuerte tendencia al masoquismo y a un grotesco “sentido de la caridad”. Al crecer, Maita se transforma en un rebelde, pero en causa esa rebeldía en contra de las miserias del pueblo, del Perú. Ya adulto pertenece al partido obrero trotskista, un partido que consume su tiempo en meros retoricismos:

“Teníamos que agotar varias premisas. La revolución de octubre, la relación de fuerzas socialistas, capitalistas y burocrático-imperialistas en el mundo, el desarrollo de la lucha de clases en los cinco continentes, la pauperización de los países neo colonizados, la concentración monopolística”…



Repentinamente, Maita conoce a Vallejos, un alférez del ejército, quien reniega de teoricismos y plantea la posibilidad de iniciar una rebelión, en algún pueblito de la sierra que sería el germen de la revolución peruana. Maita, deslumbrado por la posibilidad, se decide porque eso le permitiría llevar a lo concreto todas sus aspiraciones: realizarse como ser humano, llegar a su máxima categoría: ser un revolucionario; no obstante, el texto plantea, sería también la liberación de las frustraciones de Maita, sería salir del continuo fracaso que ha sido su vida, fracaso que, hasta cierto punto y esperpénticamente, se expresa en su condición de homosexual:

La rebelión se convierte en catástrofe: Maita es apresado, Vallejos asesinado y los adolescentes que lo secundaron terminan, presumiblemente, azotados por sus padres. Este es el episodio central de aquella historia, en cierto modo dramático. En correlato, la atmósfera de esa desafortunada aventura, es romper un estereotipo contemporáneo, es un Perú apocalíptico es del mundo que el narrador ha inventado: la guerrilla izquierdista ha desatado una guerra incontrolable; hay muertos por doquier, grupos paramilitares y guerrilleros compiten por la sangre de los inocentes, serán atentados terroristas en cafés a donde suelen concurrir tranquilos parroquianos; más tarde, el Perú es invadido, desde el sur, por fuerzas cubanas y soviéticas y, por el norte, por marines norteamericanos desde sus bases en el Ecuador, convirtiendo al Perú en nuestro escenario más del conflicto que libran las grandes potencias, directamente a través de satélites y aliados. En resumen, un Perú de pesadilla y hasta de ciencia-ficción.

Ésa atmósfera es, dice el narrador, ficticia; es solamente parte de la gran mentira que es una novela: en una novela siempre hay más mentiras que verdades, una novela no es nunca una historia fiel. Esa investigación, esas entrevistas, no eran para contar lo que pasó realmente en Jauja, sino, más bien, para mentir sabiendo sobre que mentía. Partiendo de esta declaración, es posible determinar el porqué de esta novela, las razones que Vargas Llosa tuvo para inscribirla. Aparte a veces algún proyecto de la realidad era una urgencia, una necesidad imperiosa.

Comparemos: la realidad peruana, a grandes rasgos, al momento de la aparición de historia de Maita y en lo que tiene relación con su tema fundamental, era un gobierno incapaz o imposibilitado (que en Latinoamérica significa casi lo mismo) para resolver las angustiosas condiciones de miseria de su pueblo, miseria que se ha ido agravando con el transcurso del tiempo: popular de barrios marginales en las grandes urbes, gamines, violencia delincuencial, polarización socioeconómica; muy ricos por un lado, muy pobres por el otro; y organizaciones de izquierda que habían desatado ya una lucha insurreccional.

Ahora para sacar conclusiones de esta historia, me basaré en las siguientes palabras de Vargas Llosa:

“Jauja fue realmente el primer eslabón de la cadena de violencia que, años después, y ahora mismo, es una realidad cotidiana no sólo en el Perú, sino en toda América Latina”. No creo que se deba hacer esa clase de esquematismos, esas simplificaciones: no tengo reparos en aceptar que el caso Maita Jauja haya captado la atención del autor y que incluso, desde su posición ideológica, haya representado para él un símbolo de lo que vendría. Pero que Jauja haya sido el primer eslabón de la cadena de violencia resulta un desconocimiento de la realidad, porque la violencia actual que existe en América Latina es producto de eslabón es mucho más lejanos que es intento de rebelión ocurrido en 1958. Nuestra historia lo demuestra: primero, esclavos de los españoles; luego, esclavos del criollismo ya esta con fuertes relaciones con imperios; y, actualmente, esclavos de nuestras oligarquías que basan su poder, y su dependencia, en el imperialismo.



Eslabones de siglos de miseria, de pobreza, de explotación. De manera que, por la violencia insurreccional que se ha desatado en América Latina es la reacción más lógica, más natural más humana, a esa violencia institucionalizada, esa violencia ocultada, tergiversada por el sistema a través de, con todas la redundancia necesaria, sus instituciones. La sociedad reconoce esa violencia cuando ella se traduce en refriegas callejeras, huelgas, atentados, explicablemente, la condena. Pero no nacen esos hechos por generación espontánea, son los obreros turbulentos por vocación... Nunca describe con lujo de detalles esa otra violencia, solapada y constante, que no muestra la cara y sin embargo también mata y destruye, y que tiene, como una hidra mil cabezas: analfabetismo, desempleo, desnutrición, miseria. Aquellos estallidos son, en realidad, respuestas dictadas por la cólera o la extrema penuria a un sector de la sociedad contra el que otro sector ejerce, permanentemente, una violencia, más discreta, sí, pero mucho más cruel…

En cuanto a que los de Jauja fue un cierto simbolismo de lo que vino después, viene a resultar una especie de moraleja: la violencia revolucionaria sólo provoca muerte, sufrimiento, frustración y más violencia. En este sentido, lo que vino después y ya sabiéndo de la mentira de la novela, la actual situación insurreccional que vive Latinoamérica solamente traería, desde el punto de vista “Vargasllosiano”, muerte, sufrimiento, frustración y más violencia; esa violencia in extremis en la atmósfera de la novela pero que, a mi criterio, llega a cumplir incluso ciertos propósitos que los enemigos de nuestros pueblos se han planteado.



Ya esta, la guerra dejó de ser peruana, el Perú no es sino otro escenario más del conflicto que libran las grandes potencias, directamente y a través de satélites aliados. Éste es precisamente uno de los recursos más recientes que el imperialismo procura utilizar en contra de las luchas por la liberación plantear la guerra como si se tratara de un apéndice del conflicto “este-oeste” en perjuicio de su verdadero carácter: guerra popular e insurreccional.

Así entre paréntesis, debo admitir que se me podría objetar, y con razón, que lo dicho en la novela es solamente ficción, y lo es ya que todavía los marines no han hecho del Ecuador una base contra insurreccional; pero, el hecho ficticio, la novela, cumple una función que se verá explicada más adelante cuando haga referencia al problema del “convenio de veredicción” y sus alcances en este caso específico.

Si la ficción es siempre más persuasiva, más ilustrativa, incluso para narrar la raíz un problema tan real como es la violencia política, en el caso de Historia de Maita esa persuasión, esa ilustración, se dirige muy concretamente hacia una finalidad específica: demostrar a los lectores que el cambio que requiere nuestras sociedades no se puede conseguir mediante “la violencia política”. En este punto es cuando funciona perfectamente el llamado convenio verosímil con el lector que propone Vargas Llosa, gracias a su alto dominio de la técnica literaria, utilizando así, el máximo provecho de sus intenciones.

Miguel Donoso define así el “convenio de veredicción”:

“El signo literario está integrado por tres elementos inseparables: emisor, mensaje y receptor, términos que pueden sustituirse por autor, texto y lector. Aclarando el asunto: no existe texto sin lector y viceversa, lo que implica el carácter inseparable de estos dos elementos. El emisor, por su parte, está siempre implícito en lo emitido texto o mensaje, aunque como autor concretamente como persona pueda separarse relativamente del texto que, en el tiempo y en el espacio, comienza a actuar autónomamente y pasa, a la postre, a pertenecer a sus lectores”...

…“Un lector tiene diferentes parámetros de juicio según su formación, sus conocimientos, su concepción del mundo, la naturaleza de sus creencias religiosas, el lugar y el tiempo en que vive, etc. Y es a partir de estos que se relaciona con lo que le para conseguir, a través de ese encuentro, una verdad admisible”. (El subrayado de este último párrafo es mío).

El lector de esta novela, en general el lector latinoamericano y específicamente el lector peruano, de el mundo novelesco de historia de Maita, lo termina identificado con su mundo real, pues el tiempo en que se desarrolla su ficción es muy similar a la época actual, por lo tanto, el “convenio de veredicción” llega a ser ya no un fenómeno casi inconsciente como suele ser en la generalidad de los casos, sino que se convierte en un factor constante del proceso de lectura asimilación identificación por parte del lector. Y, Vargas Llosa se encarga de acentuar este proceso, sobre todo al final de la novela, mediante sus constantes declaraciones de que lo que se está leyendo es mentira:

… “no era para contar lo que pasó realmente en Jauja, sino, más bien, para mentir sabiendo sobre qué mentía”.

Este tipo de declaraciones convierten al “convenio de veredicción” en una suerte de juego dialéctico:

-verdad lo ocurrido en Jauja en 1958
-mentira el relato de lo ocurrido en Jauja
-verdad declaración del narrador de que lo que se dice en la novela es mentira



En última instancia, el lector sino queda confundido, termina aceptando la posibilidad de lo que ocurre en la novela pueda llegar a ser verdad, que era intención del narrador: asquear al lector sobre la posibilidad de la violencia política como único método para liberarlo definitivamente.

Desde otro punto de vista, pero similar al anterior, este juego mentira verdad puede funcionar como la bien conocida propaganda subliminal que utilizan las agencias publicitarias de las sociedades consumistas.

Sin embargo, el problema no concluye allí, va más allá de lo que Vargas Llosa quiere hacer creer:

“Mi intención con este libro ha sido describir las precariedades de las verdades históricas, ver como un hecho tan minúsculo o insignificante, que apenas ocupó unas líneas en los periódicos, si se investiga a fondo, si se reconstruye, ofrece muchas caras diferentes, contradictorias, que nos permite atar cabos”. 14

Pero a nosotros también nos permite atar cabos… Ya no hace falta mentir para qué Vargas Llosa escribió Historia de Maita justo en estos tiempos; pero vale la pena recordar que ha sido, hasta hoy, práctica constante de los dominadores tratar de hacernos creer que la guerra es algo innecesario, que a las injusticias hay que combatirlas dentro de la legalidad y un régimen de libertad, 15, que lo esencial es mantener “islas de paz”, obviamente con el sacrificio de la mayoría. Ernesto Cardenal ilustra en un poema esta falacia:

"En Oklahoma decían que la nueva tierra vendría del oeste.
Con todo los indios muertos
los que han muerto desde el principio, resucitados
con búfalos bisontes venados resucitados.
Y unos regresaron a sus tribus contando, Jesús
vino otra vez. Los blancos lo mataron
detrás de las grandes aguas, ahora
video donde los indios, que nunca le hicieron daño.
Volverán los días de antes.
Los búfalos también volverán.
Disparar a otros hombres es malo.
No lo quiere el gran espíritu.
Y en Nevada otro profeta, payute:
lo primero, no más guerra
amarse unos a otros
todos deben danzar
Make love not war.
Estar en paz con los blancos"
16

Por otro lado, el autor nos parece decir claramente que las injusticias no se resuelven con “regímenes totalitarios”. Hay que combatir dentro de la legalidad y en un régimen de libertad…

En fin, las soluciones finalistas no existen, en suma no debe haber un planteamiento que haga tabla rasa, con todo el pasado y con las instituciones, para crear “una nueva sociedad”, ello no es adecuado. El proceso correcto, no consiste en retroceder y partir de cero, sino en avances graduales… pues las actitudes fogosas no sirven para conducir y mejorar a los pueblos...




Inobjetablemente, en el estudio de este texto, tenemos que considerar la posición ideológica del novelista, tenemos que adentrarnos en sus creencias políticas para dilucidar el por qué de Historia de Maita:

Regímenes totalitarios son, para Vargas Llosa, la Unión Soviética, Cuba todos los países que han alcanzado el socialismo no quiero entrar en el caso soviético por dos razones principales: no tengo suficientes elementos de juicio y porque considero que sus características, sus realidades, sus condiciones, especialmente las que dieron cabida a la revolución de octubre, son totalmente alejadas de las condiciones en latinoamericanas. Pero al caso cubano si, aunque no en profundidad porque no es materia de este análisis. Creo que bastan para desmentir el carácter totalitario de Cuba estos hechos:

Se lo vio en los momentos críticos del bloqueo. Súbitamente, el primer ministro aparecido en la avenida 23, una de las calles céntricas de La Habana, a la hora de mayor afluencia. Congregó a los transeúntes en torno suyo y comenzó a interpelarlos. A ver tú decía a uno ¿qué opinas del bloqueo?; según tú, ¿los cohetes rusos deben salir o deben quedarse en Cuba? Y al día siguiente, se presentó de la misma manera sorpresiva en los patios de la Universidad, para dialogar con los universitarios sobre los problemas del momento. De este modo, el hombre de la calle se siente directamente vinculado a las responsabilidades del Estado, consultado de manera personal por Fidel, en cada paso importante de la revolución. 18

Y en la actualidad, son bien conocidas las acciones de la revolución cubana ha tomado con respecto al problema de la deuda externa. Es obvio que esta clase de actitudes muy difícilmente se verían por parte de un régimen totalitario. Mas, Vargas Llosa cree que las injusticias se resolverán dentro de la legalidad de la legalidad y en regímenes de libertad. Pero, ¿qué gobierno oligárquico y pro-imperialista tolera la oposición? Es suficiente ver el caso chileno, para poner uno de los innumerables ejemplos que existen en América Latina. Tal vez eso de la legalidad se refiere a la lucha democrática; sin embargo ¿democracia?, ¿existe democracia en América Latina? Hasta parece necesario recordar a Vargas Llosa que democracia significa gobierno del pueblo y no una permanente pugna de poderes entre grupos económicos poderosos y sólo hasta cierto punto “antagonistas”.

Nuestras democracias son las luchas entre los mayordomos y los señores por el dominio de los pueblos que ellos consideran su hacienda, su propiedad. Nuestras democracias, nuestras elecciones, nuestros procesos electorales solo obligan al pueblo a escoger entre dos opciones: la sartén o el mango.

Regímenes de libertad, dice Vargas Llosa pero ¿qué libertad? Los Estados Unidos se autoproclaman la sociedad más libre del mundo. No nos estará hablando de la libertad que se toman los Estados Unidos para imponer bloqueos, de la libertad que se tomaron para desconocer la competencia del tribunal de justicia de La Haya cuando en Nicaragua los demandó por minar sus puertos de la libertad que se toman al declarar que están en contra de la militarización del espacio, mientras el de gran éxito de las pruebas de armas anti-satélites, da la libertad de imponer sanciones al Perú por decir que pagará su deuda externa sacrificando sólo el 10% de sus exportaciones.


VARGAS LLOSA: ¿UN REFORMISTA LIBERTARIO?

Además, de donde salió el derecho de no permitir que cada pueblo escoja su destino, cómo así el principal problema nicaragüense es tener que dialogar, discutir, negociar con los Estados Unidos. Parece que libertad significa para Vargas Llosa hacer lo que a uno le venga en gana sin considerar si eso es justo o no para los demás, sin considerar esa “obligatoriedad social justa” de la que habla Hugo Salazar Tamariz.

Estimamos que un autor, siempre que se mantenga en los límites de su obligatoriedad social justa, posee independencia para indagar tanto en los campos subjetivos como en los de la lingüística. Obligatoriedad social justa que yo entiendo como socialmente consecuente con la lucha de nuestros pueblos. Pero no esa consecuencia conciliadora, fantasiosa que puede llegar a límites tan irrisorios como esta declaración del narrador de Historia de Maita.

“.. no es enemigo de nadie de carne y hueso, salvo de esos monstruos abstractos, el imperialismo, el latifundismo, el militarismo, la oligarquía, la silla etc.…” 20

Yo quisiera saber, ¿en dónde está la abstracción de esos monstruos están presentes y nos hacen sufrir cotidianamente?

Vargas Llosa cree que las sociedades deben llegar al punto de perfección que han alcanzado algunas socialdemocracias, especialmente las de los países nórdicos. Puede ser que sean casi perfectas, puede ser que respeten al individuo y haya logrado el bien social a través de una relativa igualdad económica, pero Vargas Llosa no ha considerado que ese equilibrio es resultado de la explotación:

“Para poder acumular tantos recursos, países como Suecia, donde incluso los trabajadores tienen un elevado nivel de vida, necesitan mantener a las empresas transnacionales explotando a los países del tercer mundo” 21

Vargas Llosa no está de acuerdo con la violencia política porque estaría haciendo tabla rasa con todo el pasado y las instituciones, para crear una nueva sociedad. En otros escritos dice:

“cinco siglos antes que la gran enciclopedia soviética en la novela 1984, de tal George Orwell, los incas practicaron la manipulación del pasado en función de las necesidades políticas del presente” 22

“La historia hay que verla con más atención, sobre todo de parte de quienes piensan que la historia es una ciencia objetiva. La historia, en realidad, se va haciendo, rehaciendo y deshaciendo en función de un presente” 23

¿en qué quedamos? ¿Quizás entre los conceptos, las creencias, la ideología misma (la de uno mismo, que es lo terrible) puede manipularse al antojo según lo que convenga en cada circunstancia? Ésa es su impecable honestidad intelectual” 24



Ya lo dijo Haydee Santamaría a propósito de la defensa que hiciera Vargas Llosa del poeta Herberto Padilla, acusado de actividades contrarrevolucionarias en Cuba.

“ La viva imagen del escritor colonizado, despreciador de nuestros pueblos, vanidoso, confiado en que escribir bien no sólo hace perdonar actuar mal, sino permite enjuiciar a todo un proceso grandioso que, a pesar de errores humanos, es el más gigantesco esfuerzo hecho hasta el presente para instaurar en nuestra tierra un régimen de justicia".

Y hasta se cree con el derecho de enjuiciar públicamente la revolución nicaragüense (sabiendo, como no, que esos juicios sólo sirven, en las actuales circunstancias, de armas al imperialismo), de alertarnos sobre la posibilidad de que caía en la órbita soviética, del que se convierta en un régimen totalitarista; y con argumentos tan infantiles pero, al mismo tiempo, tan reveladores de su mentalidad:

“ una bella joven descalza, con las manos juntas, envuelta en un manto bordado de brillantes y una corona de estrellas” 26

“Claro, la disentería que aparecerse con un manto de brillantes y tenía que decir que los sandinistas son ateos comunistas, y por eso he venido a ayudar a los nicaragüenses” 27

Argucias que ya estamos cansados de escuchar y que sólo consiguen hacernos sonreír con lástima; lo mismo que eso de que los guerrilleros de cualquier país no son más que delincuentes, narcotraficantes, aventureros esquizofrénicos, amargados y hasta homosexuales, como es el caso de Maita. Vargas Llosa dice que el proceso es cuestión de avances graduales y no de retroceder y partir de cero. ¿Partir de cero? ¿No se basó la revolución cubana en las luchas de Martí o la nicaragüense en las de Sandino?; ¿y todas estas no consideran el materialismo histórico, el análisis y basamento en la historia, para la lucha revolucionaria? Quiere decir esto que hay que permanecer con los brazos cruzados, sacrificando millones de seres humanos mientras esperamos “avances graduales”, mientras esperamos que a los dominadores les caiga la conciencia desde el cielo y entren al consenso, es lo que Vargas Llosa plantea, como método para el cambio?

“La reforma es básicamente una evolución hacia formas más avanzadas de la distribución de la riqueza, mejores formas de creación y aún una mayor legalidad a través del consenso” 28

Cree que la violencia política son actitudes jugosas. Basta recordarle que la revolución nicaragüense, por ejemplo, tuvo que sostener 50 años de lucha; basta recordarle que nuestros pueblos soportan ya más de cuatro siglos de dominación. Y basta recordarle que esas actitudes jugosas le hicieron llorar y decir, cuando uno de sus amigos, poeta, murió siendo guerrillero del MIR en 1963:

“ que Javier Heraud decidiera empuñar las armas y hacerse guerrillero sólo significa que el Perú ha llegado a una situación límite” 29

Esas actitudes fogosas, le hicieron tomar una posición: “El movimiento de guerrillas que ha estallado en la sierra peruana no constituye un fenómeno importante, aberrante o ajeno a nuestra realidad, sino es la consecuencia natural de una situación secular que se caracteriza por la miseria, la injusticia, la explotación, el inmovilismo y el abandono en que nuestros gobernantes han mantenido siempre al país.

Por ello, apoyamos la lucha armada iniciada por el MIR”… 30

Todo esto no permite admitir sus justificaciones posteriores:
“el combate contra la injusticia es moral antes que político y puede, en términos históricos, ser inútil y estar condenado al fracaso” 31

O esa otra:

“estos textos fueron dictados por la transeúnte actualidad y publicados en periódicos y revistas a lo largo de 20 años. Están plagados de contradicciones, repeticiones y rectificaciones y acaso sean lo único que los justifique: mostrar el itinerario de un latinoamericano que hizo su aprendizaje intelectual deslumbrando por la inteligencia y los vaivenes dialécticos de Sartre y terminó abrazando el reformismo libertario de Camus”.


Y no se le puede justificar porque esa situación límite que reconoció con motivo de la muerte de su amigo Heraud, o aquella miseria por la cual supuestamente tomó una posición, es evidente que no han desaparecido.

Tampoco me puedo explicar que condujo a Vargas Llosa a dar esa involución contra viento y marea de las revoluciones para defender, también contra viento y marea, las posiciones reformistas socialdemócratas:

“ …articular una alianza social que ligue a los sectores de la burguesía (grande y pequeña) con los grupos marginales (pobladores y campesinos) cuyo afianzamiento coincidía con el de las sociedades urbanas. El objetivo era dejar en posición de aislamiento a las clases obrera y a sus partidos, con lo que se esperaba privar toda viabilidad a la implantación de una sociedad socialista”
33

¿Será que teme perder lo poco o mucho que ha conseguido: fama, dinero, premios: biblioteca breve, Rómulo Gallegos, Ritz, Hemingway, entre otros?



Quisiera creer que Vargas Llosa en coma en el plano político, se esté mimetizando con su Pedro Camacho de la tía Julia y el “escribidor”. En conclusión, es triste ver cómo Vargas Llosa, está borrando con el codo lo que escribió con el puño: La ciudad y los perros, Conversaciones en la catedral, La casa verde y hasta ese monumento al arte que constituye La Guerra del fin del mundo.

Sí, con toda seguridad, Historia de Maita le hará acreedor a muchos premios, la situación histórica le es favorable, y, ¿por qué no?, hasta el Nóbel; ahora solo el imperialismo tiene la palabra.




*Tomado de MÁS ALLÁ DE LA TRANSPARENCIA: ensayos de vida, Gustavo Garzón, K-Oz Editorial, 2011

dimanche 8 janvier 2012

NUEVOS NARRADORES ECUATORIANOS


EL ESPEJO DE MAMBRÚ
DE JOSÉ LUIS BARRERA


O DE AQUEL MAMBRÚ, QUIEN NUNCA IRÁ A LA GUERRA

Por Diego Velasco Andrade

La lectura de un libro de cuentos siempre nos reconforta, nos permite verificar que los placeres de la lectura siempre son múltiples... Se lee cuentos para saber, para comprender, para reflexionar, para imaginar, para ensoñar... Se los lee también por la belleza del lenguaje empleado, para emocionarnos y hacer brotar una sonora carcajada o en ocasiones, para conmovernos hasta las lágrimas.

La lectura de El espejo de Mambrú, del joven narrador José Luis Barrera, constituye una pasión aventurera, lúdica y participante con el lenguaje, que ha costado a su autor noches de vigilia y días de solaz en medio de múltiples situaciones inimaginables que le ha tocado vivir en estos últimos meses..

En suma nos permite optar con libertad ante la comunicante posibilidad de conocer “su mundo” y otros mundos superpuestos en él, a través de historias que al inicio creemos reales o aquellas que solamente nos inventa, -sin haberlo pedido-, para tomarnos el pelo o para azuzar el monótono mundo de las apariencias al que estamos acostumbrados y, una vez que entramos en sus páginas ficticias, no podemos evitar sentirnos atrapados por la tensión de sus relatos llenos de desenlaces inesperados y abruptos y mágicos y absurdamente reales; en fin, para ser sensibles y compartir el sentimiento del autor y su singular manera de mirar y de criticar el mundo...



Trabajados primero en el taller de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, como ejercicios de escritura creativa, a partir de recortes, fotografías, indicios misteriosos, crónicas rojas y amarillas, datos históricos o inventados, personajes verdaderos o simulados, el autor los ha moldeado pacientemente con su personal punto de vista y su propio registro sonoro, haciendo de su lectura: “una unión libre”, o mejor una libre convención entre texto y lector, solo creíble en el acto de leer ficciones tal como si fueran “verdades verdaderas”; pero además el producto obtenido, nos hace conocer al “otro yo” de José Luis, a ese “otro yo” místico, que constituye el espíritu del autor, el cual rebasando tiempos y espacios desde sus “vidas pasadas”, nos permite acceder y valorar, -a quienes los conocemos en la vida presente-, el fluente bullir de su mundo interior a través de un fraseo moroso, en ocasiones “seudo filosófico” y en la mayoría de veces, premeditadamente irónico.

Estos cuentos cortos, son él mismo autor y suenan con su propia voz, nos permiten compartir sus pasiones por el arte, la filosofía, la arqueología, la historia de las culturas, a través de la elaboración de ficciones que semejan historias vividas. En especial, se pueden leer sus cuentos para ensoñar con otros personajes a los que no estábamos acostumbrados en nuestra narrativa actual, tan llena de narco basura, sexo como anzuelo, violencia gratuita y efectista y un banal underground de pacotilla...

Se pueden leer sus cuentos, en especial para afianzar nuestra identidad personal caleidoscópica y para reconocernos en sus páginas, muchas veces como personajes que fatigan situaciones tan reales como nosotros mismos, en donde el ego, la pasión, el orgullo, la mentira, el snob intelectual, se plasman en un curioso ejercicio especular, de reflejos participantes, en los que José Luis nos invita a ingresar y a mirarnos sin maquillaje.

Para quien constituya el lector o lectora potencial de estos cuentos, es necesario que desde sus primeras líneas, haya recibido las claves de lectura sobre lo que constituye una “ficción verdadera” o mejor, una “verdadera ficción”; porque sus escritos al igual que aquellos de los “historiadores” de nuestra comarca, solamente nos narran las historias subjetivas de Mambrú: las que pudieron haber sido y no son; aquellas que son posibles solo por la magia de la literatura. Son relatos con puntos de vista y perspectiva, que nos aportan elementos para enraizar nuestra identidad personal, en las miles de identidades colectivas que bullen en nuestro entorno y que, muchas veces, pasamos por alto.