MATAPALO
CARTONERA
de Riobamba Ecuador
Para el Germán,
que la pintura pueda recrear lo que él ve en los sueños es la parte más bonita de asistir a la cartonera. Por eso cuando toma en la punta de los pinceles cada una de las distintas tonalidades del color, suelta su mano siguiendo más que la forma que se va dibujando ante sus ojos, el latido constante de su corazón. Así, en el poco tiempo que lleva asistiendo a los talleres ha logrado entender que soñar, ese espacio en el que la sonrisa es un signo constate, vale la pena, porque después los sueños transitan a un territorio en el que solo la fuerza de cada uno los empuja a cruzar el umbral hacia la realidad.
Como Germán, decenas de chicos a nivel de toda Latinoamérica han encontrado en los procesos cartoneros, la línea fronteriza que, superada, permite tocar el arcoíris con la palma de las manos. Chicos que, sin haberlo escogido, han sido condenados a los márgenes de un sistema injusto y exclusivo que se alimenta de las desigualdades y contrariedades como principal fuente de supervivencia.
Y es que en la mayoría de países latinoamericanos, la bandera del cartón se ha tomado espacios importantes, desde los cuales la imaginación y apuesta por la construcción de procesos alternativos han sido el combustible para resistir, y seguir empujando los sueños hacia el campo de lo posible.
Esta iniciativa responde justamente a momentos de presión económica y social,
en los que las vías tradicionales de desarrollo y progreso se ven bloqueadas por el mal funcionamiento de un aparato estatal, que recurre a los vicios de siempre para enmendar sus errores. Esas condiciones agravadas a tal extremo, dieron como resultado que en la Argentina del Corralito Bancario miles de jóvenes estudiantes de universidades y colegios, dejaran sus estudios y pasaran a sobrevivir en las calles, teniendo que preocuparse en cambio por un pedazo de pan o un lugar abrigado donde pasar la noche. Los piqueteros, como se los empezó a llamar, tomaron como puntal de lucha y resistencia la recolección de material reciclable en las calles de Buenos Aires. De uno de los tantos grupos piqueteros, surgiría entonces la inquietud de darle una forma más útil al elemento recolectado. Una que no tenga que pasar por las decisiones de las fábricas de quienes compran ese material, ni que los termine convirtiendo en simples intermediarios entre la basura y lo que la fábrica
hace
de ella.
Es así como
comandados por el artista Washington Cucurto, este pequeño grupo inicialmente da forma al sueño llamado ELOISA CARTONERA, que basaba su propuesta en la construcción de libros a partir del cartón recolectado en las calles por parte de los mismos piqueteros que hacían esta labor. Sin querer en ese entonces, ELOISA enciende una mecha que seguirá llevando la sensación de luz hacia distintos rincones del continente. Luz que ha movido expresiones similares como Sarita Cartonera (Lima, Perú), Animita Cartonera (Santiago, Chile), La Cartonera (Cuernavaca, México), Yiyi Yambo (Asunción, Paraguay), Felicita Cartonera (Asunción, Paraguay), Dulcineia Catadora (Sao Paulo, Brasil), Mandrágora Cartonera (Cochabamba, Bolivia) Yerba Mala Cartonera (La Paz, Bolivia) Santa Muerte Cartonera (DF, Mexicano) y esta noche, Matapalo Cartonera ( Riobamba, Ecuador).
Los retos y los aprendizajes permanentes, han sido dos elementos fundamentales para ir tallando poco a poco cada uno de los contornos de nuestra cartonera. Inicialmente, incentivados por la experiencia argentina, empezamos a buscar las herramientas adecuadas para poder empezar un proceso similar en nuestra ciudad. Estas herramientas, desconocidas hasta entonces, pudieron solidificarse en una suerte de orden y claridad, una vez que tomamos contacto con los integrantes de Sarita Cartonera de la capital peruana. Y es que el proceso cartonero en gran medida está influido por un enriquecimiento constante en todos los sentidos, un comportamiento de vasos comunicantes que ha logrado armar una red a nivel de todas las cartoneras del continente, las mismas que comparten materiales y aprendizajes. Así, con las experiencias contempladas de los otros espacios cartoneros, decidimos emprender este camino, que ahora se brinda hacia la colectividad.
Sería el mes de noviembre cuando en el taller del artista plástico Edwin Lluco, diéramos forma a los primeros libros cartoneros. Entonces Eduardo Yumisaca, Gabriela Falconi, el propio Edwin y mi persona, nos asomábamos a un universo hasta entonces no tocado, en el que cada uno de los materiales que podíamos encontrar en las esquinas y calles de la ciudad podían juntarse formando un todo de aleación, para dar como resultado un objeto de arte que no esté destinado únicamente para adornar las salas o estanterías de los museos, sino que desde su construcción proponga cuestionamientos, nuevos centros de difusión, formas renovadas de asistir a las
alternativas.Desde ese tiempo hasta acá,
diez chicos han pasado por el proceso cartonero de Riobamba. Muchachos de escasos recursos económicos y edades comprendidas entre los diez y dieciséis años, que han recibido talleres de pintura, armado de libros y diseño de portadas, llegando a dominar, quienes se han mantenido fijos en el proceso, las técnicas de esto que es un oficio alternativo que de alguna forma, los liga a un espacio diferente al de la calle. A cambio de cada libro armado, los chicos reciben una retribución económica que también les permite verse apoyados para sus necesidades más inmediatas. Este sin duda es el objetivo fundamental que persigue el proyecto: poner en mano de los menores, las herramientas suficientes para que su enfoque de la realidad pueda desplazarse hacia un punto en el que la exteriorización de sus capacidades sea la brújula que marque el punto de orientación. Pero el proyecto no se detiene únicamente ahí. Es decir, ese objetivo social, se cumple únicamente cuando el producto que se ofrece al público, tiene una calidad que permite abrirse paso en un medio,
cargado de decadencia
y
confortmismo.Por eso
la apuesta de Matapalo
es la de crear libros que estéticamente se presenten como únicos,
así como contundentes en el contenido que tienen. Literatura Latinoamericana actual, clásicos de la lectura que por muchas razones no llegan a las manos de quienes los necesitan, ensayos críticos, que miran a la realidad desde puntos de enfoque donde la diversidad es la discusión, ahora están al alcance de las personas que deseen leerlos, llegando así también a ofrecer libros a bajo costo que generen un nuevo mercado de lectores. Del otro lado entonces, está el sello editorial Matapalo Cartonera, que propone una literatura no subordinada a los márgenes, de los cuales el sistema se engalana como engendrador, sino que habla desde la posibilidad de las nuevas alternativas que surgen a partir de procesos solidarios, equilibrados, imaginativos y propositivos, con los que se busca, ahora parece ese el fin, hacer de este un mejor espacio para la vida.
La Casa Cartonera en la que actualmente funcionamos los talleres, está abierta para todos aquellos que deseen participar de este proyecto. Ubicados en una ciudad alejada de los circuitos culturales de presencia en el país, Riobamba es nuestro lugar de resistencia desde el cual lanzamos este proyecto a nivel de todo el país, y a donde esperamos llegar en el menor tiempo posible con nuestro textos cartoneros.
La Cicatriz, de Gabriela Alemán; Tras la Pólvora, Manuela, de Jorge Enrique Adoum; y Equis, del peruano Carlos Yushimito, son los tres primeros hijos de este sueño. Los mismos que ahora se abren al mundo, y abren la estela de luz detrás de la cuál llegarán nuevos títulos, de autores que al igual que todos los involucrados en el proceso, hacen una apuesta por el fin social, y donan los derechos de sus publicaciones a esta causa.
Para el Germán, que la pintura pueda recrear lo que él ve en los sueños es la parte más bonita de asistir a la cartonera. Ese sembrar el arcoíris con las manos, ese cerrar los ojos para abrigar las plumas de las aves naciendo desde las nubes, ese tejer, una a una, las trenzas de la sabiduría. Para el Germán, que la pintura pueda recrear lo que él ve en los sueños es el motor que le dibuja una sonrisa.
Victor Vimos
Riobamba, junio del 2009
Más de su presencia en Quito y Guayaquil en
http://www.matapalocartonera.blogspot.com/