jeudi 24 juillet 2008

POÉTICA TZÀNTZICA


PARA RAÚL ARIAS
“QUÉ SON LAS CALLES
SINO PUENTES COLGANTES ENTRE LA VIDA
Y LA MUERTE”…


El gran inconoclasta tzántzico, el “poeta en bicicleta” escribiendo lechuzarios en una esquina de Quito; el poeta que saca la lengua al “poeta maldito” o al “poeta vate”, tan de nueva moda en la canónica comarca; escuchar “al Raulito” ha sido siempre un acto de frescura e irreverencia; escenario para re actualizar sus recitales y happenings sesenteros, porque él nunca ha subido al pedestal de la fama como lo han intentado otros tzántzicos, a los cuales habría volver a dedicarles estos salmos del poeta patafísico, caótico e irreverente que es él; de aquel que nunca ha claudicado ni terminó “desencantado”, “desencontrado”, ni con la “cabeza reducida”, como muchos de sus contemporáneos.

Junto al recordado Rafael Larrea Insuasti, arquetipo integral del poeta tzántzico y Alfonso Murriagui Valverde, Raúl Arias conforma la triada poética de “reductores de cabezas” que nunca se vendió al canónico “santo oficio”, ni al “hit parade de la luenga”
(Diego Velasco Andrade)


De Poesía en Bicicleta, 1975

Ah, poetas de mi tierra,
poetitas de mierda
con quienes aprendí a conocer
una nueva enfermedad:
la trinofobia.

Poetas de poetas,
esqueletos de oficina,
telefónicos versos, _
dominicales y amarillos,
sálvensesipueden,
novios de la muerte,
vividores de la luna,
no se sorprendan
cuando guiando mi bicicleta
les caiga encima,
transeúntes de vías lácteas,
y lean el periódico amarillo
al otro día:

«Poeta Zutano,
recuperándose.

Le cayó encima
un ángel de cien metros».


…..

El poeta maldito que quiere pasarse las horas
bajo agradables techos, recogiendo las moscas
o peinándole a dios su peluca tostada.
El poeta maldito que no quiere ser desplazado
y sus dos brazos medio rotos luchan por coger
el arroz entero y echárselo a la panza.
El navajero y pelador de palabras
como papas con gusano.
El oidor incesante.
El casi criminal.
Linfático, nervioso estudiante de las canciones
de las cocineras y de los cantantes populares.
El todo-sol, todo-41.
Oculto puede existir para el amor
aunque de amor esté hambriento como un lobo.
¿Qué son las calles –dice- sino puentes colgantes
entre la vida y la muerte?
Sin embargo, pulidas, hermosas como ojos de iguana,
el camino desde la mosca hasta el ciego,
establecido por un trayecto de miradas,
incomparable, incomparable
en su vuelo de madera..
El poeta maldito fuma espermas para no aburrirse,
duerme en la puerta del horno
para que se queme el pan,
para que el sordo siga en su sordera,
para que el monje sea completo, con fusil.
El poeta de piscis
que prepara su testamento bajo el agua,
y cree, sobre todo cree en la superficie de la tierra,
y le estorba un moco grande
que vio pegado en la pared
y tiene que almorzar en la fonda negra
frente a un buitre de humo
y bebe chicha con esquirlas
y el un ojo ignora de vez en cuando
lo que hace el otro
y sus medias se le hayan pegado al alma
y el alma llena de mugre vaya a parar
junto a la ropa en una soga, a secarse,
para que le sigan usando.

Quiso desposarse y ahora hay problema
en el ruido del bosque.
El canto del pájaro, a las seis.
El yunque, a las seis.
Para que siga durmiendo el bienpensante.
No sabe aún si quiere cabra, puta, violeta y fragancia
o mugre entumecida y triste.
Paseó por el bosque con el sexo erecto
detrás de la bragueta.
Junto a él –rumor de hojas frescas-
la tibia escalinata del amor, rodeada el talle
por manos anhelantes.
La luna en Verne, lámparamor todavía,
y abajo entre las ramas y la noche,
el vello jugoso exprimiendo cortinas.
El amor quizá sea grande cuando se lo continúe.
cuando lo canten mil y otro mil lo escuchen atentos.
Ahora, no. Ahora es una revista pornográfica,
un coito con tijeras.
“Estate quieta, estatua de la vida”.
“Prohibiré la lucha de clases”.
Con tanta estupidez, el sol parece quemar más
¡y que así sea!
“La amé en un portal.
Fuimos a la iglesia
Para acariciar sus senos”.
“Almorzamos con tal vagabundo.
Nos reímos mucho. Del carajo y del plato sucio”.
Despósate.
Quedemos en esto.


Antología Raúl Arias, Koz Editorial 2004

De Lechuzario (1983)


No te asustes, Querido Ojo, que no eres tú quien
sufre propiamente sino tus cámaras celestes. Trinas
en el carbón encendido y te sobrecoges. Como un
danzante te apartas sigilosamente del fuego excesivo
y miras hacia atrás. Cavilas y cavilas como una marioneta engañada, zafados los brazos, atento a los ruidos,
a las voces, a la música. Te impelen a danzar y danzas.
Suave o fuertemente, con armonía o en desorden.
¿Tienes pies de hojas secas? ¿Pisan tus pies el suelo?
¿Te abrazas con el viento y bailas? ¿Tus muslos topan muslos y vas en caza de la cierva? Contestas, Querido Ojo,
que estás sembrado de luz. Un silencio se acumula, repetición de algodones. El mundo-otro, el grande,
abre sus labios de mujer, en beso hacia el mundo tuyo.
No huyen los dos. Están y se revuelcan: dos plumas en el aire, dos copos de nieve, dos hurones. Comarca de los sueños duros, machos. En pos de los sueños hembras, suaves. Querido Ojo: duermes en ti, como la llama.


Que las palabra piensen,
se enternezcan, duerman, sueñen y despierten.
Que saliven como gatos ante la leche.
Que oigan alegres el estallido de los cohetes
en una fiesta popular.
Que jueguen como niños en la calle.
Que se saluden en un portal, guareciéndose de la lluvia.
Que las palabras continúen diciendo palabras
y usen pañuelos de colores en el cuello.
Que salgan de sus casas y se conecten
como hilillos de aire o de agua,
pequeños trozos de carne fluyente.
Que antes que nada, luchen por las otras,
por las encarceladas en la ignorancia
o en las cárceles mismas.
Que las palabras piensen mejor cada día,
que amen la palabra libertad y la defiendan.
Que aprendan a odiar la palabra imposible
y no teman lo desconocido.
Que las palabras peleen, se alisten y desfilen.


CONCIENCIA Y PERRO CALLEJERO.


La conciencia sube paredes internas en duros estratagemas.
Recorre lágrimas labradas, hace el guión del último círculo de tiempos.

Lleva adelante la batuta que orquesta silencios y bullicios. Jefe de un cuerpo de calles, dirige el flujo callejero.

Los carros se detienen, choferes impacientes esperan la orden del chapa de la esquina, mientras un perrillo amarillo y blanco escapa entre las ruedas.

La conciencia se revuelve, quiere gritar y moverse hacia el animal perdido. Una orden del ahora policía, que aparenta indiferencia, puede provocar que al animal lo aplasten las ruedas, y entonces...

La conciencia gime, quisiera evitar que el perro sea destripado. Conductores impacientes esperan rebasar la esquina. La conciencia sumisa y cobarde no puede dar la alarma.

El perro amarillo escapa, sin saber, a la muerte callejera. Sube a la vereda, se sienta junto a la puerta del City Bank, del hidrante rojo. Cansado, aburrido, hambriento. con una pata se rasca detrás de una oreja.

La conciencia respira en amplios círculos de desconfianza.


De Pedal de viento, Antología personal (2004) K-Oz Editorial.


NUECES Y LUCES


El pezón de Venus incita a los planetas vecinos a incendiarse.

La Cruz del Sur relajó las mentes de los antiguos marinos y astrónomos.

¿Hay algo más ardiente que la relación entre la nuez-cerebro y el universo en una cáscara de nuez?

La brújula es desembrujada de un tajo; las emanaciones eléctricas conectaron quipus-ecuaciones: piedras gigantes despertaron en Macchu Picchu, Tiwanaku, sistemas hidráulicos flexibles, formaciones organísmicas, exactas como números de Froude.

La geometría arborescente anudó ciclos agrícolas, urbanos, comerciales, astronómicos; creció la gramínea gigantes del maíz; los dioses formaron de maíz blanco los cuerpos de los primeros hombres y mujeres.

¿Cada cual por su lado? Europa trajo sombras feroces. Abya Yala, la tierra Siempre Verde, creció en productos siempre frescos.

La oscuridad y la luz formaron la escena del abrazo mortal.



Raúl Arias. Quito, 1943.

Militó en el grupo Tzántzicos en la década de los años 60 y publicó en la revista Pucuna sus primeras producciones literarias. En la década de los 70 formó parte del cuerpo de redacción de la revista La bufanda del sol.

Obra literaria. Poesía en bicicleta (1975), Lechuzario (1983); Signos en el fuego, reportajes, 1987; Trinofobias, poesía, 1988; Espejo, un zapador de la colonia americana, premiada en el Concurso de Libretos de Radioteatro de Radio Televisión Alemana, 1989; Luces y espejos en la oscuridad, escrita en colaboración con Iván Toledo, Premio Nacional de Obras de Teatro convocado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1990; Cinemavida, poesía (1995); Vuelos e inmersiones, poesía (2000) Caracol en llamas, poesía, y Picadas del viento, teatro (2001); Pedal de viento, Antología personal (2004) Publicada por K-Oz Editorial.

Su última antología ha sido publicada en la Colección Palabra Viva de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.Cuatro poemas suyos han sido musicalizados por el grupo Nuages y La comedia monótona, que dirige el músico francés Sven Pagot. Ha realizado tres series radiofónicas con narradores y poetas latinoamericanos.
La libertad buscando patria. Vida y poesía de Jorge Carrera Andrade, CD, (2007).

MÁS EN
http://k-oz-editorial.blogspot.com/2007/12/el-movimiento-tzantzico-y-su-clara.html

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