samedi 29 décembre 2007

IDENTIDAD ANDINA



FELIZ AÑO 2008





LES DESEA K-OZ Editorial
ACTIVANDO LA PALABRA
DE IRREVERENTE IDENTIDAD
desde las Tierras del Centro
Quito, 31 de diciembre 2007




IDENTIDAD Y CUESTIÓN INDÍGENA








Por Pablo Yépez Maldonado*


“Dicen que hemos faltado a nuestra cita con la historia, y hay que reconocer que nosotros llegamos tarde a todas las citas.

Tampoco hemos podido tomar el poder, y la verdad es que siempre nos perdemos por el camino o nos equivocamos de dirección, y después nos echamos un largo discurso sobre el tema.

Los latinoamericanos tenemos una jodida fama de charlatanes, vagabundos, buscabroncas, calentones y fiesteros, que por algo será.

Nos han enseñado que, por la ley del mercado, lo que no tiene precio no tiene valor, y sabemos que nuestra cotización no es muy alta. Sin embargo, nuestro fino olfato para los negocios nos hace pagar por todo lo que vendemos y nos permite comprar todos los espejos que
nos traiciona la cara.

Llevamos quinientos años aprendiendo a odiarnos entre nosotros y a trabajar con alma y vida por nuestra perdición, y en eso estamos; pero todavía no hemos podido corregir nuestra porfiada costumbre de abrazos, nuestra manía de andar despiertos y chocándonos con todo y cierta tendencia a la resurrección inexplicable”.

Eduardo Galeano
Úselo y tírelo


Después de quinientos años los elementos de la Historia se repiten; el mismo Dios que acompañó a los españoles en la conquista de América, ahora debidamente acuñado en papeles verdes, y las mismas y desgastadas palabras para tratar de imponer el discurso de la “modernidad” y el “progreso”, el “desarrollo” y el “futuro”. Es patético (por decir lo menos pues en realidad es indignante), escuchar al sociólogo avergonzado de “las costumbres de los ecuatorianos”, hablar de los "beneficios que ha traído la democracia para el sector indígena"[i], pues desde la lógica de las elites y de sus “recaderos” es suficiente, basta y sobra el que se haya extendido las redes de fluido eléctrico o los canales de riego; ¿qué más necesitan los indígenas (eufemismo de indios) para vivir al interior de la modernidad; de qué se quejan?

Más allá de las expresiones de los sectores dominantes y de su desconcierto; el "movimiento indígena" constituye la irrupción de aquellos sectores "inviables" en el concierto de la historia de fin de siglo; aquella dicotomía entre "el Norte, donde reinan el instrumentalismo y el poder, y el Sur, que se cierra en la angustia de su identidad perdida", según Alain Touraine, no está debidamente delimitada y, precisamente, es en "los límites de un discurso -de qué se habla- (lo que) convierten a éste en un discurso sobre límites -cómo debe hablarse y hasta dónde-".

La emergencia de nuevos movimientos y sectores sociales se la puede ubicar a fines de la década de los 80 y a comienzos de la de los 90. De estos grupos de la “sociedad civil”, se destacan: el movimiento de mujeres con la incorporación de varios puntos reglamentados en la Ley para su participación política –que luego de incorporados se diluyeron por la poca aceptación hacia el movimiento en su intento de participar políticamente de manera independiente-, el de los niños que logró el reconocimiento de su calidad de ciudadanos y la incorporación de su nuevo estatuto en la Constitución Política del Estado establecida en 1998; el movimiento Gay que logró la despenalización de su condición de las leyes del Ecuador, pues el simple hecho constituía un delito susceptible de ser reprimido con prisión; y, el más importante, el movimiento indígena que logró interpelar al Estado nacional en su papel excluyente, discriminatorio e inequitativo, durante toda la década de los 90 antes de la llegada de los llamados “movimientos ciudadanos”.

Supay o diablejo andino en las fiestas de Pujilí


Luego, los acontecimientos de enero del 2.000 -tres ceros como constatación de que todo era posible-; constituyeron el resquebrajamiento de la imagen del poder en lo simbólico con la presencia inconsulta de otros signos y de otros presagios. Fue un anuncio de la necesidad de re interpretar a la Historia,[ii] tratar de leer aquellos arcanos de los que están construidos los clímax de todo movimiento; un indio en el Palacio de Gobierno desestructuró la lejanía del poder, la inaccesibilidad, la distancia; permitió consolidar, en el imaginario indígena y popular, que el ejercicio del gobierno sí era posible, confirmando toda aquella práctica y conocimiento adquiridos en los espacios del poder local hacia el "buen gobierno" y dejando, seriamente resentido, el referente real construido con violencia y exclusión por los sectores dominantes de lo que es: poder y gobernar.

Si existe una disociación entre la imagen psíquica (representación o significado) y el referente real es que está en proceso de construcción o deconstrucción -precisamente ese espacio reservado antaño a los elegidos, a los “patriotas”, a aquellos que construyeron este país sobre las manos, los huesos, la rabia y el trabajo de los indios- otra concepción de poder y de gobierno compuesta de ingredientes reales e imaginarios a contrapelo de los discursos de los intelectuales de las “señas particulares” y “de las siete armonías” -convertidos a la vez en "consejeros del Príncipe modernizador y (en) defensores del pueblo oprimido"
[iii]- que no logran comprender una dinámica que fluye por fuera de la racionalidad occidental, discurso -apropiado pero ajeno- de la razón, de la racionalidad, de la funcionalidad, de la subordinación, del “orden” y la “cordura”. Había que meter, a como dé lugar, la realidad en el saco de las teorías de occidente.

Aquel levantamiento indígena, finalizó con la revisión de algunas medidas económicas y el cambio de tono del régimen, de imperativo a conciliador, confirmó que la construcción de la identidad era posible únicamente desde la irrupción, desde la ruptura; demostración que había conllevado quinientos años y más. A pesar de las “bondades de la democracia” y de los esfuerzos estatales para "integrar" al desarrollo al sector indígena; no había sido posible impedir su irrupción en el escenario de la democracia –no en los términos elaborados por los tecnócratas de los años 70, sino en las condiciones que los indígenas deseaban para modificar el todo vital, más allá de las conquistas coyunturales obtenidas.



Fiestas del Solsticio de Junio Inti Raymi, imagen Pablo Corral

Las innumerables rebeliones del pueblo indígena durante cinco siglos[iv] fueron una expresión concreta de creación colectiva de su visión del porvenir en su enfrentamiento permanente con aquellas fuerzas que actuaban en su contra ¿Qué se escondía detrás del nuevo escenario, qué fórmula secreta se manejaba debajo de los ponchos para que pudieran doblegar la soberbia de los gobernantes de turno; qué ilusión galvanizada por el aire de los páramos permitía la destrucción de los límites del discurso oficial, de la academia y de los medios de comunicación? ¿Estaba el código andino más allá del marco jurídico heredado de las polis griegas y romanas?[v]

Las diversas explicaciones de aquella época se han limitado a describir las maniobras coyunturales usadas para reflotar a una parte de la dirigencia y sus tácticas para lograr la participación de los otros sectores de indígenas o, por otro lado, los errores cometidos por el gobierno de turno. Más allá de estos análisis, que trataban de mirar al movimiento desde las conocidas maniobras para obtener ciertas reivindicaciones, es necesario mirar a la distancia todo el proceso como un ejercicio condensado de construcción de identidades (y de diferenciación). Es cierto que las condiciones económicas constituyeron el detonante, es también evidente que el atraco cínico a los dineros del Estado y de la ciudadanía en @os@general convocaron a la acción y a la lucha; pero no fueron suficientes elementos para explicar, por sí mismos, la movilización creciente y el poder de convocatoria demostrado por el movimiento indígena a lo largo de los años 90.

La crueldad del poder ejercido sobre su humanidad (desde que se les concedió el privilegio de “contar con alma”), la discriminación permanente por parte de todos los sectores sociales (sin excepción alguna), la exclusión, el tutelaje, la aparición espontánea de voceros bienintencionados para “darles expresando” sus propuestas; inclusive el aprovechamiento de "su condición” con “finalidades estéticas y/o exóticas”; en fin, una larga cadena de actores que representaban al “movimiento indígena” y le impedían auto representarse.

A pesar de verse obligados, desde la invasión de los españoles a América, los indios -y los negros- a “la imitación, a la simulación de lo ajeno y a la vergüenza de lo propio (...) nadie pudo evitar que ellos aprendieran pronto a subvertir todo aquello que tenían que imitar, simular o venerar”
[vi].

En el caso ecuatoriano, como en el andino en general, no existe desacuerdo sobre cuál de todos los sectores sociales careció de poder; cuál de aquellos no pudo construir su propio discurso como sujeto pero estuvo presente en todos los predicados; y, a pesar de lo anterior y de manera paradójica, es el movimiento indígena quien, al cuestionar todo, poner en evidencia la irracionalidad del sistema y, fundamentalmente, trastocar el sentido de lo establecido, de demostrar “ el poder de lo irreverente” que reclamaba el poeta tzántzico Rafael Larrea Insuasti; demuestra que es posible (están salvados aquí los “desencantados” y “desencontrados” de toda laya) construir formas de vida alternativas, concepciones distintas de poder y de gobierno.





Fiestas del Pawcar Raymi en las comunas de Imbabura


Sin caer en la apología de la vida comunitaria andina, es posible rescatar aquella "macro física" del poder que restituye las escalas y da mayor importancia a la relación cósmica que a la ganancia, a pesar de todos los discursos "globalitarios" que persisten en su afán de mirar a la humanidad escindida de la (y de su) naturaleza. Se insinúa tenuemente que es factible la de construcción de la sociedad intercultural, no por el sendero de la represión y negación, sino por medio del placer y del redescubrimiento.

Paradójicamente, cuando la “postmodernidad” hace tiempo que ya estaba en entredicho y, en especial, al Sur se lo percibe como nostálgico "de su identidad perdida”
[vii] salta la liebre donde menos se espera: quienes no tenían nada qué decir,[viii] en un escenario dispuesto para dar el gran paso hacia la globalización, de pronto lo cuestionan todo y obligan a discutir conceptos tan digeridos como democracia, consenso, minorías, mayorías, exclusión, participación y, fundamentalmente y a pesar de que no se lo exprese en voz alta, poder.

Entonces el eje central de preocupación, que subyace en todos los análisis de la época, se desplaza a una sola cuestión: ¿cómo es posible que los indígenas, cuya conducta; forjada mediante el funcionamiento de un poder que castiga, vigila, moldea y corrige; pueda revertirse, quiebre "la maldición del predicado" y arribe a la autodeterminación? Aquella interrogante planteada por Foucault tal vez esté a punto de ser contestada.

El movimiento indígena logra descolocar el discurso, cuestiona su construcción, sus constructores y sus límites; desmonta aquel sutil proceso de recuperación de Shakespeare, por ser quien mejor expresa la duda entre “Ser y/o Parecer”, es decir expresar en toda su potencialidad la naturaleza humana -con sus distintos niveles de espiritualidad y “animalidad”, es decir asumir aquella razón objetiva que le deja inerme ante la realidad aplastante; además, y como si fuera poco, el movimiento indígena desarma el discurso de relojería de las clases delimitadas de manera casi matemática, portadoras de su propia ideología lo que les impide construir una visión general de mundo. Entonces, es el momento de preguntarnos ¿cuál es la esencia que provocó esa catástrofe; cuál es la perversidad de aquellos excluidos que dejaron fuera de juego a los constructores de sentido en el ámbito del poder, de la filosofía, de las leyes y de la economía?

"El tiempo extraordinario ya sea como el tiempo de la catástrofe o de la plenitud, es el tiempo en que la identidad o la existencia misma de una comunidad entra en cuestión; es el tiempo de la posibilidad efectiva del aniquilamiento, de la destrucción de la identidad del grupo o es también el tiempo de la plenitud, es decir, el tiempo de la realización paradisíaca, en el que las metas y los ideales de la comunidad pueden cumplirse."
[ix]

Más allá de todos los indicadores socioeconómicos subyace una voluntad de ser, de apropiarse de sí mismos y de su destino. Expoliados y conducidos, bautizados y condenados; quinientos años en una permanente disputa por espacios pequeños para mimetizarse con la esperanza de no ser descubiertos o delatados; construcción permanente de recuperación y acopio, de conocimiento y repliegue para arribar a inicios del milenio con vocación de poder que va más allá del reconocimiento de su “nacionalidad” (y de autonomía, iniciativa expropiada por los sectores oligárquicos), de su diversidad cultural.

Es el momento de proponer un cambio; de manera radical (y, a su manera, exclusiva), transformar la visión lineal marcada por la racionalidad occidental hacia una “cosmovisión” que permita incluir los postulados ancestrales como principios fundamentales para garantizar la vida lejos de una concepción antropo-centrista sino cósmica y mágica; con lo cual se cerraría el círculo entre los pueblos que están fuera del proyecto histórico de occidente y que constituyen las tres cuartas partes de la humanidad.

Es el momento idóneo para romper y sorprender, para contribuir con nuevas dimensiones de lo social, lo humano y lo cósmico; momentos críticos en los cuales se pone en juego aquello que es tan preciado para el pensamiento racional: la vida, pero concentrada en el cuerpo, el nuevo templo del individualismo; en cambio, los pueblos indígenas, en esa permanente y nunca ajena relación con la muerte entienden a la vida como un constante fluir de energía que alimenta a ese "punto azul pálido" que viaja por el espacio por algunos miles de millones de años ya.

Ruptura total con los viejos paradigmas; de qué desarrollo podemos hablar si estamos “fuera de la Historia”; qué sentido tiene mejorar la calidad de vida de acuerdo a los parámetros occidentales si “esa forma de vida" es la que nos impele a devorar nuestros recursos o a devastar la naturaleza; de qué democracia hablamos si gobiernan ochenta transnacionales el planeta; con qué libertad estábamos soñando si no podíamos satisfacer nuestras necesidades básicas.

Y existe más, dónde quedaban (¿quedamos?) los influyentes y omnisapientes intelectuales, portadores y reproductores del saber, formados bajo la égida del pensamiento racionalista y clasificador si "hay realidades simbólicas y concretas a un tiempo solo accesibles al músico, al poeta (agregamos, de parte de Foucault, los locos, los niños, los escolares y los colonizados), y por tanto, verdaderas, con otra verdad distinta a la de la experiencia o a la de los conceptos...

Por ejemplo, el sol es un símbolo, y más que un símbolo: cuerpo glorioso, descubre el mundo, enuncia el cosmos, los centros de energía y los focos de calor, los ciclos y los retornos, las desapariciones trágicas y las resurrecciones... El sol posee una existencia triple: empírica (objeto de ciencia); social (regulador del tiempo y del espacio), y, por último, poética (simbólico y mítico)".
[x]

Es decir, desde la región andina se devuelve la racionalidad (si cabe hablar de racionalidad) a lo “espiritual pues” deja al descubierto la funcionalidad de las religiones de occidente como copartícipes del poder y no de la vida; el sol, además de objeto de estudio y organizador del tiempo es el símbolo de la vida (al igual que las montañas, el agua, los árboles), concepción que tiene más sentido que todas las elaboraciones de occidente juntas.

Los últimos cinco siglos nos hemos pasado tratando de develar todo sentido, de despojar de aquellos contenidos ideológicos -rémora de pasados religiosos- a nuestra relación con la naturaleza; la racionalidad occidental ha llenado el horizonte de supuestas verdades, o verdades aceptadas casi como axiomas: "Pienso luego existo, !No¡ Cuando pienso no existo, y si pienso no existo: busco el ser. El 'sujeto' pensante se descubre 'sujeto' discurriente, buscante, sufriente: sujeto del no-ser"
[xi]; la racionalidad instrumental llevada al máximo; es preciso negar la subjetividad para poder actuar de manera eficaz y con posibilidades de sobrevivir en un mundo altamente competitivo; la sociedad llevada al borde del paroxismo y la demencia.

“...en mirarse con los ojos del conquistador, está el pecado mortal de América, la causa de las distorsiones que durante tanto tiempo le cerraron el camino a la plenitud. [...] América no ha hecho aún su propia historia, sino que ha pretendido vivir la historia de la cultura europea, o sea, como su eco y su sombra”
[xii]; es la incapacidad de vernos y reconocernos en toda nuestra riqueza y diversidad lo que nos ha impedido llegar a ser, casi siempre hemos pretendido parecer.[xiii] Esta incapacidad para reconocernos, para vernos cómo somos y dejar de reproducir modelos nos limita a seguir debatiendo una identidad[xiv] nunca terminada. Pero tal vez...


Notas:


1 Cristóbal de Mena citado por Fernando Mires en El discurso de la indianidad. Edit. Abya-yala.
2 Declaraciones de Osvaldo Hurtado, pues a él nos referimos si alguien duda, por las “sucias costumbres de los ecuatorianos”..
3 La definición, delimitación y las interrogantes sobre "lo indígena", están expuestas en El discurso de la indianidad de Fernando Mires. Edit. Abya-yala.
4 “En los albores del siglo XVI no había en Europa ciudad más grande y hermosa que Tenochtitlán (que surgía del lago como una fábula de Amadís, al decir de Bernal Diaz), ni templo mayor que la pirámide del Sol de Teotihuacán. La pirámide de Cholula, ya destruida, era más grande que la de Cheops. Copán era una ciudad universitaria. Al construirse la Catedral de México, una de las seis más importantes del mundo cristiano y la primera de América, su base apenas cubría una parte del área ocupada por la pirámide que existía a la llegada de Cortés. También el Cuzco era superior a cualquier ciudad española, y había en ese imperio puentes colgantes de hasta 135 metros. La civilización Maya cubre 2.700 años de historia, a partir del año 1000 antes de Cristo, tenía el cero, y un calendario de 365 días, más exacto que el gregoriano de 1582. Pero los códices, quipus, pictografías y obras de arte fueron echados al fuego, y con ellos, la historia: había que suprimir los testimonios de ese escándalo.” Adolfo Colombres. La colonización
5 Touraine, Alain. Crítica de la modernidad. Temas de hoy. Ensayo.
6 Antes, la historia de esos pueblos eran muchas historias. Después de la "conquista" comienza la historia de esa creación europea que es "el indio". Mires, Fernando. El discurso de la indianidad.
7 “El código andino quichua gira en torno a seis valores básicos. Los tres primeros AMA QUILLA (no haraganear), AMA LLULLA (no mentir) y el AMA SHUA (no robar); en tanto que los otros tres valores son amor por la tierra, reciprocidad y presencia de lo sagrado” Rosero, Fernando. Levantamiento indígena: tierra y precios. CEDIS. 1990
8 Quijano, Aníbal. Colonialidad del poder, cultura y conocimiento en América Latina. En: Ecuador debate. Rev. No. 44
9 Touraine, Alain. Crítica de la modernidad. Temas de hoy. Ensayo.
10 Schmidt, Wolfgang “Mientras Europa y Estados Unidos se han enclaustrado en el relativismo desencantador del ‘postmodernismo’, América Latina no tiene nada que decir. Los discursos de los 60 y 70 se quebraron frente a la revolución informática y al ‘boom’ económico de los centros de acumulación”. En los límites de la modernidad. En: Debates sobre Modernidad y postmodernidad. Nariz del Diablo. 1991
11 Echeverría, Bolívar. Ceremonia festiva y drama escénico. Ponencia del autor en la mesa redonda "el arte y la vida cotidiana" efectuada en la UNAM el 27 de noviembre de 1992.
12 Lefebre, Henry. Hegel, Marx, Nietzsche.
13 Ibid.
14 Colombres La colonización.
15 Esta miopía tiene partida de nacimiento doble; la intelectualidad de Europa nunca pudo entender este mundo: para “Voltaire, América estaba habitada por indios perezosos y estúpidos, tenía cerdos con el ombligo a la espalda y leones calvos y cobardes; Bacon, Montesquie, Hume y Bodin se negaron a reconocer como semejantes a los hombres degradados del nuevo mundo. Hegel habló de la impotencia física y espiritual de América y dijo que los indígenas habían perdido al soplo de la Europa.”: Eduardo Galeano. Las venas abiertas de América latina.

Pablo Yepez Maldonado

*Sociólogo, poeta y “loco”, miembro del colectivo K-Oz.
Su novela “La alcoba de los patojos” habla de manera desencarnada e irónica de aquella época vital: la de los 80s, indispensable para comprender el país actual:
aquel de los movimientos sociales ciudadanos.
Este texto hace parte de un próximo libro colectivo próximo a aparecer con K-Oz, sobre el polémico tema de las identidades ecuatoriales.


lundi 24 décembre 2007

SERIE IDENTIDAD ECUATORIAL



A PROPÓSITO DEL 2008...


ALGUNAS PALABRAS SOBRE LA CONSTRUCCIÓN

DE LA “SOCIEDAD DE BUEN VIVIR”

Por Alfredo Pérez Bermùdez*


!Hey! Usted también tiene que ver con este tema...**


La construcción de la sociedad del conocimiento y la información basada en la revolución tecnológica ha ampliado los espacios del saber de forma inimaginable, donde empieza a ser real lo virtual. Asistimos a una profunda modificación de la visión global del mundo y hemos entrado por las puertas de nuevos paradigmas “civilizatorios”, donde se re actualiza la voz de lo antepasado, ofreciendo nuevas condiciones para pasar de la confrontación a la integración, del conflicto a la cooperación.

La voluntad de asumir dialógicamente el futuro constituye un reto y un desafío, un factor de vital importancia para la sobre vivencia de la población ecuatoriana, latinoamericana y mundial; ello significa saber vivir bien o vivir sabiamente para mantener el equilibrio que requiere no solo la sociedad humana sino, bajo el nuevo-viejo paradigma holístico, el mantener relaciones de equilibrio con los otros seres que habitan el entorno; relaciones que permitan la sanidad ambiental, social, emocional y espiritual de los pueblos en su todo complejo, pues, hasta ahora, la alteración y trasgresión de los códigos de relación entre el ser humano y los seres del universo, han provocado el estado de dolencia y morbilidad en que se encuentra el planeta y todo lo que lo habita.

Para los pueblos de América, la conquista, la colonización y la creación de las repúblicas, ha significado la pérdida violenta de territorios, culturas, lenguas, conocimientos, prácticas, espiritualidades, códigos de ética y moral, de trato con los mayores y de patrones alimentarios, es decir la ruptura del diálogo intergeneracional (familia), la destrucción de las relaciones sociales (comunidad) y la imposición de formas ajenas y destructivas de vida.


Fiestas cristianas de fin de mes, o culto a la mendicidad ?


Para la lógica occidental (positivista), el sujeto explica fragmentariamente la realidad, vista como objeto y la dota (construye) de sentido desde sus categorías científicas. Así, por ejemplo, desde la perspectiva del desarrollo (BID, BM), la “calidad de vida” ha estado marcada por los cálculos econométricos y las estadísticas, como únicas formas de identificar la realidad de un pueblo a fin de cubrir sus necesidades (infraestructurales), sin considerar los factores no cuantitativos vitales de los pueblos. Hasta ahora, estos cálculos econométricos y las estadísticas, han sido la única forma de identificar y “superar la pobreza”.

Recapacitar en torno a que el desplazamiento de los valores comunitarios, la desintegración de sus estructuras y la alienación del mundo espiritual han afectado el bienestar de las personas, más que la carencia de bienes físicos, es una tarea que debe ser propuesta para consensuar en que la lucha contra ella, la pobreza, es más que mejorar la base económica y el acceso a los servicios públicos y constituye un factor que puede definir la verdadera importancia de la identidad cultural, la interculturalidad, el “enraizamiento” físico, mental / espiritual de las personas y de los pueblos.

Sin embargo, las intenciones de superar el desprestigio de lo tradicional “occidental” y revalorar lo autóctono, marcan sus propios límites en cuanto a conceptualización y aplicabilidad, en sociedades cada vez más integradas a un mundo globalizado. Así, el desafío que tenemos es múltiple, partiendo de la necesidad de que hace falta conceptos epistemológicos con una gran capacidad integradora, un sacudón que nos dé la base paradigmática para comprender las distintas realidades de la sociedad.

Los ajustes funcionalistas que se han dado para canalizar el quehacer cultural han arrojado una serie de reformas y leyes, que antes que viabilizar, obstaculizan el paso de la democracia representativa a la democracia participativa-igualitaria-integradora y solo representan la discriminación generada desde la absorción marcada por la apertura de los mercados en el esquema neoliberal, que ha impulsado una nueva manera de relación y articulación entre los distintos procesos.

Desde el lado que está en etapa de plena visibilización, el de los pueblos originarios, la lógica es ciencia ecosistémica, donde el sujeto explica mediante integración entre iguales los elementos de la realidad tangible e intangible vista como sujeto. Así, el Buen Vivir o Vivir Bien (Sumak Kawsay en kitchwa) es la vida en armonía con el ayllu y el continuum de las relaciones sociales, comprende las constantes e indivisibles relaciones armoniosas entre la naturaleza y los entes protectores, donde el dominio del conocimiento de ese todo complejo se transmite de generación en generación.

En la construcción de la Sociedad de Buen Vivir, no se trata de discriminar una cultura altamente tecnológica, sino de remontar hegemonismos desde el replanteo de pensamientos filosóficos a la relativización horizontal cultural, que exige la pluri-modernidad, lo cual pasa por la reconstrucción de legitimidades entre los actores sociales, que otrora se consideraban antagónicos para superar rupturas en el “círculo de reproducción simbólica”.

Esta será una gran tarea a emprender por nuevos logros en la perspectiva constructiva de la sociedad del buen vivir y del buen ser, basados en una visión compartida de futuro, que más allá de lo estrictamente legal, comprenda la pluri y multiculturalidad como esencia de la afinidad y la convivencia que debemos construir para conducirnos por el “buen camino”.

Este no es una banca para el buen burgués,

es una banca en la plaza de San Francisco-Quito


Bajo este gran paraguas se encuentran en juego la democracia formal vigente, legitimada en las elecciones de noviembre del 2006, que dio el triunfo al actual Presidente Constitucional de la República, Ec. Rafael Correa Delgado, y la construcción de una nueva, asunto que se expresa claramente en el Plan Nacional de Desarrollo 2007 – 2007, expuesto a la ciudadanía por el actual gobierno, cuya hoja de ruta es la Revolución Ciudadana. Dicho plan “recupera –textual- una visión de desarrollo que privilegia la consecución del BUEN VIVIR, presuponiendo la ampliación de las libertades, oportunidades y potencialidades de los seres humanos, y el reconocimiento de unos y otros para alcanzar el PORVENIR COMPARTIDO”. El documento es explícito, cuando se refiere a la ruptura conceptual que contiene y que deriva en importantes propuestas para el futuro de la nación.

“Esta ruptura conceptual –la de construcción de la Sociedad del Buen Vivir- que proponemos –dice el documento en referencia- tiene orientaciones éticas y principios que marcan el camino hacia un cambio radical. Las orientaciones éticas se expresan en tres dimensiones: la justicia social y económica, la justicia democrática participativa (igualitaria e integradora, agregaría yo) y la justicia intergeneracional. A su vez, existen varios principios que sustentan esta ruptura hacia una sociedad justa, libre, democrática y sustentable…”, en la perspectiva del mejoramiento de la calidad de vida de quienes otrora fueron desplazados de las bondades de un territorio generoso en recursos naturales, humanos y culturales.

Finalmente, empezar a andar por el " buen camino" es empezar a construir la Sociedad del Buen Vivir, empezar a construir esta sociedad -más allá de las legítimas contradicciones que se puedan generar-, quiere decir, escalar las escabrosas cimas del conocimiento, de ahí que recomendemos o al menos sugiramos, a quienes aún se manejan las aguas de los viejos paradigmas, unas pocas lecturas que hemos podido apreciar, a fin de que asuman adhesiones y oposiciones, y que, bajo la legítima herramienta de la crítica, objetiven el papel que deben cumplir en esta luminosa hora que vive el Ecuador y América India.

Las lecturas sugeridas son: Aprender en la Sabiduría y el Buen Vivir (Universidad Intercultural Amawtay Wasi); Summa Qamaña, la Comprensión Indígena de la Buena Vida (GTZ, varios autores bolivianos); Qhapaq Nán: la Ruta Inka de la Sabiduría (Javier Lajo); Caminantes del Arco Iris, el Retorno del Inka´Ri (Atawallpa Makarios Oviedo); Ayni (Milla Villena); Filosofía Andina, Estudio Intercultural de la Sabiduría Autóctona Andina (Josef Estermann); Visión Cósmica de los Andes (Alberto Tatzo); Etnografía, Linguística e Historia Antigua de los Caras (de los esposos Costales). Y aunque parezca asombroso: La Conciencia Cuántica (Isauro Puente); La Sociedad Cuántica (Danah Zohar y Ian Marshall); El libro Negro de la Francmasonería (Serge Raynaud De La Ferriere).

Sol de identidad ecuatorial: Cultura La Tolita en el Pacùifico Norte


Estos pocos materiales bibliográficos –que son fuente del presente texto- y otros muy poco difundidos y por tanto casi desconocidos, pueden ayudarnos a concretar los esfuerzos por redescubrirnos y resignificar en el proceso de construcción de la Casa Común de los ecuatorianos. “Mostrar la visión cualitativa de la buena vida de la civilización occidental moderna, basada en la escisión sujeto / objeto y la visión amerindia basada en lo contrario: el “continuo biosférico”, todo esto es clave para el nuevo diseño de políticas públicas que pueden sacarnos de situaciones pretendidamente “tercer mundistas”, hacia un estilo de vida convivial y equilibrado, donde el factor cultura, es decir la variable cualitativa, cumpla el papel al que ha sido convocado en esta época de cambios y no de cambio de épocas.



*Alfredo Pérez Bermúdez. Es poeta, escritor y gestor cultural, miembro del colectivo K- Oz; funcionario del Ministerio de Cultura del Ecuador en el área de desarrollo cultural comunitario. Entre sus obras consta el ensayo poético “La posibilidad de soñar por escrito”, historia de los grupos y talleres literarios de Quito en los años 80, publicado por K-Oz Editorial en 2002.

**Imàgenes: Eduardo Valenzuela

lundi 17 décembre 2007

EL MOVIMIENTO TZANTZICO Y SU CLARA MILITANCIA POLITICA



Ponencia presentada en el I Encuentro de Talleres Literarios
Alfonso Chávez Jara, CCE Riobamba 2006
Por: Alfonso Murriagui Valverde*


El 27 de agosto de 1962, firmado por Marco Muñoz, Alfonso Murriagui, Simón Corral, Teodoro Murillo, Euler Granda y Ulises Estrella, apareció el Primer Manifiesto Tzántzico. En un ambiente saturado por la beatería, inmerso en la "Sanfraciscana paz de los sepulcros", y en medio de las loas a los "ilustres intelectuales" pertenecientes a la aristocracia usufructuaria del poder, un grupo de jóvenes, la mayoría estudiantes de la Universidad Central, decide participar activamente en la vida cultural de Quito, especialmente en el campo de la creación poética, que venía siendo maltratada consetudinariamente por "poetitas" trasnochados, que no querían abandonar la poesía "lloriqueante, sensiblera y derrotista", que tanto éxito tenía en los círculos sociales del "romántico Quito" de los años cincuenta.


El Manifiesto no fue un exabrupto sino una constatación de la realidad cultural que vivía nuestro país a comienzos de los años 60; por eso en sus primeras líneas afirma: "Como llegando a los restos de un gran naufragio, llegamos a esto. Llegamos y vimos que, por el contrario, el barco recién se estaba construyendo y que la escoria que existía se debía tan solo a una falta de conciencia de los constructores. Llegamos y empezamos a pensar las razones por las que la Poesía se había desbandado, ya en femeninas divagaciones alrededor del amor, (que terminaban en pálidos barquitos de papel) ya en pilas de palabras insustanciales para llenar un suplemento dominical, ya en 'obritas' para obtener la sonrisa y el “cocktail” del Presidente¨




Alfonso Murriagui en su ponencia





Efectivamente, como lo afirma Agustín Cueva, en su libro “Entre la Ira y la Esperanza”, "los Tzántzicos aparecieron cuando en el Ecuador se había pasado de la literatura de la miseria a la miseria de la literatura y por eso su primera reacción fue la denuncia a los literatos y a la literatura, denuncia que, por supuesto, llevaba ya implícita la severa acusación social que luego formularían de manera directa."


Esa constatación del estado en que se encontraba el país en los campos del arte y la literatura, y las condiciones sociales en que se desenvolvía, conmovió a los jóvenes e irreverentes Tzántzicos e hizo que afirmaran:


"Estaba claro. - no somos extraños como para contentarnos con enunciar que Quito tiene un rosario de mendigos ni que Guayaquil afronta el más grave problema de vivienda de la América, no. Decidimos hacer algo, ¿Por qué? Quizá porque nunca hemos tenido un estudio con paredes revestidas de corcho para evadirnos de esa miseria circundante al arte por el arte; o quizá porque lo tuvimos y a pesar de todo algo nos gritaba, algo nos llamaba en forma urgente: ¿Un llanto, una esperanza de redención, un fusil? Quien sabe"; y añaden: "No decimos que encima de estos restos nos alzaremos nosotros. No. Se alzará por primera vez una conciencia de pueblo, una conciencia nacida del vislumbrar magnífico del arte. Será el momento en el que el obrero llegue a la poesía, el instante en que todos sintamos una sangre roja y caliente en nuestras venas de indoamericanos con necesidad de saltar, de combatir y abrir una verídica brecha de esperanza"..... Y terminan: "El mundo hay que transformarlo. Nuestro paso sobre la tierra no será inútil mientras amanezcamos al otro lado de la podredumbre, con verdadera decisión de ser hombres aquí y ahora.


TzántzicosQuito, 27 - VIII - l962"





Por ser un hecho histórico que requiere ser fijado con precisión, es necesario aclarar que Ulises Estrella está confundido cuando en su libro Memoria Incandescente, página 10, afirma: “Una noche, cuatro poetas (Leandro Katz, Marco Muñoz, Simón Corral y yo) decidimos realizar la primera presentación pública en abril de l.962, en el Auditorio Benjamín Carrión de la Casa de la Cultura, en el que bajo el título Cuatro Gritos en la Oscuridad, se leyó el Primer Manifiesto Tzántzico”, y narra a continuación el acto. Lo que no se dio cuenta Ulises es que, en su mismo libro, en la página 60, se publica un recorte de prensa del diario El Comercio de fecha 28 de Abril de l962, en el que se afirma, entre otras cosas: “En realidad se trababa de un recital de poemas de Leandro Katz, Simón Corral, Marco Muñoz y Ulises Estrella”. Esa noche no se leyó el Manifiesto; lo escribimos meses más tarde y sin la presencia ya de Leandro Katz, y lo leímos Teodoro Murillo, Marco Muñoz, Ulises Estrella y Alfonso Murriagui el 27 de Agosto de l.962, a las 7 de la noche, en el Salón Máximo de la Facultad de Filosofía, acto en el que distribuimos el Manifiesto: un plegable de 8 x 10 centímetros, impreso en cartulina gris y con la figura de una tzantza en la portada. Más aún, Cuatro Gritos en la Oscuridad, no fue “la primera presentación pública del grupo”, como afirma Ulises, pues ese suceso se dio dos semanas antes, en el Salón Máximo de la Facultad de Filosofía, con la participación de Marco Muñoz y Leandro Katz. (Datos tomados de la Revista Pucuna No. 1, aparecida en Octubre de 1962).

Como queda demostrado, la lectura del Primer Manifiesto no fue la iniciación de la actividad cultural y política de los Tzántzicos, puesto que, después de los Cuatro Gritos en la Oscuridad, en mayo de 1962, Leandro Katz y Marco Muñoz leyeron poemas en la Asociación de Artistas Plásticos y en ese mismo mes se produjo el primer signo de persecución: un recital que debía realizarse en el Teatro Sucre, organizado por los estudiantes con motivo de las fiestas patronales del Colegio Montúfar, fue suspendido abruptamente por orden del Rector del Colegio, 30 minutos antes de su iniciación, aduciendo que los jóvenes participantes eran “comunistas”.Luego, en el mes de junio se realizó un recital en la Universidad de Guayaquil y, en julio, en Quito, para los Empleados Municipales. En Agosto se hizo un recital para los trabajadores de la Fábrica Textil "La Internacional" y el 27 de ese mes, en el Salón Máximo de la Facultad de Filosofía de la Universidad Central, como queda dicho, se dio lectura al Primer Manifiesto Tzántzico.









Las intenciones políticas y sociales de los Tzántzicos están claramente definidas desde sus primeras actividades: rechazan los cenáculos y los salones elegantes y van a las fábricas, a las universidades y colegios, a las agrupaciones de artistas y asociaciones de empleados. Su intención es llegar masivamente a los estratos populares, tanto que utilizan, por primera vez en Quito, la radiodifusión para hacer conocer sus planteamientos: por Radio Nacional del Ecuador difunden un programa denominado “Ojo del Pozo”, en el que, dos veces por semana, leen sus textos y sus poemas. Y es más, sus inquietudes derivan hacia la discusión de los problemas sociales, pues organizan y participan en debates importantes como la Mesa Redonda, realizados en Agosto de 1962, sobre el tema “Problemática y Relación del Artista con la Sociedad”, en la que participan los destacados pintores nacionales: Oswaldo Viteri, Mario Muller, Jaime Andrade, Jaime Valencia, Hugo Cifuentes y Elisa Aliz y actúa como moderador el Dr. Paul Engel; y el Debate realizado en septiembre del mismo año sobre “La Función de la Poesía y Responsabilidad del Poeta”, en la que el expositor fue Jorge Enrique Adoum y la discusión estuvo a cargo de Sergio Román, Manuel Zabala Ruiz, Ulises Estrella y Marco Muñoz.La presencia de los Tzántzicos, como era de esperarse, despertó la furia de la burguesía y de sus recaderos; Agustín Cueva, en el libro "Entre la Ira y la Esperanza", lo reseña en los siguientes términos: "Ahora: odiado por los derechistas; detestado por los mini y microensayistas que le aplican la cobarde y sistemática represalia del silencio; ignorado por pontífices y periodistas 'sesudos' pero aplaudido en universidades, colegios, sindicatos, etc.; el tzantzismo, tierno e insolente, es, mal que pese a sus adversarios, la verdad de nuestra cultura (y el público así lo siente: los Tzántzicos son los únicos poetas capaces de tener lleno completo en cualquier local donde se presentan). Negación de toda retórica, es, a la vez, nuestra poesía y la imposibilidad actual de una absoluta poesía: es el germen y el fracaso de nuestra ternura; la dimensión exacta, auténtica, de un momento en que el artista toma conciencia del alcance social como de las limitaciones de la palabra. Por eso, entre el acto y el grito próximo al estallido, el tzantzismo se afirma como una forma de arte ceremonial y agresiva, destinada a vencer la capa de inercia, y la barrera opresiva- depresiva que le oponen los detentadores del poder socio-político".


Es necesario señalar que la actitud de los Tzántzicos, no fue dirigida exclusivamente al trabajo literario, fue, mejor, un pretexto para ejercer, con audacia, una actividad abiertamente revolucionaria, como lo señala Cecilia Suárez en su trabajo de investigación sobre los Movimientos Culturales: "El parricidio predominó sobre la tarea de diseccionar el pasado para deslindarlo y se orientó no solo contra las figuras y las obras de la cultura oficial, sino contra toda la tradición que representaba, por el hecho de serlo, el colonialismo, la conciencia feudal, la aristocracia, o la oligarquía. Con una actitud polpotiana, despiadada, implacable, combatieron y arrasaron con todo el pasado, lo negaron y lo invalidaron totalmente".


Efectivamente, los Tzántzicos no fueron ni diletantes ni oportunistas, su actitud respondió a una clara militancia política, adoptada, responsablemente y con absoluta convicción, ya que tenían muy claros los problemas sociales, económicos y políticos por los que atravesaba el país, América y el Mundo. En el Ecuador gobernaba una dictadura militar de coroneles, que clausuró el Café 77 y que los tenía fichados como “comunistas peligrosos”. No debemos olvidar que los años sesenta fueron los años de la eclosión revolucionaria. La Revolución Cubana acababa de liberar a la Isla de la dictadura de Fulgencio Batista y rompía con el Imperio, que trataba de controlar una revolución que había estallado a noventa millas de sus dominios y que amenazaba con extenderse por toda América. La figura del Che Guevara era nuestro ejemplo y las lecturas y discusiones sobre los problemas de esa Revolución se habían vuelto cotidianas.


Cuando los Tzántzicos Rafael Larrea, Raúl Arias y Alfonso Murriagui viajaron por América, hacia el sur, conocieron a Hugo Blanco y a Luis de la Puente Useda, en el Perú y cuando se encontraban cerca del Cuzco se enteraron del asesinato del poeta Javier Heraud, quien decidió “morir entre pájaros y flores”. En su viaje de regreso, en el tren que venía de Buenos Aires, en un vagón de segunda clase, conocieron a Benjo Cruz, cantor y poeta, quien meses después moriría en la selva boliviana, como integrante de la guerrilla organizada por el Che Guevara. Con Benjo acuñaron esa hermosa frase que dio la vuelta al mundo: “Somos hartos los que estamos hartos”, que fue el epígrafe del primer libro Tzántzico: “Treinta y Tres Abajo”, de Alfonso Murriagui. Todas las gentes que conocieron y todos los pueblos pobres y explotados que visitaron, fueron las bases suficientes para que se convirtieran en militantes activos de la lucha para cambiar el sistema de explotación y miseria que campeaba en nuestra América Mestiza.Sobre este tema creo justo y necesario reproducir el pensamiento de Rafael Larrea, Poeta Tzántzico y uno de los más altos valores de la poesía nacional, tempranamente fallecido. En el No. 2 de la Revista “Diablohuma”, del Centro de Arte Nacional, en un artículo titulado “El Poder de la Irreverente”, entre otras cosas afrma: “El movimiento tzántzico fue encontrando los elementos de su ideología y de su estética, en un proceso vital de cuestionamiento y revalorización de lo nuestro, del pasado, de la cultura universal. Desarrollamos el pensamiento crítico, adoptamos una actitud consecuente con las necesidades históricas de nuestro pueblo en marcha a su futuro de libertad, y pusimos todo empeño por dinamizar nuestra actividad”.



“Ubicados dentro de una corriente ideológica y estética de izquierda, sostuvimos la necesidad de una asimilación sustancial del marxismo, así como la imprescindible asunción de una estética coherente, para lo cual penetramos en la textura del naturalismo, del realismo socialista, del surrealismo, del dadaismo y más corrientes renovadoras. El estudio crítico de Nietzche, el existencialismo sartreano, la teoría de la enajenación de André Gorz, la experiencia de la premonición de los cambios evidenciada por Frantz Fannon en la revolución argelina, etc., también nos fueron útiles”.“El nuestro fue un arte militante, consciente y claro de sus cometidos. Esto marca una gran diferencia con movimientos aparentemente similares, como el Nadaísmo colombiano. Trabajamos con espíritu de cuerpo, desplegada nuestra sensibilidad y creatividad vivimos, actuamos, sentimos, produjimos, polemizamos, argumentamos, removimos y potenciamos. Pasamos de la etapa de la denuncia a la protesta y de ella a la propuesta, al esto-bello que concebíamos, en una estética probablemente no plenamente resuelta, pero nuestra”.


Raùl Arias interviene en el encuentro

“Todo esto representó un peligro para la estabilidad de los dogmas. Fuimos atacados con la lápida oficial del silencio; por cada reaccionario, como pudo. Pero, nunca esperamos otra cosa del enemigo. Recordamos al Quijote: “ladran, Sancho, luego, cabalgamos”. Fuimos y somos enemigos de los opresores, de los falsos estetas, de los falsos poetas, de la mediocridad y el servilismo. No pedimos ni esperamos su respeto, su solidaridad, su consentimiento. Todo ello, y en abundancia, nosotros lo encontramos en los ánimos, el calor, la fraternidad sencilla y directa, en el cuestionamiento y apasionado interés por todos aquellos para quienes nuestro verso era una agua esencial, por todos los que tienen sed de grandes cambios”.

Los Tzántzicos fueron políticos, militantes revolucionarios, sino todos, la mayor parte de ellos; no hacen falta nombres, fechas, ni partidos. Ellos lo saben, algunos después renegaron, se convirtieron en empleados o asesores del sistema. Esa fue precisamente la causa para el rompimiento del tzantzismo: el aparecimiento de “nuevas corrientes” que impusieron su oportunismo derechizante, que, por cierto, no lo habían perdido nunca y que les ha servido para llegar a las más altas dignidades de la cultura nacional, que incluyen jugosas prebendas y prósperos negocios.Uno de los más importantes actos políticos que realizaron los Tzántzicos, fue la organización de la toma de la Casa de la Cultura, realizada en Agosto de 1966, con el propósito de expulsar a las autoridades nombradas por la dictadura militar. En esta acción, que se la denominó posteriormente “revolución cultural”, se demostró su capacidad de lucha y de organización y junto a la Asociación de Escritores Jóvenes del Ecuador, la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUE), la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE) y la Federación de Trabajadores de Pichincha (FTP) lograron cambiar, aunque momentáneamente, las condiciones en que se desenvolvía la institución rectora de la cultura nacional que, al poco tiempo, volvió a caer en manos del oportunismo, como se señala en el No. 9 de la Revista Pucuna, febrero de l968: “Las últimas actitudes de Benjamín Carrión y Oswaldo Guayasamín no solo han cuestionado la autonomía de la Casa de la Cultura sino que evidencia claramente el fracaso político definitivo de las viejas generaciones inspiradas en principios liberales. Junto a la posición de Asturias, embajador de un gobierno que asesina patriotas en las calles, a las vacilaciones claudicantes de Neruda, constituyen el último estertor, el derrumbamiento catastrófico de una manera de ver, pensar, sentir y actuar, el colapso de un modo de enfrentarse con la vida y la cultura”... “El intelectual no puede eludir una respuesta sobre la política nacional y mundial, tiene que hacer efectiva su actitud de integración popular, aún a costa de su tiempo, su tranquilidad, su vida. La condición de un escritor o artista tiene que evidenciarse en su capacidad de lucha contra el orden imperante”.

Los Tzántzicos no solo fueron un grupo de poetas rebeldes y parricidas, fueron los iniciadores de un movimiento cultural que se ha prolongado a través del tiempo y que continuará mientras subsistan las condiciones de explotación y miseria que agobian a nuestro pueblo y el arte y la literatura sigan siendo producto de la elitización y de la colonización cultural. Tras ellos vinieron otros Grupos afines: el Frente Cultural, con la 'Bufanda del Sol', los “Canchis”, “La Pedrada Zurda”, en los años setenta; en los años ochenta los talleristas de "la Pequeña Lulupa", los “Matapiojo” y el Taller Joaquín Gallegos Lara del Centro de Arte Nacional, que lo construimos junto con Rafael Larrea y Alfonso Chávez, para continuar con la Unión de Artistas Populares del Ecuador (UNAPE), que todavía se encuentra en plena actividad en todo el país.


Nota de los editores k-Oz

Alfonso Murriagui, Quito 1929. Miembro fundador del movimiento tzántzico. Fue durante muchos años periodista y profesor de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador. Durante 40 años, ha dedicado su vida a la defensa y difusión del Arte Popular. Actualmente sigue trabajando en poesía, narrativa y dramaturgia; es miembro del Comité de Redacción del Semanario Opción. Junto con Rafael Larrea y Raúl Arias, constituyen la tríada del movimiento de reductores de cabezas, que no devino al paso del tiempo, con la “cabeza reducida”.

dimanche 9 décembre 2007

SERIE: HISTORIA DE LOS TALLERES Y GRUPOS LITERARIOS

EL "SICOSEO" GUAYAQUILEÑO DE LOS 70s...




Sucedió que no servimos para ser la conciencia crítica de nadie, porque ni siquiera supimos ser conciencia crítica de nosotros mismos… *

Fragmento de entrevista a Fernando Nieto Cadena, el poeta más representativo

de la poética "sicosea" en el Guayaquil setentero**




El entrevistado en foto de la época

Entrevista realizada por Fernando Itúrburu


Tu poesía empieza a ser conocida durante los años 70, alrededor del trabajo del grupo Sicoseo. Pero eso, en cierta medida, es el resultado de un proceso que se venía dando desde los años 60. En tu caso, cuáles son las fuentes personales, artísticas, ideológicas e intelectuales que estructuran ese proceso que desemboca en Sicoseo. Dentro de ese proceso, qué importancia tuvo y tendrá (luego ya, en Sicoseo, en el FADI –Frente Amplio de Izquierda-, el Frente Cultural) la política, el marxismo, las dictaduras militares y el rol de lo que Gramsci llamaba el intelectual orgánico? ¿Y de qué manera tus poemas se ven afectados por esas coyunturas?

Bueno, creo que nuestro comportamiento era más de intelectuales orgásmicos que orgánicos, con un venturoso ingenuo romanticismo presuntamente de intelectual comprometido, a la manera de un siempre mal asimilado Sartre, en espera de tropezarnos con la revolución a la vuelta de la esquina estando muchos de nosotros (ah, los de entonces que ya no bebemos ni escribimos lo mismo) de regreso de donde nunca estuvimos. El candor juvenil dirían los abuelos.De pronto me vuelvo a encontrar sicoseándome el mate para descubrir a balón pasado cómo la cuestión política se empiernó, con mi trabajo literario.

Desde hace mucho, desde que asumí mi elemental y primitiva condición de pobrecito poeta (a la manera del fraterno Roque Dalton), algo así como un desescritor de cotidianidades, mi consigna existencial ha sido que todo tiempo pasado siempre fue peor. Trato de recordar y me encuentro que en realidad quiero saber si existió algo que de manera tan solemne, grave y almidonada respondió al membrete de fadi, como casi todo, imitación servil de lo que se hacía en otros territorios, Uruguay concretamente. Lo del Frente Cultural fue una vaina de la gente abrigada por La bufanda del sol, a la que Sicoseo correspondió por aquello de que también los guayacos nos vestimos con las modas de la culta izquierda que oraculizaban el advenimiento triunfal de esos tiempos que el delirante/hilarante (hoy lo sabemos) Bob Dylan proclamó que estaban cambiando. Y ya hemos visto cómo cambiaron. Eran los tiempos gozosos cuando el Che todavía no era una camiseta de consumo de post adolescente clasemierdero y hasta nos creímos que la palabra, la poesía era un arma de combate sin percatarnos de la admonición anticipativa de lo dicho por Alberti a través de Serrat, se equivocó la paloma. No porque haya sido un error abrazar el marxismo y abrasarnos con sus enseñanzas que no pudimos, no quisimos o no supimos vivirlas más allá de la pose a lo pensador de Rodin que tanto disfrutó mostrar como el mejor perfil de nuestra infantil (Lenin al bate) militancia de intelectuales con pretensiones de bocineros de los desheredados, ay, de la fortuna, uf.

Eduardo Galeano alguna vez dijo que los asumidos como intelectuales de izquierda por nuestra propia cuenta y vanidad nos convencimos que el pueblo (esa entelequia que nunca comprendimos bien qué denotaba el vocablo) no sólo era mudo (por aquello de prestarle la voz) sino también sordo ya que nunca escuchó nuestras iluminadas palabras y siguió votando por sus explotadores de ayer, hoy y siempre. Sólo que ese indescifrable pueblo ni era mudo ni era sordo. Sucedió que no servimos para ser la conciencia crítica de nadie porque ni siquiera supimos ser conciencia crítica de nosotros mismos.

El poeta Fernando Itúrburu en los 70s


Esto resume, supongo, y explica por que escribí lo que escribí y cómo lo escribí y por qué ahora escribo lo que escribo y por qué escribo cómo escribo. Tal vez esto me salvó de caer en el panfleto y me evitó la vergüenza de escribir loas y advenimientos de insurrecciones triunfantes a punta de versos bien intencionados para conmover a los comisarios de turno.

Cada vez que puedo repito lo que el enfebrecido Hölderlin mascullaba en sus repentinos saltos a la cordura, para qué poetas en tiempos de miseria. Todo mi trabajo literario pretende ser más que una respuesta a esa pregunta, una constante indagación para descubrir para qué la poesía en un país como el nuestro, dolarizadamente corrupto, derrotado por la mediocridad cobarde de los cobardes mediocres. Lo de dolarizado no significa que sólo a partir de la dolarización la clase gobernante-dominante (para usar un viejo memorable estribillo de aquellos edénicos tiempos cuando aspirábamos a ser algo así como los animales puros entre los políticos animales del aforismo aristotélico) sea corrupta. Siempre lo fue, desde mucho antes de inventarse a nuestro paisito de bolsillo.

…Si de algo presumo y conservo de aquellos fundacionales (je je) tiempos sicoseantes es mi capacidad para seguirme indignando ante los desmierdes del mundo, conservo casi intacta mi capacidad para pelearme y buscarme enemigos por el simple hecho de contradecir la estupidez humana cuando osa tropezar conmigo. Como quien dice, desde mi más temprana edad eso que llaman inteligencia emocional la mandé al carajo. Y en esto algo o mucho tuvieron que ver los no muy sacros textos marxistas que me convirtieron en la oveja roja de mi familia.



Ya en Sicoseo ¿Cómo se redefinió tu trabajo poético, qué cambió en tu persona privada y artística? ¿Qué valor le das al breve lapso que duró el grupo y, no obstante, dejó algunas cosas expuestas en el tapete?

Más que una redefinición de mi trabajo poético, Sicoseo fue un punto de partida para esclarecer el cómo y por qué de un discurso que trastabillaba sin encontrar una tradición que no sea la complacencia perdonavidas de la mediocridad asfixiante. La fugacidad de Sicoseo sirvió para desolemnizarme y mirar con desconfianza la vocinglería retórica, municipal y espesa de esos tiempos que supongo fueron iniciáticos en más de un sentido para quienes intentábamos encontrar una personalidad más allá del provinciano aplauso que se regodeaba con el recuerdo de los tótems nutricios de una ecuatorianidad nunca demostrada su existencia pero autosatisfecha en su lamentación acomplejada. En realidad me ayudó a faltarle el respeto a los nombres y mitos consagrados y definitorios dentro de eso que ahora la moda llama canon y que no ha sido más que una triste procesión de nichos mortuorios bobaliconamente venerados. De pronto descubrí que no tenía un pasado al cual asirme por lo que debí fabular una tradición fuera de la patriótica histeria historiográfica y encontrar apoyos en literaturas que después de todo nunca fueron foráneas si es cierto eso de que la patria de los escritores es el lenguaje. Contradictoriamente tal vez fui excesivamente cartesiano en eso de la duda metódica aunque en realidad para mí la consigna precisa nunca fue el cogito ergo sum sino el coito ego sum.



Fernando Balseca Franco, igualmente miembro del Sicoseo en los 70


Sospecho que lo más relevante de Sicoseo fue que mantuvimos durante algún tiempo, unos más otros menos, una actitud algo homogénea ante la literatura que por entonces fue también una actitud ante la vida. No duro mucho porque la vida es intransigente y se dedicó a cooptarnos, también a unos más y a otros menos, dentro de ese carnaval de vanidades bien administradas que presuntamente es lo que de alguna manera llamamos carrera literaria, como si fuera una carrera de galgos tras la liebre sinuosa de la elusiva abusiva posteridad, es decir, la fama y sus oropeles grandilocuentes. Por otra parte Sicoseo me ayudó a autoconvencerme que la única manera de escapar al enmohecimiento literario era escapar del solar nativo para desde lejos asistir a la parodia de país donde nacimos, sumido en un país (aquí donde he decidido quedarme) que como bien se sabe tampoco canta mal las rancheras de la mixtificación social.




El poeta Eduardo Moràn, el "muchacho majadero" de los irreverentes sicoseos setenteros

Notas de los editores de K-Oz


* Frente a la poética "carvajalina y espesa", del "sermo nobilis" instaurado como "canon" por los vates de diploma en la sala y corbatita en Ecuador a partir de los 80, nada màs contudente, fresco y vital, que la poética de su alter ego "sicoseado", antipoético y "sermo vulgaris", el verso iconoclasta de Fernando Nieto Cadena hace décadas autoexiliado en México; la "carvajalina" y la "nieto candente": dos ramas opuestas y no complementarias que perviven arquetipales en la poética ecuatoriana actual.


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En el Sicoseo de Guayaquil militaron poetas significativos de 80, los "Fernandos":(Artieda, Balseca e Itùrburu), Jorge Moràn Nùnez y Jorge Martillo, entre otros.

lundi 3 décembre 2007

SERIE: HISTORIA DE LOS GRUPOS LITERARIOS EN ECUADOR






LA LEGENDARIA PEDRADA ZURDA

Ricardo Torres Gavela **



Antecedentes


El inicio de esta breve descripción de lo que es el taller cultural Pedrada Zurda, supone, como premisa, el dar una visión de los hechos que se produjeron en el tiempo que son elementos activos de un proceso vital innegable relacionado con los demás hechos culturales, políticos, sociales, económicos, etc.

Este país en los años de la década de los setenta, sufrió un voluptuoso amanecer que hoy se ha tornado en grave pesadilla: “el mayor desarrollo del capitalismo ecuatoriano y, a su vez, la mayor internacionalización o subordinación de la estructura productiva del país al desarrollo del capitalismo mundial” (José Moncada Sánchez. Nueva Historia del Ecuador. Volumen 11, pág. 74).

Década de dictaduras, dictadura velasquista (golpe de mayo de 1970) y dictadura militar nacionalista revolucionaria (15 de febrero de 1972), cuya cabeza fue Rodríguez Lara quien, a pesar de haberse beneficiado por el boom petrolero, “cedió ante las presiones oligárquico-imperialistas” (Agustín Cueva, Nueva Historia del Ecuador. Volumen 11, pág. 170), “los precios de los víveres se elevaron a un ritmo bastante acelerado superior, en todo caso, a la elevación del índice general de precios al consumidor, que en el lapso de 1973-1974, se incrementó en cerca del 50%” (Ibidem. pág.173).

La guerra de los cuatro reales, gesta popular de intensa lucha contra las fuerzas policiales, violentamente reprimida en las calles, en la Facultad de Medicina de la Universidad Central, en la zona fabril de Quito, fue la representación vital del rechazo, a punte pedradas, al aparato represor de las fuerzas oligárquicas y a sus lacayos uniformados; “al terminar el primer semestre de 1975, la balanza comercial del Ecuador registraba un déficit de 160 millones de dólares…” (Ibidem. pág. 174).

La represión a las protestas contra el alza de los precios de los víveres y del transporte público, llevo a las mazmorras del Retén Sur a muchos campesinos, trabajadores y estudiantes. Torturó a poetas. Persiguió a jóvenes escritores que expresaron su pensamiento escribiendo versos y grafitos de paredes. El poemario intitulado “Mientras Las Cadenas Danzan Sobre El Cadaver” fue confiscado, destruido y, su autor (Ricardo Torres Gavela), tomado preso en julio de 1975 y confinado a las mazmorras del “Retén Sur”.

El epílogo de la dictadura, remozada en enero de 1976 con el mismo condumio humano, fue la bárbara masacre cometida contra los trabajadores del ingenio Aztra, el 18 de octubre de 1977. Sui generis forma de eliminar cadáveres de obreros asesinados: haciéndolos ceniza.

Fundación de la Pedrada

La Pedrada nace, de entre las vicisitudes políticas descritas, en el año de 1978, en tanto grupo de jóvenes testigos del festín dictatorial que evidenció la década e, impulsados por el sueño de dar al trabajo creativo artístico, la finalidad de cohesión gremial, establecer una pléyade de enfrentamiento al continuo avance de una subcultura comercialista, sumisa al poder, entreguista y fatua.

Se funda, entonces, más que una revista de literatura, un movimiento, una rebelión, la expresión artística, ni vieja ni nueva, del emputamiento contra ese mundo de la literatura local, habitado por todo tipo de fantasmas, fantoches, fanfarrones, falsos y falaces: en el chaupi mundo ecuatoriano, las aves fastuosas de la literatura han hecho brillar sus picos dorados, sincronizados a la oportunidad fragante que les brindara el momento propicio, la coyuntura amistosa, la parentela en el cargo.

La publicación inicial del grupo, una hoja volante intitulada “próximamente La Pedrada Zurda” gestada por el joven poeta Ricardo Torres Gavela y María Berrini, el formato lo escogió Jorge García Suasnavas y, sobriamente diseñada con la plumilla de Fernando Loayza, es un llamado a “abrir el cielo”, a “bombardear la propia cobardía”, a “tomar bando”, a “hablar fuerte”, en tres poemas de Héctor Cisneros, Ramiro Oviedo y Ricardo Torres, que se difunden en recitales en las plazas, en hojas previas de anuncio de la llegada del primer número de la revista Pedrada Zurda. La intención principal estaba cargada del deseo de hacer recorrer la idea en todo el país, es así que el anuncio de su llegada aparece en el diario “El Mundo” de Loja, el 7 de octubre de 1978.

En largas y anochecidas conversaciones previas al parto de la revista, se discutió ampliamente el carácter estético del neonato, dándole una fundamentación concreta que devele y denuncie el aspecto aparencial y la realidad empírica, propiciado por el statu quo en sus massmedia y encuentre la verdad, la difunda y se brinde a la consciencia colectiva, para actuar sobre ella. Que señale el carácter de mercancía que impone el capitalismo a la obra artística literaria y que, por el contrario, muestre el arte como una acción de desvelamiento de la realidad que enerva e inflama los espíritus humanos, los dignifica, los revivifica, los alumbra y recrea.



La literatura, en ese entender, se sitúa en una zona que no es neutral, ni estética, ni social, ni políticamente neutral, es, además, la manifestación vital, es la práctica cuotidiana encaminada hacia la solidaridad humana y entrega desinteresada que caracteriza a los miembros comprometidos con esa aventura de mutar las ideas y la creación en piedras incólumes, piedras talladas en letras, piedras preciosamente vitales, y no, letras talladas en piedra.






Marcha obrera en Quito en "la guerra de los cuatro reales"

La CERO

La PZ, plantea el editorial del número Cero, nace independiente de “las siglas existentes, ya sean representaciones de partidos políticos o de agrupaciones que pretenden realizar una labor de difusión cultural de masas y se han limitado a ser provecho exclusivo de elites”; critica “la abulia física e intelectual en la que nos han sumido… los vergonzosos medios de comunicación y su entrometimiento en nuestras vidas”; defiende el arte como “trabajo duro de todos los días, medio y fin de la libertad”; y, al sondear el interior humano, advierte sobre la profundidad del ser que puede convertirse en “asiento de la dominación para luego proyectarla y ejercer la opresión a través de nosotros mismos” .
El colofón proclama “un mundo sin clases, fuera de la resignación a cualquier tipo de autoridad”.

Publicación sin padrinos y sin amos. He ahí el motivo por el cual, se da comienzo a un caminar tortuoso, por un sendero de exclusiones, vejaciones, descalificación, socarronería, emanada desde los cónclaves estables y pensamientos estáticos de la sociedad intelectual del momento.

Los poetas de la Pedrada, escapando a la concentración de esfuerzos en la publicación de la revista, lanzan sus dardos creativos en calles y plazas. Durante los años 1978, 1979 y 1980s se multiplicaron los recitales, en los teatros, en escuelas y colegios, en las sedes de las fábricas, en las plazas y en las calles de Quito, Latacunga, Ambato, Guaranda, Riobamba, Guayaquil, etc. Se difunde poesía, pensamiento, mucha energía y cientos de hojas de poesía entre los pasantes y entre quienes se acercan al cuadro del tinglado callejero. El objetivo es nutrir al transeúnte de poesía y esperanza, llegar con a imagen y la metáfora, más allá de la página leída, llegar al oído atento, hacer ver la poesía y que la palpen.

Los recitales se prolongan y se extienden por los ámbitos culturales progresistas, se organizan períodos de solidaridad con los pueblos fraternos, se presentan, en asocio con grupos de artistas afines, obras de teatro, recitales, foros, etc., hasta colmar con nuestro grito el mundo; la fuerza de acción que lidera la PZ en la capital, conlleva a que las fuerzas sociales presionen al gobierno para la ruptura de relaciones con el tirano Somoza en Nicaragua y se logra recaudar 8.500 mil dólares para el Frente Sandinista de Liberación Nacional, a base de una subasta pública de obras de arte y actos culturales de solidaridad con el pueblo de Nicaragua en su lucha liberadora. Se constituyó en Quito, con miembros de la PZ, el Instituto ecuatoriano nicaragüense, al igual que la Asociación Latinoamericana para los Derechos Humanos, en septiembre de 1980.

La Federación de Barrios de Quito, es el centro del cual nacen numerosas presentaciones artísticas para la población, tanto adulta como infantil. La PZ promueve el teatro de títeres dominical que llegó a tener gran acogida en la ciudad.

La PZ, en Latacunga, trabaja conjuntamente, coadyuva en la gestación y está presente en la inauguración del teatro popular de la Asociación de Trabajadores de la Cultura de Cotopaxi, ATCC, gremio de jóvenes artistas que mantienen en Cotopaxi una línea de acción vanguardista dentro del arte. En la Universidad Técnica de Ambato participa en los recitales por el décimo aniversario de fundación de ésta.






Marcha estudiantil pacifista en el Quito de los 80



LA COMETA

La revista llevaba también, desde su primer número, una hoja volante de colores para infantes, llamada “La Cometa”, un celofán que voló en las bibliotecas de cuantos padres llevaron a casa la revista, para que los niños la disfruten y vuelen con su real imaginación. Su función primordial fue dar a los niños el colorido de la verdad, la posibilidad de mirar sin tamices de engaño el mundo. Las Cometas nacen para proteger los lápices de colores de los uniformes grises y de quienes mataban aves y mariposas del campo con fusiles y escopetas.

La cometa invitó a las criaturas a salir al juego de los trompos y billusos y no pasar el día sentado viendo la pantalla de la televisión. La Cometa les contó sobre los tres califas, triunviratos de maldad, cuya ansia de engullirlo todo, hizo que la gente los expulsara del país. Les hizo conocer al cobarde Push que la noche de navidad mató a los habitantes del istmo de Panamá, y les contó también cómo unos señoritos adinerados se robaron el nombre de La Cometa para su periódico nuevaolero: el periódico “Hoy”.
La Cometa, después, obligatoriamente, se mudó de patronímico en La Cometa Zurda para mostrar su verdadero signo y no ser confundida.


LA 2

En el editorial del numero 2, va “también la pedrada, con íntima enemistad, contra quienes agotan esfuerzos por recetarle amnesia al pueblo …Amnesia para la matanza de Aztra, para el juego criminal con que callaron a Calderón Muñoz, para las pachangas millonarias del caso Tokura, el desfomento de los fertilizantes y la imprevisión de la Previsora.” En las páginas finales de este número se da un detallado informe de acciones, con l título “qué se ha hecho” y se adopta una posición crítica “frente a la acefalía de la CCE”

En este momento el Taller PZ logra aglutinar en su seno a valiosos escritores y artistas que aúnan esfuerzos para continuar con el trabajo artístico literario. En Latacunga se organiza, junto a la ATCC, el primer concurso provincial de poesía y relato estudiantil. El día 26 de abril de 1981, hace exactamente 25 años, se realiza el acto de lanzamiento del libro “Canto de vuelo firme” en el teatro de la ATCC, del poeta Alfonso Chávez Jara, en calidad de miembro de la PZ.

TRES ½

En Mayo de 1981, aparece el número tres y medio, publicación que muestra un importante aporte en el campo de la antropología nacional con los trabajos de José Bedoya y Amilcar Ajbán con las investigaciones sobre la familia Jacho de Saquisilí y los relatos populares “El cóndor y la Margarita” y la leyenda de San Bartolo, la crítica al teatro nacional, en gran medida ausente en el país, llega ser parte de la contingencia de las tablas, en la pluma de Carlos Theus, como Julio Paredes M. Es en este # que el poeta Alfonso Chávez Jara, de quien lleva el nombre este encuentro.

Se incide en la difusión de la poesía y la plástica con los afiches poéticos realizados en serigrafía. Se los cola en las paredes de las casas, en los muros de la ciudad y en las carteleras de instituciones educativas.

LA 44

Publicada en enero de 1984, y manteniendo una política de brazos abiertos para los escritores y escritoras jóvenes, trae nuevos talentos entre sus colaboradores, de entre ellos, nombraré a Leopoldo Tobar, con el poema América Mishqui. Llegan colaboraciones de los países vecinos: de Chile Luis Alberto Tamayo. La difusión de avances poético-políticos se intensificó con los grafitos sobre la calcimina desgastada de cantidad de paredes. La prensa entonces, decide ignorar las actividades culturales del taller y califica la escritura de grafitos como canallesca. El oficialismo cultural gestaba grupos de literatura suave y sumisa al statu quo para entregar en sus manos la “posta” de la pluma y el cetro. Posteriormente, aquellos que censuraron la escritura de grafitos, publicaban antologías del grafito en la ciudad.


LA QUINTA INTERNACIONAL

En marzo de 1988 reaparece la revista, no sin antes haber sufrido vicisitudes extremas, la muerte de un poeta, la deserción de otros, el desfalco de las magras economías de un taller sin padrinos y que nunca aceptó dineros de transnacionales ni municipalidades.
Sin embargo, el taller se enriquece con la colaboración de poetas de otras latitudes y del propio terruño, en este #, una importante colaboración de poetas del taller Matapiojo refuerzan la revista y se publican poemas de Diego Velasco, Pablo Yepez, Ruth Patricia Rodríguez, Diego Gortaire.

Es en este número que Joaquín Regalado comete el pecado mortal de señalar un “singular caso coincidental y una analogía”. Texto acre y contundente que desmenuza la frágil arenisca de los ídolos literarios locales. Pecado imperdonable que repercute acentuando la tirria y el desprecio hacia la PZ, del canto oficialista y encumbrado.
Al cumplirse una década, Javier Ponce escribe en La liebre Ilustrada del 13 de noviembre de 1988: “si algo ha caracterizado a quienes se han quedado en sus filas, es una empecinada, radical posición anti-oficialista, opuesta a toda forma de institucionalización, acomodo o complacencia.”

La revista se internacionaliza, instaurando una quinta internacional del arte.
La revista KHIPU de Munich, hace una reseña de la revista “la publicación sin padrinos, editada por un taller cultural, es una de las revistas más irreverentes, contestarias, chistosas (de humor acre), combativas contra el “establishment” político-social, contra las normas idiomáticas, pero pro libertad sexual, la de la palabra, la de las reales ganas…”
El trimestral literario Molloy, de enero marzo de 1989, editada en Florencia, Italia, acentúa el hecho de la coherencia entre el contexto político específico latinoamericano y la afirmación valiente de expresar y mantener la opinión de los autores de la Pedrada.






El papa Leonino tercero alias "el carnicero"


LA SEXA

Para inicios de 1990 aparece la Sexa , a la vez que se organiza y se pone en marcha el festival IMAPIMUSPO (imagen, pintura, música, poesía ) en la ciudad de Oruro, Bolivia a donde acudió un contingente pedrado a los actos culturales allá realizados.
Cuando muchos de los antípodas de la PZ habían proclamado la muerte de la revista, sobre las cenizas y la tierra del sepulcro, la palabra contundente del editorial decía: “He aquí nuestra libertad, queridos espeluznados. Aquí está nuestra reticencia a lo que denominan deceso las bocas repugnantes del tartamudismo”. Y continúa: “ Ni la zancadilla, ni el truco han logrado vencerla sin ser invencible, ni ménades ni gorgonas con su antefija de odio la han apabullado, ni insultos ni bloqueos ni sarcasmos, han resquebrajado la posición, el intento y la inanulable práctica de manifestar en vida que la poesía emana, cuando lo es, una libertad caudalosa y sin fin…un paisaje claro y solar que entona la ansiada liberación”.

En las páginas de este número las creaciones de poetas andinos retumban y se muestran atestiguando una realidad común y una posición fraterna. Existe un amplio análisis de la
situación de la cultura en el país, en la pluma de Agustín Agualongo, pseudónimo de Fabián Núñez Baquero, frente a la capitulación de la URSS y el paso y conversión de muchos intelectuales de izquierda a la magia o al chamanismo y defiende al poeta Raúl Arias calificando su despido de la Universidad Central como “patada a la Cultura”. Así mismo, Orlando Sierra, verdadero luchador por dignificar la condición humana, reivindica la teoría social marxista, en plena cháchara celebrativa derechista, proclamando la muerte del materialismo dialéctico. Muchos “intocables hombres de letras”, rasgáronse las vestiduras ante la crítica a la “Bienal de novela Ron Caney”.

500 AÑOS

El carácter internacionalista de la línea de la PZ, motivó invitaciones hacia fuera del país. La Contracelebración de los 500 años de la invasión europea al continente americano, atrajo a grupos de vanguardia alemanes como REITER IN, para realizar recitales, actos culturales e instalaciones en la ex RDA, concretamente Dresde, al igual que, invitados por agrupaciones afines, presentar nuestra creación cultural y posicionamiento en la realidad mundial, en el Teatro del Grutli, de la ciudad de Ginebra.

IMAPIMUSPO

La interrelación con artistas de las regiones del corredor Andino, motivó la realización del IMAPIMUSPO en Ecuador. Se realizaron actos culturales en Quito, Cayamburo, Ibarra, Zumbagua, Latacunga. Llevando y adquiriendo el contenido de la cultura de los pueblos del Ande, desde la Patagonia y el Caribe a conjugarse en la Línea ecuatorial. Artistas peruanos, bolivianos, chilenos, colombianos, venezolanos, llegaron a brindar su creación artística durante el período de realización del IMPAPIMUSPO, algunos artistas permanecieron en el país hasta tres meses trabajando en la concreción de un movimiento artístico andino y liberador. La PZ fue acusada, entonces, de querer “senderisar” al Ecuador.


95

En 1996, reaparece la revista con el # 95. El editorial intitula “Por fin el pus”. Se incide lapidariamente contra aquellos que hacen colas largas, a fuerza de sumisión y claudicación de principios, para obtener canonjías burocráticas o empleos en la empresa periodística nacional, a ellos “allí les dejamos todo…. los premios, los papazos, las medias nylon, el éxito de engorde, la fama a la presente fecha, a San Juan, la inmortalidad”. Es un número sencillo pero contundente. Se difunde las barbaridades cometidas contra el planeta y la lucha ambientalista como el Atentado contra el Rainbow Warrior I. Se denuncia la falacia de las pseudo guerritas concertadas entre los gobiernos de turno, Durán Ballén y Fujimori, entre Ecuador y Perú, para ocultar sus patrañas de política interna. Es un número de prosa, exclusivamente.

LA PEDRADA 20 AÑOS

Aparece en 1998 la revista, mostrándose, la revista “a sus 20 años joven y jóvenes sus viejos poetas por siempre, sus incontestables versos son siempre nuevos. El mundo de la pedrada es el mundo de las gentes siempre, de las gentes puras y sencillas, sin tapujos de superpan ni bagajes de extrasupers.” Sobresale en este # la poesía femenina, en la sección “Muchachas malas de la Historia”, la poesía de poetas fallecidos, como Pedro Moreno, Orlando Sierra, Marco Vinicio Poveda, Héctor Cisneros, Roger Kerger, Ingeborg Bachman.

LA INFINITA

La pedrada del año 2001, la “infinita”, fue una concreta invitación a escribir poesía a todos los poetas que mostraran su interés por publicar en la PZ, es así que hubo una participación amplia y el aparecimiento de una nueva generación de poetas, que sin tomar ninguna palito de posta, escribieron poesía; solamente tuvieron las agallas de mostrarse pedrados. Es este # el que denuncia con letra gigante a los traidores Mahuad Wit y Ortiz Brenan por haber entregado el país a la voracidad imperialista Iñaki y haber pisoteado nuestra identidad y soberanía cultural. El editorial, parafraseando al poeta León Felipe, afirma contundentemente: “el arte no es un engaño ni un narcótico para dormir bien, ni una cortina para ocultar el abismo”.


COMPENDIO DE EXISTENCIA

La última revista que vio la luz en el año 2005, lleva una fina selección de textos publicados en números anteriores y las composiciones que fueran hojas volantes, emitidas cual dardos ante situaciones emergentes, como la invasión yanki a Irak. Este número es la muestra mayor de nuestra “inexistencia” para quienes nos negaron aire y terreno. Es, por tanto, la negación de nuestra desaparición: si nunca existimos, nunca moriremos.

En fin, la revista apareció cuando pudo desde septiembre de 1978. La financió la misma gente de la pedrada, vendiendo suscripciones, a base de donaciones de obras de arte de los mismos artistas de la PZ y de artistas fraternos, poniendo del propio peculio.

Las portadas son obra original de artistas plásticos nacionales, en su mayoría, salvo la de la 95 de Maya Najel, artista alemana del grupo Reiter in. Se destaca la obra plástica de Iván Ney.

La tirada siempre se hizo en mil ejemplares. La difusión en librerías, puestos de revistas, venta y obsequio de mano a mano.

Quienes estamos en el taller ejercemos Resistencia a la Exclusión, al Olvido, a la Inconvivencialidad de quienes permanentemente y sistemáticamente han querido apagar nuestra tea. Resistiremos como resisten las gentes de la Mesopotamia al invasor.

Su valor estético y testimonial es innegable. ARCE, Asociación de Revistas Culturales de España, en el censo de revistas culturales iberoamericanas, califica a la PZ como una revista “subterránea, perseguida por el oficialismo cultural”

La PZ es reconocida fuera del país como una publicación de gran significación para las letras latinoamericanas. Se han traducido poemas de algunos miembros a diferentes lenguas. La última traducción de un poema de Ricardo Torres Gavela, se hizo al idioma holandés, en el “Culo” de Amberes: “Culo” revista literaria intercultural holandesa.

Nosotros, queridos panas, no marcaremos hitos en este mundo; marcaremos calavera.




**Ricardo Torres Gavela
Gestor y Fundador de la revista cultural Pedrada Zurda
Ponencia presentada en el I Encuentro de Talleres y Grupos Literarios del Ecuador, Alfonso Chávez Jara, Riobamba. abril de 2006