mardi 20 novembre 2007

SERIE: UNA GENERACIÓN ABDUCIDA


EN MEMORIA DE GUSTAVO GARZÓN (1958-1990)





GUSTAVO GARZÓN Y UNA MOSCA QUE SIGUE ZUMBANDO*

Entrevista realizada por Alfredo Pérez Bermúdez a Gustavo Garzón a fines de los años 80.


…Chévere retomar simples cosas y darles nuevos significados hasta volverlas mitológicas. Para Cortázar -en Rayuela- por ejemplo, era el movimiento de las moscas una figura absurda llamada brownoidea, el incesante movimiento brownoideo; mientras que en Dalí, que solo aguantaba las moscas limpias y superalegres, con características nobles, eran las moscas del Mediterráneo, las que llevaban la inspiración de los filósofos griegos que pasaban las horas muertas tumbados al sol, cubiertos de moscas. El día en que las moscas consigan molestarme, será señal de que mis ideas carecen ya de la potencia arrolladora del flujo paranoico que es el signo de mi genio, decía Dalí.

En cambio Gustavo Garzón Guzmán lo veía como el animalito que molesta mucho, que está en todas partes o se lo ve super libre. Lo atacan, lo matan, pero sigue reproduciéndose, viviendo. De la mierda se eleva, se nostalgiaba el Gustavo en uno de esos alegres antros del Quito moderno. Largo y tendido conversamos con “el Gus” como le decían sus martas y sus lilís, aquellas con las que viajábamos por las nocturnas mandíbulas de la risa con su impronta de dientes azules. Muchos estábamos convencidos de que era el único que continuaba con la actitud mosca. Era febrero de 1989.

Unos meses después supimos que había caído preso, acusado de pertenecer al grupo subversivo MPL -Montoneras Patria Libre-. Durante su encarcelamiento lo visitamos constantemente; a mediados del segundo semestre de 1990 salió del penal García Moreno, sobreseído de las acusaciones que se le imputaban, el 10 de noviembre de 1990 desapareció de la faz de la tierra.

¿Que pasó con el Gustavo, agente Rommel Castro?, posiblemente usted lo sepa señor César Verduga Vélez.




...Nosotros nos planteamos las críticas porque reinaba la mediocridad y nadie se atrevía a decir nada –me decía el Gustavo en aquel bar- el famoso círculo de elogios mutuos no se rompía, pero no tomamos en cuenta la realidad del país; nos atrevimos a atacar sin ubicar a los escritores precisos, como por ejemplo la crítica a la Pedrada Zurda, que no es de fondo, después a Raúl Pérez Torres, a la Teoría del Desencanto que tampoco fue de fondo. Es decir, no ubicamos al enemigo principal y pensaba que lo que había que hacer era demostrar quienes fueron los gestores de todo esa mediocridad, de un proceso que ha creado “genios” sin mayor fundamento, que es una de las razones por las que la literatura se ha quedado en casa. Entonces, estaba bien empezar a criticar, pero estaba mal a quiénes. Claro, faltaba mucho conocimiento teórico para sustentar más esas críticas, pero está bien porque el taller era un proceso de conocimiento, de aprendizaje.

Pienso que nuestro país no ha tenido un gran descalabro histórico, no ha tenido algo que sacuda la conciencia social, que nos proyecte fuera de las fronteras, como lo fue en Europa hasta muchos años. Ha tenido claro, no estoy desconociendo, su historia de sangre, de guerras, pero no un descalabro muy grande, y encima de eso vemos que los escritores no corren riesgos o se dedican a vivir una vida de escritores mismos, en el término tradicional; no hay un escritor que se lance a recorrer el mundo, prefiere quedarse en casa con su comodidad mínima. Tampoco se corre el riesgo de estudiar la historia; digamos, Teoría del desencanto, de Raúl Pérez Torres, ¿qué es? sino una reflexión personal de un desencanto personal, pero por qué no se hace una nueva novela del 15 de Noviembre por ejemplo, por qué no se investiga un alzamiento como el de Jumandi y se noveliza. Entonces el escritor no corre riesgo y más bien se dedica a elucubrar en sí mismo, por ahí están los problemas.

Lo único que se buscaba simplemente era demostrar qué es lo que estaba bien y qué es lo que estaba mal... No se trataba de matar a nadie, sino de ubicar los pies sobre la tierra, no seguir pensando que nuestros héroes nacionales son Abdón Calderón, sino de revelar a los verdaderos en el marco literario. No seguir sustentando que un libro como Por la Plata Baila el Perro, de Pedro Jorge Vera, por el nombre del autor, es una maravilla; simplemente demostrar por qué se dice eso y, si a través de la crítica se demostraba que era bueno, pues no había problema, eso no era parricidio. Y el taller fue un lugar de trabajo, donde se examinaba el texto como si fuera ajeno, fue una actitud de superación de lo anterior aunque no se quiera, lento o rápido.

Pienso que se demostró quién mismo quería ser escritor y quién mismo lo era, por ejemplo yo no estoy de acuerdo con que el libro del Rubén Darío Buitrón sea malo, yo pienso que es bueno, por ejemplo ese primer cuento de la moneda, “Ruleta Eficaz para ser un (a) buen (a) Esposo (a)”, es un cuentazo, es una propuesta loca; pero el problema no era del taller sino de la gente que quiere dedicarse a trabajar y creo que la obra hay que confrontarla para saber qué es lo que pasa con ella. Creo que se escribía bien en comparación con el resto de gente, con rigurosidad. Es probable que muchos temas no hayan tenido la profundidad que se supone debe tener la literatura. No rompemos con nuestro propio tradicionalismo.

¿El subdesarrollo en la literatura?

Claro, el subdesarrollo en la literatura. Pero en esencia eso no es problema del escritor, así, puro, es problema de la sociedad, que si es una sociedad que no va adelante, que está aplastada, retenida, el escritor simplemente refleja esas cosas.

Creo que se puede hacer una literatura del subdesarrollo, pero no subdesarrollada.

Es que de pronto estamos haciéndolo. Hay que avanzar, por ejemplo, García Márquez, hace literatura del subdesarrollo pero no subdesarrollada; y acá nosotros somos responsables de eso; por eso te digo que por ahí está bien lo que hicieron los talleres, porque limpiaron cierto subdesarrollo, y por eso pienso que hay mucha necesidad de conocer nuestra literatura y ver qué es lo que ha pasado para hacer un resumen, que ha propósito no hay quien lo haga, porque de pronto viene Agustín Cueva, excelente sociólogo, excelente teorizador de la literatura, y para mi en muchas partes dice barbaridades, como lo de lanzar alabanzas justo a los escritores de su generación.





El problema es de una actitud totalmente diferente que tenemos que asumir; yo veo un problema complejo, nadie se da cuenta. Y ahora me acuerdo de Henry Miller cuando dice: “si estuviéramos verdaderamente despiertos nos horrorizaríamos de la vida cotidiana” y ahí está el verdadero problema, nadie está despierto, nadie se horroriza de su propia situación, me parece aterrante, todo el mundo cree que está bien, que tener trabajo para sobrevivir es una aspiración razonable, a mi me parece una aspiración insana, cómo va a ser posible que se piense eso, que se satisfaga la gente cuando le aumentan el número de buses por ejemplo, me parece una locura generalizada; nadie se da cuenta de las dimensiones que tiene el cambio, la revolución, nadie entiende lo que es ser un “hombre nuevo”. Ayer leía algo de Galeano y decía que al Jefe Indio Norteamericano “no se le hacían ni se le resbalaban las palabras al momento de hablar”, imagínate esa forma de pensar el lenguaje, pero nosotros nos hemos olvidado, estamos sumidos en la famosa dominación y no nos damos un tiempo para la reflexión de nuestras vidas, y es problema de los escritores; el escritor no reflexiona en ello, no es un escritor, no se adelanta, no saca conclusiones, no avanza en su trabajo y repite lo mismo.

..El Gustavo sabía perfectamente que con el libro no se hace la revolución, pero que con la literatura existe la posibilidad de transgredir y romper con los esquemas de imágenes para proyectarse en nuevas actitudes. “Y si no haces más locuras -me decía- te vas quedando” en lo real cotidiano y no servirse de ello para lanzarse.




CARTA AL GUSTAVO, EN ALGUNA PARTE DE LA CREACIÓN

Sabes Gustavo, el mundo ha cambiado muchísimo desde que te fuiste. Hoy nacen cinco personas por segundo. Mil quinientos millones viven en la absoluta pobreza, son verdaderas larvas hambrientas. Doscientos millones de niños duermen en las calles, veinticinco mil mueren cada día de enfermedades curables. Casi mil millones son analfabetas, ciento treinta millones son niños. Ciento veinte millones de mujeres han sido sometidas a la mutilación de sus genitales.

Los impactos siguen siendo duros, muy duros. Imagínate, cientos de latinoamericanos, miles de ecuatorianos cruzan las fronteras por tierra, mar y aire; huyen de la espeluznante pobreza. Y escúchame esto, la otra vez salió en el periódico el siguiente anuncio: Deseo dar en adopción mi futuro hijo, por carencia económica, a familia solvente, escribir dejando datos a: m.d.r. Casilla N 13629, correo central.

Me resulta difícil, por lo largo y doloroso, hablarte de lo que ha pasado en estos años, necesitaría resmas enteras de papel para hacerlo, te escribiría la carta más larga del mundo y no quiero constar en Guiness. Simplemente la imaginación no alcanza a describir esta tragedia humana. Pero déjame contarte lo último: Era el 11 de septiembre del año pasado. Estaba yo vagando por las calles, temprano, después de dar una charla en la U. cuando siento que la gente se inquieta, se acerca a las vitrinas, mira los televisores. Seguramente estará jugando el equipo de Ecuador por las eliminatorias del campeonato mundial Japón-Corea 2002, pensé.

Murmuraban. Las radios de los vehículos particulares y de los autobuses, los parlantes de los almacenes anunciaban algo que ignorante en mis cavilaciones no alcanzaba a comprender. Me inquieté también, no se trataba de fútbol. Tomé el bus para mi barrio. En la radio del Monjas-Las Casas, decían que se habían accidentado unos aviones en pleno centro de Nueva York, que había miles de muertos. Poco a poco iba entendiendo la nota: Estados Unidos de Norteamérica caía herido de muerte por la mano del terrorismo internacional.

Cuando llegué a casa prendí la tele. Cierto mentecato (*) en cierto canal de tv, transmitía los acontecimientos, lo que proporcionaba Telemundo, CNN, BBC, imágenes verdaderas y otras forjadas; y claro, siempre la cerdada. Si lo hubieras visto sollozando, despotricando a la vez contra el mundo, como si le hubieran asesinado a la mamá. Te hubieras muerto de la risa.

¡Que espectáculo hermanito! las torres del World Trade Center, en Nueva York, habían sido impactadas por dos aviones que los terroristas, que nadie sabe de donde, utilizaron como bombas, otro había explotado en las oficinas del Pentágono y un cuarto caía en un bosque de Pensilvania; este avión, según decían, tenía que estrellarse contra la Casa Blanca. ¡Qué espectáculo! Estados Unidos sufría un vacío de poder. Creí que el fin del imperio había empezado.

Las imágenes eran repetidas incansablemente, sádicamente, una y otra vez, como para que se impregnaran para siempre, como para no perdonar.

Pocos minutos después la torres gemelas se derrumbaban: ¡terrible! menos que castillos de arena, menos que naipes. Ese era el precio de su prepotencia, de su barbarie, de las diabólicas intenciones del Departamento de Estado de los Estados Unidos para con el mundo, como refiere el norteamericano-judio Noam Chomsky, el Einstein de la lingüística moderna; si supieras como me convulsiona la lectura de sus obras.

No me vas a creer hermano, también yo, silente, solitario, lloré, mientras veía esa ceremonia de muerte. ¡Pero quién no iba a llorar por la forma como te transmitían el mensaje! ¡Pobrecitos!. Los mentecatos ¡jamás! se preocuparán de revisar a Frei Beto; Noam Chomsky; Ariel Dorfman; Galeano; Goytisolo; Saramago, y tantos otros que ponen luces sobre esta mundial oscuridad.

Sí. También lloré, pero no como por Chile del 11 de septiembre de 1973 y de todo lo ocurrido bajo la batuta de los que planificaron y financiaron la Operación Cóndor para asesinar a más de 200.000 hombres, mujeres, ancianos y niños de Latinoamérica, a plena luz del día o en la oscuridad; de saber cómo el fascismo protegido por USA lanzaban los cuerpecitos de los niños desde lo alto de los aviones, a la vista aterrorizada de sus padres, previo a la precipitación de ellos; de las jóvenes violadas hasta la muerte; de los estudiantes atravesados, más que cristos, por la bayonetas pinochetistas, videlianas, strossneristas, somocistas, trujillistas, por los asesinos que preparaba la Escuela de las Américas made in USA. No hubo otro Picasso para pintar esa continental Guernica, en uno de los guetos de A. Latina murió.

¡Qué puedo decirte ahora Gustavo! si vos también has sido una de sus víctimas. ¡Salve oh pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica!, ¡de Whitman, de Miller, de Truman Capote, de Ernest Hemingway, de los hombres de la cultura y el arte, de tu monumental obra cotidiana, sólo en vos confía y comulga mi espíritu.

Sí mi hermano, el mundo ha cambiado y nosotros con él. Los peces del diluvio caen sobre las cabezas de los transeúntes, que impetuosos guardan su corazón en las ratoneras. Los labios de las piedras pugnan por hablar a despecho de los constructores, piedras de plomo sabias y sombrías. El bullicio en las calles se apaga mientras un viejo charlatán entona canciones quejumbrosas a la noche que viene a enloquecerme con su ulcerosa luna.

Sí, el mundo ha cambiado y nosotros con él. Pero hoy es cuando también se despierta una nueva conciencia planetaria, la creación de focos espirituales, un nuevo orden humano. Hoy se reactualiza la voz de los antepasados y debemos mantener los ojos abiertos, porque la nube que ocultó el sol de la vida se abre. Y vos Gustavo estarás conmigo si te digo que ahora es cuando hay que trabajar para el verdadero encuentro de las culturas, porque estamos situados en las puertas de un nuevo paradigma de civilización. Debemos aprovechar la oportunidad que nos ofrecen las nuevas condiciones, de pasar de la confrontación a la integración, del conflicto a la cooperación; sólo se requiere de una auténtica vocación humana, porque indianidad y nueva conciencia, campo y ciudad, tradición y progreso, sueño y cibernética, parecen dispuestos a entenderse.

Tu amigo, Alfredo
Muisne, marzo/2002

*Textos extraídos de el libro LA POSIBILIDAD DE SOÑAR POR ESCRITO,
de Alfredo Pérez Bermúdez, K-Oz Editorial,2002


!PROXIMAMENTE!


mercredi 14 novembre 2007

ALGUNAS PALABRAS ACERCA DE LOS TALLERES LITERARIOS




Por Alfredo Pérez Bermúdez (*)

Tras la revolución cubana (1959) y sus implicaciones culturales, se encarna en A. Latina la aspiración de la gestión mancomunada en el ámbito de las letras. En 1962 la Universidad de Cartagena-Colombia oficializa el primer taller literario. Más tarde -años 70- es parte del pénsum de estudios de algunas universidades latinoamericanas: México, Cuba, Colombia, Nicaragua. La noción de taller literario, es una actividad reducida, orientada por un profesional, cuyos propósitos fueron estimular la creatividad y adquirir técnicas poéticas, narrativas y críticas.

El Frente Cultural en Ecuador, planteó, a través de su Manifiesto, en 1978 (1), la creación de talleres de investigación y producción de prácticas culturales insurgentes. A finales de los años setenta los grupos culturales Tientos y Diferencias (luego de orientaciones, lineamientos y sugerencias realizadas por Miguel Donoso Pareja) y La Pedrada Zurda visualizaron la confrontación textual sin mayores retos que el ideológico.

En los 80 se afianza la necesidad del taller. De hecho –decía Díaz Góngora- había caído en desuso el criterio que localizaba al escritor como el misántropo distante; el ser huraño, antítesis del hombre participante que la sociedad requiere. En el grupo se contribuye a la formación técnica del que se inicia en el duro ejercicio de las letras, sin garantizar su aspiración, permitiéndole únicamente profundizar en sus propias posibilidades (2).

En 1982 se crea el taller de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, bajo la égida de Miguel Donoso Pareja, quien imprime una metodología, delineada en su tesis Naturaleza y Función de los Talleres de Literarios (3), donde se reconoce al trabajo literario como una forma de conocimiento totalmente objetivo, para cuyo efecto se definen ciclos de análisis entre personas más o menos coherentes de principiantes en el oficio. El taller, según esta tesis, dura no más de tres años, tiempo en el que se cree queda culminada la principal etapa de formación.

En 1985 se disuelve el grupo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y empieza una proliferación de talleres que no tienen las características del taller madre, aunque aplican sus principios metodológicos en forma general. Nacen de esta manera La Mosca Zumba, Matapiojo, Lapequeñalulupa, Balapalabra, Contextos, Pablo Palacio, entre los más importantes, la mayoría con coordinaciones colectivas, al contrario de lo experimentado en el taller de la CCE, cuya dirección se consideraba vertical. Estos revelan al escritor como un ser profundamente humano y al taller como una instancia donde la crítica, la autocrítica y el enjuiciamiento estético se erigen como sus centros neurálgicos.

Las preocupaciones de los nuevos talleristas no fueron legimitar en la teoría o en el discurso su actividad, sino en la obra, el asunto era cómo entrar en la creación literaria desde el punto de vista metodológico, sistémico, consciente; o cómo viabilizar el trabajo creativo en términos del descubrimiento de las herramientas de trabajo; o bien eliminar al escritor privilegiado y desprendido de toda suerte de realidad y ubicarlo como todo hombre que opta por un oficio y que debe aprender a manejar lo que hace posible ese oficio: la palabra, aunque no pocos críticas tuvo este quehacer llegándose al extremo de creer que los talleristas, como dijo Iván Eguez, “primero escriben y después piensan”

Así, la apología de la estricta individualidad quedó parcialmente arrinconada. La sentencia fue: el escritor no nace, se hace.





FUNCIÓN Y NATURALEZA DE LOS TALLERES 30 AÑOS DESPUÉS

En “Función y Naturaleza de los Talleres Literarios”, Miguel Donoso Pareja proporciona ciertas reglas operativas del taller. Señala los aspectos más importantes del ejercicio interno que desarrolla el grupo de aprendices de escritores, jóvenes previamente seleccionados que se unen con el propósito de estudiar y cuestionar los textos que producen.

Establece la necesidad de un Coordinador-escritor, que no impone sus métodos y estilos creativos. Se trata de un proceso de confrontación del texto en cuyo proceso, el aspecto ideológico del texto -no del autor- es de exclusiva responsabilidad del escritor, por lo tanto no se cualifica al texto por las concepciones morales o políticas que contenga, lo que Donoso llama el “momento recuperativo” de la crítica.

El ejercicio crítico del taller, se limita a un “momento descriptivo”, en el que se trata de someter al texto como si fuera ajeno. La crítica observa un distanciamiento total entre la “voz poética” que genera el texto y el autor. Se busca ser absolutamente objetivos y de no tener miramientos ni consideraciones para la persona, aquí no existe la intención del escritor sino lo que está escrito y es a lo que está escrito, a lo que se disecciona. De esta manera el autor tiene la posibilidad de dimensionar su trabajo poético o narrativo y constatar hasta qué punto ha logrado una satisfactoria comunicación estética con sus lectores.

El taller no enseña a escribir, moviliza la conciencia a partir de tres niveles complejos de trabajo con el texto: 1.-El que contrapone los grandes bloques sémicos -significaciones- o de sentido, que van a producir la tensión narrativa o poética; 2.- Implica la organización discursiva para producir un intercambio de sentidos, esto incluye la sintaxis de los personajes, las relaciones cuantitativas y cualitativas con la historia contada, el trabajo en las lenguas. 3.-El nivel “diegético” o de lo que se cuenta, al que van a integrarse los otros dos niveles para robustecer y hacer que, además de contar, diga.

Habría que reiterar que todo lo que ocurra en un texto debe tener un orden ascendente o descendente, un enlace y un desenlace, o en todo caso una combinación de tramas o cuadros como en el cine, logrando sincronía en la diacronía.





Hay algunos aspectos en el funcionamiento del taller que si bien no son prioritarios, se los ha tomado en cuenta para su conformación, se trata de pura formalidad, como por ejemplo, el que se determine la edad del aspirante, cuando en verdad la juventud de la literatura no está dada por la edad del autor. La práctica ha demostrado que no hay una regla para determinar límites en este sentido, tanto es así que los grupos independientes del taller de la CCE, no observaron este aspecto, lo que enriqueció la experiencia individual y colectiva.

LA POSIBLIDAD DE SOÑAR POR ESCRITO

En la Posibilidad de Soñar por escrito (K-oz Editorial 2003) tuve la oportunidad de dejar constancia de ese proceso de quienes aspirábamos a aportar con la identidad literaria del Ecuador. El libro es un homenaje a mi amigo el escritor Gustavo Garzón Guzmán, quien fuera encarcelado y luego desaparecido en 1990, durante el gobierno de Rodrigo Borja Cevallos, así como a todos aquellos que por distintos motivos fueron torturados y asesinados en calles y cárceles en la década de los años ochenta, principalmente durante el gobierno social cristiano de León Febres Cordero.

Si bien el centro de dicha publicación constituye los grupos o talleres literarios de la década de los ochenta en Quito, los veintiún capítulos pueden dividirse en cuatro partes: 1.- Visión de Latinoamérica literaria en los años sesenta y setenta; 2.- Los Tzántzicos y el grupo Caminos; 3.- El Frente Cultural, Tientos y Diferencias, La Pedrada Zurda y el taller de la Puce, estos cuatro representativos y sin embargo sin esquema y/o metodología de trabajo; y 4.- Los Talleres Literarios de la década de los ochenta en Quito, con una disciplina, metodología, sistema de trabajo estrictamente dirigido a la escritura. Pero creí que el todo no es igual a la suma de las partes; así, el lector hallará en este libro creación y ensayo, datos históricos y anécdotas; poesía y narrativa, criterios del autor y otros; una alteridad que pretende hacer ameno este cuento o novelina con personajes de la vida real y concreta.




También inserté poemas personales escritos al calor de los debates en torno a textos -no solo propios- motivos de taller, pretendiendo hacer notar cuan motivadora fue o es una actividad de este tipo; así como textos de reflexión reciente, es decir, a los más de veinte años de nuestros inicios en los avatares en la escritura.

En cuanto a los diálogos con ciertos actores, extensos en principio, fueron grabados entre 1988 y 1989, con propósitos académicos, pero que saqué a la luz por insistencia de ese gran poeta y suscitador que, como muchos, no es reconocido, ni siquiera por un diarismo cultural preocupado de Shakira y cosas de ese tipo (buen provecho); hablo de Diego Velasco Andrade. Creímos con Diego que los nuevos escritores y lectores debían saber algo de la aventura de escribir, por eso se publicó tal libro y para que se constate de que existimos, de que existiremos (no son palabras, son textos, son obras).

Creo que mis amigos interlocutores de la parte central (Galo Galarza, Diego Caicedo, Huilo Ruales, Williams Castillo, –obviamente Gustavo-, el mismo Diego y otros) ya no pensarán igual, pues las condiciones históricas han cambiado radicalmente y seguirán cambiando en un mundo donde las ciencias y las tecnologías (en muchos casos utilizadas para la guerra) han llegado a lo insólito, mientras en nuestro continente se erige, desde lo andino, nuevas formas del pensar que están haciendo un gran aporte a la construcción de la nueva humanidad (4); por tanto, nadie pretenda creer que sus voces que allí hago constar sean la última verdad. Quede entonces con los talleres de la década de los ochenta solamente la constancia de la posibilidad que todos tenemos de soñar por escrito.




Notas


1)Revista Tientos No. 1 Julio de 1978
Díaz Góngora Mario, El Taller, Letras del Ecuador Nº 165. octubre de 1985, Quito – Ecuador
América Latina en su literatura, varios autores, Edit. Siglo XXI, 3ra. edición 1976
4)“La cuenta regresiva empezó el 11 de septiembre del 2001, cuando los fundamentalismos (Sharon, Bin Laden y Busch) de los tres monoteísmos abrahámicos, que han marcado a fuego la civilización patrialcal de occidente los últimos dos mil quinientos años, ha empezado su último arreglo de cuentas”. Proyecto de apoyo a la Gestión Participativa Municipal. GTZ. 2001


(*) Alfredo Pérez Bermúdez, fue miembro del grupo literario Lapequeñalulupa. Ha publicado las obras de poesía: Iniciales (1982); Para encantar esta muerte (1992); Perro ebrio (1998); de narrativa ensayo: La posibilidad de soñar por escrito (2003). Consta en las antologías Café Berlín (2001) y MeloPoeFant Internacional (2004), editadas en Alemania. Su obra ha obtenido premios y menciones a nivel nacional. Próximamente K-Oz Editorial publicará su selección poética Ahí los vidrios.