mardi 22 février 2011

IDENTIDAD LITERARIA ECUATORIAL


"Como llegando a los restos de un gran naufragio, llegamos a esto. Llegamos y vimos que, por el contrario, el barco recién se estaba construyendo y que la escoria que existía se debía tan solo a una falta de conciencia de los constructores. Llegamos y empezamos a pensar las razones por las que la Poesía se había desbandado, ya en femeninas divagaciones alrededor del amor, (que terminaban en pálidos barquitos de papel) ya en pilas de palabras insustanciales para llenar un suplemento dominical, ya en 'obritas' para obtener la sonrisa y el cocktail” del Presidente"

(Primer Manifiesto Tzántizico,1962)


(Los sesenteros tzántzicos entre sus flechas y pukunas/Foto Cifuentes)

LANZAMIENTO DEL COMPILATORIO REVISTAS PUCUNA
DEL MOVIMIENTO CULTURAL TZÁNTZICO

Martes, 22 de Febrero 2011
Sala Alfredo Pareja Diezcanseco
Casa de la Cultura Ecuatoriana, Quito
19 horas


Más en http://k-oz-editorial.blogspot.com/2007/12/el-movimiento-tzantzico-y-su-clara.html

mercredi 16 février 2011

LITERATURA EN EL QUIRÓFANO


GONZALO ROJAS: EROTISMO, ORGASMOS Y PREMIOS.

Por Raúl Arias*

El poeta chileno Gonzalo Rojas fue entrevistado por Augusto Rodríguez para la revista de arte y literatura No. 6 de El quirófano.

Las opiniones de Rojas sobre el erotismo, los orgasmos y los premios literarios me inducen a comentar y dar mis opiniones sobre estos temas.

A la pregunta de A. Rodríguez: ¿Se considera un poeta que escriba sobre erotismo?, Rojas responde: Yo no soy un poeta erótico. Yo escribo desde la palabra para exaltar el cuerpo. El poeta español Cernuda escribió una vez: Hay cuerpo, y eso es lo que hay.

Para mí el placer es algo sagrado. El parto es algo sagrado. El orgasmo es algo sagrado. Pero hay necios que creen otras cosas sobre el orgasmo, ese minuto bello y hermoso es para mí algo sagrado, repito. Hay otros poetas que escriben sobre erotismo, yo soy un poeta que escribe sobre el cuerpo.



En una entrevista ciertamente no se puede desarrollar todo lo que podría sobre un tema, salvo que sea una entrevista acordada para prolongarse todo lo necesario. Pero la entrevista a Rojas fue hecha por vía telefónica y eso creo que no permitió que el poeta chileno dijera más de lo que podemos leer en El Quirófano.

Para acercarnos a una apreciación de lo sagrado, yo diría que la vida misma debería considerarse sagrada. Mas en un mundo que irreverencia la vida y donde la violencia se ha entronizado por medio de los mecanismos del poder político y mafioso, la vida vale tanto como sucias mercancías que se manejan para enriquecerse y ubicarse en planos de superioridad sobre otros.

Para entender mejor las opiniones de Rojas y ligarlas a su poesía, selecciono dos poemas suyos: A unas muchachas que hacen eso en lo oscuro y La concubina.

El primero es un poema moralista que rezuma un gran desprecio por las lesbianas:

( ...vívanse / la una a la otra en la sábana / perversa, y / áureas serpientes ríanse / del vicio en el / encantamiento flexible, total.
Así, / equívocas doncellas, húndanse, acéitense / locas de alto a bajo…
De ustedes se dirá / que amaron la trizadura. Nadie va a hablar de belleza.

¿Rojas niega el derecho al lesbianismo en las mujeres? ¿Por qué tanto moralismo en este poema? ¿Por qué el orgasmo no es o no puede ser “sagrado" entre ellas? También diríamos lo mismo para los homosexuales. Esta fobia de don Gonzalo no es explicable. El placer de las lesbianas y el de los homosexuales es detestable para el poeta Rojas, y exhibe un machismo acendrado y antiguo, que parece decir: sólo el amor heterosexual es válido.

El poeta Rojas escribe en La concubina: ... útero es útero y falo es falo, no hay / aura ni distinción, ni mucho menos Danza, / haces tu número / en la feria y te vas, todo es comercio de hombre / y de mujer, no hay pelitos recónditos y uno es todos sus animales / a la vez y por lo visto quién engaña a quién, ésta es la bestia / -tú y yo- que somos.

Aquí el orgasmo se ha convertido en producto de comercio de hombre y de mujer, y ha perdido todo el prestigio de “sagrado”, que con tanto énfasis promocionó en la entrevista.



Sobre la negación del poeta Rojas como “erótico” y su afirmación de que escribe “desde la palabra para exaltar el cuerpo”, basándose en el poeta español Luis Cernuda, tengo a la vista un excelente ensayo de Octavio Paz sobre las opiniones del poeta español. Se titula La palabra edificante y está en el libro Los signos en rotación y otros ensayos, de Alianza Editorial, Madrid, 1971.

Paz escribe de Cernuda: “En su mundo no reina el rostro, espejo del alma, sino el cuerpo. No se entenderá lo que significa esta palabra para el poeta español si no se advierte que ve en el cuerpo humano la cifra del universo. Un cuerpo joven es un sistema solar, un núcleo de irradiaciones físicas y psíquicas. El cuerpo es surtidor de energía, una fuente de “materia psíquica” o mana, sustancia que no es ni espiritual ni física, fuerza que mueve al mundo según los primitivos. Al amar a un cuerpo, no adoramos a una persona sino a una encarnación de esa fuerza cósmica”.

Esto, sobre el cuerpo. Ahora oigamos algo sobre el erotismo y el homosexualismo del poeta Cernuda. Octavio Paz escribe: “… se corre el riesgo de no comprender el significado de su obra si se omite o se atenúa su homosexualidad, no porque su poesía pueda reducirse a esa pasión –eso sería tan falso como ignorarla- sino porque ella es el punto de partida de su creación poética. Sus tendencia eróticas no explican a su poesía pero sin ellas su obra sería distinta. Su verdad diferente lo separa del mundo; y esa misma verdad, en un segundo movimiento, lo lleva a descubrir otra verdad, suya y de todos”.

Paz cuenta que Cernuda publicó Los placeres prohibidos, el segundo de los libros de su período surrealista, en 1930. “No los llama, como hubiera podido esperarse, placeres malditos”, expresa Paz. “Cernuda no se siente maldito: se siente excluido”.

Con esta valiosa información sobre el poeta español admirado por el poeta Rojas, sobran más comentarios.



Ahora vayamos a lo que dice Rojas sobre…

LOS PREMIOS....

Augusto Rodríguez pregunta: Usted ha ganado el Premio Cervantes y es eterno aspirante al Premio Nobel, ¿qué opina de eso?

G. Rojas responde: Pues que los premios son tonterías, no sirven para nada. No significan ni deben significar nada, me entiende. ¿Por qué no le dieron el Premio a Kafka o a Fiódor Miajilovich Dostoievski? Debería haber un premio que se llame Premio Kafka o Premio F. M. Dostoievski pero no lo hay. Son tonterías que la gente se inventa. Y lo que es peor es un riesgo porque confunden al lector o al resto. Ya se cree que por ganarlo tal escritor se es más importante… eso es mentira. Y claro, a los que no ganan no se los ve igual, puras tonterías que no sirven para NADA.

Lo que dice el poeta Rojas parece una negación a la validez de los premios. Sin embargo nunca ha rechazado ni un solo premio de los tantos que le han otorgado. Y los habrá recibido -supongo- satisfecho y gozoso.

Por otra parte, dice: “debería haber un premio que se llame Kafka…”, etc. O sea, admite la existencia y validez de los premios. Es una contradicción, ¿no? Al fin, ¿deben existir o NO los premios?

Recordemos al escritor francés Jean Paul Sartre que rechazó el premio Nobel de Literatura en 1964. Germán Santiago nos informa en un artículo que “Sartre no fue el primero en rechazar el premio, ya que antes, en 1925, lo había hecho el irlandés George Bernad Shaw, pero fue tan contundente la respuesta del escritor francés, que le dejó poco tiempo a los miembros de la Academia Sueca para reaccionar. Dicen que Shaw, quien era esencialmente dramaturgo, lo rechazó porque lo tomó en broma, y Sartre, que era un filósofo, porque lo tomó en serio”.



*Raúl Arias: poeta y gestor cultural, fue miembro del legendario movimiento Tzántzico(reductores de cabezas)de los años 60 en Ecuador; junto con Rafael Larrea y Alfonso Murriagui constituye el ala radical del movimiento sesentero que a nuestra opinión
fue la tríada que no terminó como decía Rafael Larrea "devorado por el sistema y con la cabeza reducida"...(NE)

dimanche 6 février 2011

UNA GENERACIÓN ABDUCIDA 9

SOBRE ANTIPOEMAS VERDES
De Hernán Hermosa Mantilla

Lagarto azul editores/
Demolición en movimiento, 2010



Por Diego Velasco Andrade

IV De sacros Versos Apócrifos o del antipoeta,
como un nuevo profeta antes del tan esperado Apocalipsis


“De pronto,
empecé a caminar sobre las aguas
de una piscina
como si fuera un colchón de mazorcas.
Los bañistas quedaron atónitos
como si acabaran de ver
al mismísimo Jesucristo”.

(Experiencia paranormal)

En esta sección través de un fino humor, el antipoeta hace descender a la mitología judeo-cristiana y a la leyenda bíblica de su cruz de martirio y latigueos sangrantes; entonces nos encontramos frente a un paisaje escasamente místico y más bien humano hasta el absurdo; así accedemos a la intención evangelizadora del cuento bíblico, pero de otro modo, que no niega el imaginario religioso de cualquier cultura, solo que lo devuelve a su esencia de metarelato literario y no de verdad aceptable a pie juntillas;

“ En aquél tiempo,
pasó el mendigo (que no podía ver)
y le dijo a San Pedro:
-Soy ciego pero puedo oír
el canto de las aves a la distancia.
-Demuéstrame que lo puedes, pidió San Pedro.

(Parábola s/n)

“Entonces
salió Jesucristo y dijo a la multitud:
Que lance la primera piedra
aquél que esté libre de pecado.
Todos se miraron las caras.
……
¿Y qué esperáis para lanzarlas?,
preguntó Jesucristo.
Todos volvieron sus ojos atónitos a ellos.
Son piedras preciosas
que acabamos de encontrar en el templo.
Y salieron corriendo
antes que la turba hiciera justicia
con sus propias piedras…”

(Que lance la primera piedra)




El tono antipoético, a veces asume el registro de un erudito vaticano que por fortuna no parece aún infiltrado por la secta del Opus Dei, ni por los Iluminati, sino más bien por un científico con aires empírico-críticos como sucede en aquel misterioso: Reporte de santidad (el caso de María Magdalena):

“Hemos revisado con detenimiento
la carpeta que hizo llegar a nuestro despacho
para su postulación a la santidad.
A pesar del protagonismo
de su nombre en las páginas del evangelio,
no encontramos un solo milagro
verificado por la santa iglesia;
de manera que aquí
no tiene puntos a su favor”

No está por demás decirlo: el poeta se vuelve en estos versos un verdadero Cristo del siglo XXI; un cristo negro, o mestizo o chino, o andino, o anodino; balbuceando parlamentos que parodian el aire mesiánico de sus biógrafos, pero tan terrestre que puede hacer el ridículo, haciendo de actor y víctima de una tramoya de semana santa, que se repite en cada equinoccio de marzo y esto por desgracia pascual, desde hace más de dos mil años:

“Yo era el soldado romano
que se llevaba el show de los verdugos,
pero este año
el papel de Jesucristo estaba vacante
por ausencia forzosa del monaguillo.
Todos tenían curiosidad por ser Jesucristos
pero eso de cargar la cruz y recibir latigazos,
por más que se aseguraban
medio boleto al cielo,
a cualquiera lo acobardaba”.

(Mi aproximación al Vía Crucis)

Otra cosa, el antipoeta también funge en otros textos de antihéroe bíblico, en “El mal ladrón” por ejemplo, se asume un truhán del siglo XXI, viviendo la pesadilla cotidiana de morir junto al hijo de Dios:

“Soñé que era el “mal ladrón”.

“Presuroso me trepé por la escalera
a la cruz que me correspondía,
pero antes de acomodarme entre la repisa
y los agarraderos
que gentilmente me habían puesto,
me quité la prótesis dentaria
para dar algún aspecto “despreciable”.

“Muy avergonzado
me acomodé en el madero,
mientras encendían las luces de bengala,
y esperé pacientemente
hasta que me tocó actuar.
Pero desperté asustado
con el timbre de las seis”.

Algo no recomendable para el Consejo de Santa Inquisición, si es que este aún existe, es que el antipoeta irreverente con sus verdes aires de batracio, incluso se permite dudar de la existencia, rol y quizás hasta del sexo sagrado de los ángeles, en El Arcángel arcabucero, por ejemplo, interpela a los ejércitos celestes por no jugarle una mala pasada:

“Arcángel arcabucero,
príncipe de los ejércitos celestiales,
Tú que vigilas
los alrededores del cielo,
no permitas que los fariseos
pongan cáscaras de plátano en mi camino”.

De otra parte, en Mi ángel de la guarda, duda de su apoyo incondicional angélico, dadas las precarias condiciones en las que se debate el nunca famoso antipoeta; sin embargo, le reconforta saber que aún le queda “la angelología electrónica” como último y desesperado recurso:

“Sigo tu huella
como perro de caza
en un bosque de cemento,
¿dónde estás?
Ya empiezo a perder el olfato
de tanto que te busco,
de tanto que te aspiro,
¿dónde te camuflaste?
No sé a dónde ir
ni a quién preguntar,
además, ¿cómo preguntaría?
(por última vez)
¿podrías facilitarme tu correo electrónico?”

Diversos personajes bíblicos, pululan en esta sección de su libro apócrifo poético, hasta el mismísimo Poncio el Piloto, perdón Poncio Pilatos, en su ya legendario y siempre higiénico y antibacterial Lavado de manos:

“En el año 33 de la era cristiana,
Poncio Pilatos, Gobernador de Judea,
daba vueltas y vueltas en su colchón de agua,
luego del histórico “lavado de manos”
que no le dejaba dormir”.

Por fin, en Virgen del Buen Deceso, el antipoeta se encomienda con reverencia mariana a la dulce madrecita para que sea ella quien lo acompañe en su postrer final, eso sin antes advertirle, que en esta vida el escriba que suscribe estas súplicas, intentó varias veces el éxito y salir del anonimato a través de sus inspirados versos, todo por ser un buen padre de familia:

“Oh, Virgen del Buen Deceso,
no permitas
que me llegue la muerte
sin haberme bañado y afeitado.
No permitas
que se me apague la luz
antes de haber provocado
el aplauso de mis lectores anónimos,
el orgullo de mis hijos,
y la venia de mi mujer”.



Más allá de sus dudas piadosas, el vate se permite insertar en los legendarios textos bíblicos aprobados por el Vaticano, diversas nuevas ficciones y relatos fantásticos que calzan perfectamente en el absurdo de un relato mal entendido por la mayoría durante centurias, al haberlo visto fuera de su contexto mesiánico y evangelizante, planteándose como detective “sin nombre de la rosa”, múltiples casos y enigmas a resolver, entre ellos: el misterio de El Cristo de los negros, o el de los Versículos que se le olvidaron a San Juan por sufrir un desmayo o peor aún, de un hecho ficticio pero no menos espirituoso: de cómo habría sido descrita La Última Cena (a través de los ojos de un gato)

“Entré cuando todo estaba servido,
de manera que no me pregunten
cómo empezó todo aquello.
Eran como 13 comensales,
“los 12 apóstoles y el maestro”, se hacían llamar.
El asunto es que me dejé tentar
por los olores de comida fresca
en la fonda real,
más por el hambre
que por entrar en las páginas del evangelio.

…Pero no había forma de arrebatarles
un pedazo de cordero,
de pavo, o de pescado
porque estaban sentados de tal manera
que era imposible encontrar un resquicio,
mucho menos cuando el maestro se puso de pie
y todos tensos y ceremoniosos, le escuchaban.

… “El personaje se acercó al maestro
para contarle algún “secreto” que, de seguro,
le pondría sobre aviso que un gato hambriento
quería robarle el cordero.
Me aterró tanto el gesto de los dos,
que desistí de la cena,
lanzándome por la ventana”.

Al final, el escribidor verde pide disculpas a los beatos y beatas que pudiesen sentirse ofendidos por parafrasear textos tan sacros y hace su respectiva mea culpa, hecho que estamos seguros, le ahorrará sus debidas disculpas en la hora nona cuando comparezca ante el santo con nombre de piedra, que dicen que guarda las llaves y cierra puntual las puertas del cielo:

“Dios mío, Dios mío
¿por qué me has abandonado?
Soy el subempleado
que no da pie con bola,
el que toda la vida se quemó las pestañas
y no le sirvió para nada,
el que paseaba su currículum bajo el brazo
y le empezaron a salir plumas.
Soy el Cirineo
que de tanto cargar la cruz
se jodió la espalda.
No permitas que me crucifiquen
por esta herejía que estoy cometiendo,
porque soy un padre de familia
en pleno siglo XXI”.

(El abandonado)


V En donde el antipoeta dice sin vergüenza Yo soy el que soy,
y busca sus raíces hasta bajo la mesa




Quizás la parte más lograda del libro, la más impactante y la más terrena, a la vez que cercana y humana como la que propone un poeta caminante y terrícola, sea aquella en donde el escriba se muestra desnudo: tal cual llegó al mundo; en estos versos el escriba inicia explicando que ante la falta de biógrafos interesados en este tipo de vates que se confunden con el gentío, él mismo se ve en necesidad de describir sus huellas dactilares, parodiando las “señas particulares” de algún famoso poeta de líneas imaginarias y vasijas de barro, él aporta a los historiadores y a la posteridad efímera los siguientes datos personales:

“En vista de la extinción
de biógrafos comprometidos,
me veo en la necesidad
de esbozar las señas particulares
que me saquen del anonimato.
Fui concebido
el día que Dios se durmió en los laureles
descuidando las ovejas del corral.
Sentí la persecución y el sobresalto
mucho antes de nacer
porque mi madre adolescente
fue expulsada del paraíso.

…Mi afición por las letras no tenía nombre,
seguramente por eso,
enfermaba de melancolía
cuando mi madre no preparaba sopa de letras.

…Trabajé lavando platos
para estudiar en la noche,
hasta que me gradué de bachiller.

…Pasaron los años
y seguí garabateando las paredes,
hasta que me sorprendió un siquiatra
y me dijo que esto le sucedía a cualquiera”

(AutoBiografía)

Y es en esa búsqueda de identidad, aquella que buscamos todos ahora, para no devenir horizontales en el diván del siquiatra, sin saber siquiera de dónde venimos y hacia dónde vamos, el antipoeta verde decide un día tomar, en lugar de algún carruaje romántico, una vulgar buseta y emprender un viaje al pasado; al paisaje de su infancia; volver digo a su pueblo natal en busca de lo que quede de su genealogía, de sus raíces de árbol de pumamaqui y de sus “títulos inmobiliarios”, tan andinos y fríos como el volcán Cayambe:

“Hasta que sentí un instinto salvaje
por visitar el terruño de mis ancestros
(la tumba de mi madre
y la casa donde vive mi padre).

..El caso es que
me embarqué en buseta de tercera,
y recibí de los arcángeles
carta blanca y un esfero para escribirlo todo”…

(El viaje)

Mas, la llegada del vate a su tierra natal no produce ningún acontecimiento “municipal y espeso”, ni ha sido contratada ninguna banda mocha o la filarmónica del pueblo, para su recibimiento; por ello el escribidor se pregunta ¿Dónde están? ahora los fantasmas de su infancia, dónde el cura y el panadero, dónde los niños de hace fuuu, dónde el abuelo y dónde sus tías y demás parientes; y, mientras el pueblo hace en el texto las veces de una Comala posmoderna y tecnocumbiera, ahora colmada de puestos de cds, karaokes y salchipapas, el escriba hace las veces de un melancólico Juan Rulfo ecuatorial, recorriendo los sitios que quedaron grabados en el disco duro de su memoria lejana :

“Cuando evoco Tabacundo
ya no me remite al olor de fogón,
y es mentira que el barrio de San Blas
me moviera la cola cuando aterricé.
Todas las caritas conocidas
han abandonado la barca. Ahora,
es un pueblo de fantasmas
y no hay alguien que responda mi saludo.

…Hasta que sorprendí al Cayambe cano y frío,
apertrechándose tras la iglesia Matriz
como si yo les fuera a fotografiar
para el Ministerio de Turismo”

El mago y escriba transmuta entonces alquímicamente pena por nostalgia, y convierte su malestar en materia lírica para seguir desovillando su discurso sin lamentos; asume que su viaje al pasado está aún allí en el gozo de las anécdotas infantiles que habrá de todos modos que guardar aunque sea para cuento infantil de sus hijos, nietos y quién sabe hasta bisnietos, ¡claro está! si para ese futuro incierto, aún la gente sigue creyendo en prehistóricos versos escritos con el puño y sangre de los recuerdos:

…“No sabía si suspirar
o atragantarme con el viento.
Pero me dejé llevar
por mis zapatos generosos
que cogieron el atajo de San Blas.
Este era el barrio de mi infancia,
ésta la calle principal
que hacíamos cancha de fútbol,
y esa casa de don Avelino
se convertía en posada de peregrinos
todas las noches.

…Me recuerda la época
de la TV blanco y negro
cuando los deberes quedaban a un lado,
apenas empezaba a oscurecer,
y nos acomodábamos en la alfombra del vecino
frente a la única tele del barrio.
Hasta que empezaba “El ladrón
que roba en los trenes para dar a los niños”,
y nadie pestañaba
esperando que el protagonista
se saliera de la pantalla
a regalarnos un balón nuevo.

…Pero esto es
el morboso retroceder del tiempo
para mortificarme -reflexioné.

…Enrollé la cinta de los años
y seguí mi camino
porque ya no había nada que negociar
con el pasado.

(Ya no hay nada que negociar)



Un punto clave del libro y de esta parte final, es el encuentro con su padre, anciano solitario y clavo sin desclavar en la niñez y adolescencia del antipoeta; es el encuentro con su sangre, con su karma y talvez con su dharma diríamos con aires esotéricos; es el encuentro con sus ancestros, con sus antiguos fantasmas maternales y paternos y es aún más misterioso aquel encuentro cuando el antipoeta acierta por boca de su propio padre a reconocer, en la escasamente gloriosa historia de la Literatura Ecuatoriana su estirpe de poeta romántico, en las siglas de un tal J.L.M. archiconocido poeta celebre por haber escrito las sagradas notas de la canción nacional, -la mejor del mundo, claro está después de La Marselleise-, y por haber dado con su opera magna, nombre y apellido al contaminado Terminal Terrestre de Quito, hoy convertido en mall municipal de “pico y placa” y de suculentas comidas típicas…

“Me aproximé unas cuadras y golpeé
en la casa de mi padre solitario:
¿Quién es, dijo. Su hijo, contesté.
Veamos si es cierto, interpuso una lupa
y me abrió la compuerta.
Alardeó de todo sin haberlo pedido,
mientras yo contemplaba la foto del abuelo
observándome sin pestañar.
Su abuelo era amigo de las letras, me dijo.
(¿Cómo supo que estaba mirando al abuelo?)
No podía ser de otra manera
tratándose de un pariente de J.L.M., remató.
Yo no atinaba si tomarle en serio o considerarle orate”

... Nadie sabía quién soy,
todos ilustres desconocidos
atraídos por la vorágine florícola.

Allí confirmé que ya no tenía raíces
ni debajo de los zapatos.

Subí a la primera buseta que regresaba,
y me dormí”.

(El encuentro)


VI Epílogo en verde y fuga en rosa




Finalmente y en honor al tiempo que me ha concedido el autor para esta presentación, y sabiendo lo costosas que son las hojas de imprenta, quisiera si me permiten en honor al vate diseccionado en esta vivisección y a los revolucionarios de cafetín y a los círculos rosa que ahora nos gobiernan; quisiera digo, demostrar que la poesía política no ha muerto, que la insurgencia es materia poética vital del escribidor de versos, no de los finos y canónicos poetas que ahora parecen estar de moda en nuestro paisaje literario y, por ello pido permiso a las cuatro direcciones y también a las cuatro regiones del país ya todos sus habitantes, para escuchar con ustedes estos últimos versos; recordándoles eso sí que cualquier parecido con algún personaje que ahora nos gobierna, es por pura complacencia:

“Si llego a ser candidato
¿qué sería de mi vida?
Tendría que escoger de binomio a un negrito del Chota
y aceptar el Gabinete que me pongan
mis patrocinadores.

…Cuando el Consejo Electoral realice el conteo de votos,
yo estaré tan agotado que rogaré a Dios
porque este calvario termine
para irme a descansar.
Pero eso será imposible
porque yo estaré marcado por el destino
para “dirigir el futuro de la patria”.
Ese momento me levantarán en hombros
y me apretarán la mano con furia,
me darán abrazos de oso y besitos desabridos.
Llegaré atrasado a la Rueda de Prensa
porque será imposible dar un paso
sin recibir, al menos, un pisotón de la multitud.

…A los tres días cuando llegue a mi dulce hogar,
mi familia ignorará el arribo del Presidente de la República
a su propia casa.
Tendremos que mudarnos a Carondelet, les diré
para ver si con eso reaccionan.
Y en efecto, reaccionarán:
¡Vos mismo te buscaste todo esto!
¿Qué cosa?, responderé hecho el inocente.
Alejarte de la vida familiar, dirá la Primera Dama
con las manos en la cintura.
Afuera no dejarán de pitar los autos
de partidarios y palanqueadores,
hasta que los vecinos se sentirán realmente molestos.

…Yo estaré al borde de una crisis
por tanto acosamiento colectivo,
y me encerraré en mi cuarto fingiendo un desmayo
que más tarde será realidad.
Dos días después que me despierte,
estaré derrocado.
Todos me acusarán con el dedo
por incompetente, timorato, y poco hombre.
Y tendré que huir del país
porque los amigos y los enemigos
querrán lincharme como a don Eloy,
y perseguirán a toda mi familia.

Entonces,

…Llegaré a cualquier remoto lugar del extranjero
y me haré ermitaño
para escribir estas memorias.

(Si llego a ser candidato)



Que así sea.

Diego Velasco Andrade
Kitu, tierra de la mitad, agosto 2010