samedi 10 octobre 2009

SERIE NUEVAS NARRADORAS ECUATORIANAS 7

CRISTINA MORALES
Quito, 1977
Es comunicadora social, con estudios en la Universidad Salesiana
y en España, donde ha trabajado en proyectos de apoyo
a poblaciones migrantes,en especial ecuatorianos.
Integrante de los Talleres Literarios de la CCE,
colabora en medios alternativos vinculados a los movimientos sociales.

Prepara su primer libro de cuentos.


La primera de 24 mil

Con un repentino y fuerte dolor de cabeza, Mariana se echó a descansar bajo la sombra del sauce. El calor estival envolvía el jardín. Al frente, la fachada de Versalles, un espacio real, de poder absoluto. Una antigua voz monárquica diluida en el viento de los senderos parecía susurrar: “después de mí, el diluvio”.

Mariana trató de pensar en cómo se las ingeniería para superar las dificultades en encontrar quien la atendiera al momento de buscar comida, pues no hablaba francés, solamente español, algo de inglés… lo mismo que nada. Al menos el retorno sería más fácil, se dejaría guiar por las señales hasta la próxima estación y haría un trasbordo en el metro. Trató de animarse: “banalidades, detalles” – se dijo – “si estoy ante el poder absoluto de Versalles”. Apuró unos tragos de agua, apoyó la cabeza en el tronco del árbol y cerró los ojos brevemente.

No supo bien si era el principio del temible golpe de calor, pero sintió el fuerte sonido de la sangre bombeando en su cabeza. “Tum, tum, tum”…

La tierra temblaba bajo miles de pies que llegaban hacia Versalles. Los pasos de la multitud eran como tambores hacia lo inevitable, lo irreversible... Arrastraban consigo el polvo del camino y la ceniza de La Bastilla, que humeaba todavía a sus espaldas. “Qué magnífica recreación”, pensó, “seguro que esto se repite cada julio”.

Pero el camino era de tierra y, detalle curioso, no había ni una huella. Sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Se salpicó unas gotas, pero el retumbar no cesaba. El árbol que había a sus espaldas ya no se encontraba allí. El tremor crecía como una ola: era la euforia de la “Diosa Razón” a través de numerosas gargantas, tras el rodar de la primera cabeza, de 24 mil.

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