mardi 31 août 2010

DEMOLICIÓN EN MOVIMIENTO 9



DE ANTIPOEMAS VERDES
Y OTROS HALLAZGOS VEGETALES
de HERNÁN MERMOSA MANTILLA

Primera parte



Por Diego Velasco Andrade



¿Qué nos dejaron los 80? El ocaso del movimiento de los “talleres” y de algunas tribus de barbudos; una eclosión de publicaciones y revistas autogestionarias que se consumieron “al paso” y hoy han sido olvidadas por las nuevas generaciones. La transfiguración de una poesía irónica, sardónica y comunicante, a la del hermetismo individualista y a una cómoda “teoría del desencanto” o peor del “desencuentro” que vino a instaurarse desde los 90s y devino talvez en una elitista visión “canónica” de la poesía, que ha sido usada por los escritores y “poetas de oficio” y/o “oficiales”, como una suerte de extravagancia literaria, exotismo intelectual y marketing personal.

En aquella época, un grupo de jóvenes escritores que venían de participar en el Taller de Miguel Donoso Pareja configuraron en Quito el Matapiojo; su utópica propuesta fue la de “acabar con aquel parásito que se reproduce en el basurero de la historia” y “socializar los medios de producción literaria”, todo en el marco de las acciones que en esa época desarrollaban varios grupos de artistas populares en América Latina, en los campos de la pintura, el teatro, la música y la literatura en Ecuador.

El Matapiojo en sus inicios, estuvo conformado por Hernán Hermosa, Félix Castañeda, Jairo Valbuena, Edwin Madrid, Paco Benavides, Víctor Vallejo, Pablo Yépez Maldonado, Diego Gortaire, Susana Struve, Fabián Vallejos, Marco Núñez Duque (desparecido en 1988), Ruth Patricia Rodríguez, Silvia Tello, Fanny Samudio, Magdalena Noboa, Makarios Oviedo, Soledad Fernández de Córdova, y muchos otros, que no surgimos por generación espontánea, sino que nos formamos y curtimos al fragor de nuestras utópicas propuestas de socialización de los medios de producción literaria...

Es en este marco de la poesía de los 80, que podemos entender la obra que ahora presentamos del escritor, comunicador social, editor, dibujante y sobretodo “antipoeta” Hernán Hermosa Mantilla, y entender sus famosos y tanto tiempo esperados Antipoemas verdes, su libro advertido por sus amigos de antaño y extraído del baúl de los juveniles años de pedrada zurda y matapiojos-, aquellos mismísimos versos escritos en la oscura y tan publicitada “larga noche neoliberal” y ahora re-actualizados en tiempos de globalización y “revoluciones rosa”, textos en los cuales Hernán Hermosa asume su vital identidad antipoética y su tono de voz graffitera, patafísica y blablablante, siempre con valentía, con humor negro y sobretodo, sin ningún temor a la aceptación por parte de los honorables Críticos de la Luenga…



I
De cómo se expresa un “ANTIPOETA A SECAS”


“Pido disculpas
a todos los usuarios de la poesía
por permitirme instalar el kiosquito
en la vía pública.
Mi agradecimiento imperecedero
a todas las respetables damas
que gustan de la poesía erótica,
a los críticos literarios,
a los malabaristas de la esquina
y tantos iluminados
que se me escapan de la memoria”

(Antes de nada)

“Sentí la persecución y el sobresalto
mucho antes de nacer
porque mi madre adolescente
fue expulsada del paraíso.
Nací prematuro
en brazos de una doncella
que me animó a la vida con un chirlazo
que hasta ahora me duele”

Estudié periodismo siguiendo los designios
que ya les conté, y me puse a escribir
en todo papel que caía en mis manos,
hasta que agarré esta facha
de antipoeta orate
que me acompaña”

(AutoBiografía)

…“Los poetas me ignoran
por rústico y no contactado,
los perros me enseñan
sus enormes mandíbulas,
y los municipales me siguen los pasos
para ver dónde suelto
mis palomas majaderas”

(Antipoeta a secas)

Siguiendo la ya legendaria tradición coloquial y patafísica del francés Jaques Prevert, el chileno Nicanor Parra, o el venezolano Aquiles Nazoa, desde los inicios de su obra, el escritor se asume frontalmente como un antipoeta, es decir como un hablante común y corriente, como un ser de carne y hueso o a veces como un sabueso en caza implacable de un nirvana llamado: lo mágicotidiano; como víctima y sobreviviente callejero de este mundo banal y globalizado por la literatura light y por lo superfluo, el autor se identifica como un hablante locuaz y a veces iluminado antes que por los alucinógenos o por la bohemia del arcaico “poeta maldito”, por ciertos perversos duendecillos poéticos que le dictan versos en una oreja; por ello advierte al querido lector cuando inicia su libro vegetal:“No soy responsable de nada, un duendecillo me dicta estos textos”…y asume el inútil y paradójico oficio de antipoeta:

… “Soy antipoeta a secas…
Atrapo mis versos en bruto
del vaho de los transeúntes,
los amaso en mi cocina
y después del primer hervor
los cuelgo para que se maceren.
Producción 100% artesanal,
sin químicos ni colorantes permitidos”…

Y el “antipoeta a secas”, confiesa con vergüenza que buscó alguna vez la fama, como cualquier poeta que se precie de tal, pero siendo tan tímido y amante del anonimato en un país de poetas fu fu ru fus, que no son leídos ni por su abuelita, él prefirió hacer poesía que rime con el pan de cada día; a diferencia de los poetas amantes del canon griego, este antipoeta se sabe infaustamente anónimo y un admirador irónico de sí mismo; qué más podría hacer si sus potenciales fans más bien ahora inundan los karaokes, los estadios y los coliseos, en búsqueda de los verdaderos ídolos contemporáneos de la bachata, el sexy reggaetón o la filosofía Ricardo Arjonera de alcantarilla …Al contrario, él a mucha honra, antipoeta en primera persona, aclara lo que ofrece su espectáculo:

..“Yo expongo mis jaquecas,
mis eventuales lumbalgias,
y mis ronquidos cuando duermo.

Pero a cambio,
ofrezco mi afición por la escritura insólita,
mi incipiente humor negro,
y mi debilidad por el arroz calentado”.

(La loca locomotora del tiempo)


Este antipoeta verde, tampoco se siente a gusto en la carrera hacia el Nobel parroquial como la mayoría de sus colegas y le importa un pepino la maratón 20 k de poemas premiados por la universidad tal o por el gobierno pascual o por el hit parade de los mejores poetas encaramados en el podium de la Academia; él sabe de antemano que su carrera literaria no estará sembrada de rosas sino de espinas o mejor de espinillas en la cara de ciertas brujas críticas del medio:

“Ayer nomás,
cuando me inscribía en la media maratón,
ustedes me dijeron que nunca llegaría a la meta.
Y aquí me ven,
llegando con la lengua afuera,
pero llegando.
Agoreros de mierda,
dieron por hecho que me daba un infarto,
y se fueron llevando mi ropa”

(Aves de mal agüero)

“Necesito el Premio Nobel
antes de que se me acabe la cuerda.
Sería el primer ecuatoriano con esa distinción,
y los periódicos del mundo entero
pondrían en primera plana:
Ecuatoriano gana el Premio Nobel.
Aunque la sociedad ecuatoriana
diría que el fallo es una falla del jurado.
¿Cómo pueden reconocer
esos apuntes de cocina como poesía?
¿Por qué no se fijaron en otro ecuatoriano
de aquellos que se queman las pestañas
en la Academia?

(Quitarán de ahí)

Y de qué escribe entonces este tipo antipoético “paquidermo hambriento” sino “Boesía”? no poesía, boesía con b labial como bollos de poemas, que sirvan para aplacar el hambre de los transeúntes pues el caviar o el fondieu no son asunto de pobres antipoetas como él, quien prefiere más bien escribir sus “boesías” como tortillas calientitas o multicromáticos helados de frutas:

“Hay boesías de todos los sabores.
Las hay de piña,
de coco, de canela, de guayaba,
y hasta de quinua
con incrustaciones de almendras.

Muchos críticos ya empiezan a creer
que la boesía aterrizó en nuestra cochera,
a quedarse para largo”

(¡Cómo me gusta la boesía!)


Y por supuesto, no quiere ser ni el gurú que estábamos esperando para que nos guíe hacia prados de paz y amor, ni el tan ansiado Mesías del 2012, que nos conduzca hacia una nave estelar antes de que acabe el mundo, puesto que como él mismo se caracteriza en esta sociedad proto-apocalíptica:

“Soy lo que soy,
ni Barrabás ni Cristo del Consuelo.
Algún momento quise ser bohemio
pero reprobé por insuficiencia de méritos,
y preferí matricularme en la vida
para aprender a vivir”.

(Animador de la vida)

En cuanto a sus instrumentos poéticos, los zapatos del poeta maldito o del poeta decapitado o por decapitar, tampoco calzan bien al vegetal antipoeta, más que un jinete de la literatura, él es un Peatón vitalicio amante de tierra firme y más terrestre que una lechuga, puesto que como él mismo dice:

“Me niego a escribir más elevado,
no solo por el miedo que tengo a las alturas,
sino por la dificultad de escribir
desde un andamio.
Me niego, sobretodo,
a interpretar artificiosamente
el vaivén de las alas.
Ustedes pueden hacer
los comentarios que quieran
(a mis espaldas);
pero no olviden
que soy autodidacta,
autoprestádico,
pasajero de estribo,
y peatón vitalicio”

(Peatón vitalicio)

“Bienaventurados todos,
inclusive yo,
por mantener un perfil bajo
sin tentar a los fariseos”

(Bienaventurados)

Es entonces el hablante de sus propios versos, un arquetipo de poeta que se desnuda hasta quedar expuesto en huesos y pellejos, buscando nada más el afecto de su prole, el un ser humano vulnerable y tierno, necesitado de afecto y de atención, no de la crítica, sino más bien de los seres tímidos y tan anónimos como él:

“Ya estoy cansado
de soñar que estoy desnudo
y que a nadie le importe.
Antenoche soñé
lanzándome a la piscina sin tanga
y nadie se comidió siquiera en aplaudirme.

(Sueño desnudo)

¿Por qué me saludaban todos
cuando quería pasar de incógnito?

(El boleto premiado)


Una vez que el antipoeta se sabe mortal y que ha bajado del Olimpo como quisiera Nicanor Parra, solo entonces puede hablar sin pudor del aire, del agua, del amor, de la identidad, de la política, de su pueblo natal o de lo que le venga en gana; puesto que liberado de líricas armaduras toda temática puede ser tratada en sus versos, sin retórica ni aspavientos, sin disfraz y sin mordazas, sin vergüenza de aquello que dictaminen las elites, el sentido del buen gusto poético, las damas de buena cuna o los poetas feligreses del canon; de esta manera fluente el antipoeta cruza raudo por la avenida, la calle, la plaza o la montaña y narra en imágenes cinemáticas lo que siente, lo que mira, lo que huele y palpa.




Continuará...

1 commentaire:

Anonyme a dit…

En el fondo es una poesìa de ceño duro, de una vulgaridad tersa y acomodada, antes o despuès, concubina de los instantes cotidianos, de un prosaismo acertado, enfadado aveces , y causa ternura cuando tira de la manta del cielo y caen de nalgas los pàrbulos del parnaso.De esta breve lectura, antipoeta o no, yo he sido el pasajero 666 , que de tan corto y bello viaje, me ha molestado el regreso..Saludos k-oz.