dimanche 8 janvier 2012

NUEVOS NARRADORES ECUATORIANOS


EL ESPEJO DE MAMBRÚ
DE JOSÉ LUIS BARRERA


O DE AQUEL MAMBRÚ, QUIEN NUNCA IRÁ A LA GUERRA

Por Diego Velasco Andrade

La lectura de un libro de cuentos siempre nos reconforta, nos permite verificar que los placeres de la lectura siempre son múltiples... Se lee cuentos para saber, para comprender, para reflexionar, para imaginar, para ensoñar... Se los lee también por la belleza del lenguaje empleado, para emocionarnos y hacer brotar una sonora carcajada o en ocasiones, para conmovernos hasta las lágrimas.

La lectura de El espejo de Mambrú, del joven narrador José Luis Barrera, constituye una pasión aventurera, lúdica y participante con el lenguaje, que ha costado a su autor noches de vigilia y días de solaz en medio de múltiples situaciones inimaginables que le ha tocado vivir en estos últimos meses..

En suma nos permite optar con libertad ante la comunicante posibilidad de conocer “su mundo” y otros mundos superpuestos en él, a través de historias que al inicio creemos reales o aquellas que solamente nos inventa, -sin haberlo pedido-, para tomarnos el pelo o para azuzar el monótono mundo de las apariencias al que estamos acostumbrados y, una vez que entramos en sus páginas ficticias, no podemos evitar sentirnos atrapados por la tensión de sus relatos llenos de desenlaces inesperados y abruptos y mágicos y absurdamente reales; en fin, para ser sensibles y compartir el sentimiento del autor y su singular manera de mirar y de criticar el mundo...



Trabajados primero en el taller de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, como ejercicios de escritura creativa, a partir de recortes, fotografías, indicios misteriosos, crónicas rojas y amarillas, datos históricos o inventados, personajes verdaderos o simulados, el autor los ha moldeado pacientemente con su personal punto de vista y su propio registro sonoro, haciendo de su lectura: “una unión libre”, o mejor una libre convención entre texto y lector, solo creíble en el acto de leer ficciones tal como si fueran “verdades verdaderas”; pero además el producto obtenido, nos hace conocer al “otro yo” de José Luis, a ese “otro yo” místico, que constituye el espíritu del autor, el cual rebasando tiempos y espacios desde sus “vidas pasadas”, nos permite acceder y valorar, -a quienes los conocemos en la vida presente-, el fluente bullir de su mundo interior a través de un fraseo moroso, en ocasiones “seudo filosófico” y en la mayoría de veces, premeditadamente irónico.

Estos cuentos cortos, son él mismo autor y suenan con su propia voz, nos permiten compartir sus pasiones por el arte, la filosofía, la arqueología, la historia de las culturas, a través de la elaboración de ficciones que semejan historias vividas. En especial, se pueden leer sus cuentos para ensoñar con otros personajes a los que no estábamos acostumbrados en nuestra narrativa actual, tan llena de narco basura, sexo como anzuelo, violencia gratuita y efectista y un banal underground de pacotilla...

Se pueden leer sus cuentos, en especial para afianzar nuestra identidad personal caleidoscópica y para reconocernos en sus páginas, muchas veces como personajes que fatigan situaciones tan reales como nosotros mismos, en donde el ego, la pasión, el orgullo, la mentira, el snob intelectual, se plasman en un curioso ejercicio especular, de reflejos participantes, en los que José Luis nos invita a ingresar y a mirarnos sin maquillaje.

Para quien constituya el lector o lectora potencial de estos cuentos, es necesario que desde sus primeras líneas, haya recibido las claves de lectura sobre lo que constituye una “ficción verdadera” o mejor, una “verdadera ficción”; porque sus escritos al igual que aquellos de los “historiadores” de nuestra comarca, solamente nos narran las historias subjetivas de Mambrú: las que pudieron haber sido y no son; aquellas que son posibles solo por la magia de la literatura. Son relatos con puntos de vista y perspectiva, que nos aportan elementos para enraizar nuestra identidad personal, en las miles de identidades colectivas que bullen en nuestro entorno y que, muchas veces, pasamos por alto.

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