vendredi 30 janvier 2009

SERIE: NOVÍSIMA POESÍA ECUATORIANA


COMENTARIO A LA OBRA:

EL CAZADOR


DE CECIBEL AYALA
(Cayambe 1986)


Por Freddy Ayala Plazarte*


El panorama actual de la literatura joven ecuatoriana, se presenta diverso e impredecible, actualmente trabajo en una antología de nuevos poetas ecuatorianos, por ende he podido conocer la obra de unos 20 autores jóvenes que han publicado, cuyas edades oscilan

entre los 20 y 30 años de edad.

Si bien, sus propuestas estéticas e ideológicas caracterizan a cada autor de una manera particular, sus obras parten de temas como: la muerte, el erotismo-seducción, la ironía, el humor, la naturaleza, cuestionamiento al nacimiento, el azar, lo urbano de la ciudad, que pueden ser vistas desde un enfoque posmoderno, psicoanalítico, subversivo, barroco, realista, hiperrealista, surrealista, es decir, estamos inmersos en un cúmulo de sensaciones, simbolismos y desencantos, la linealidad y monocromía no existen, hay cabida para la fantasía, imaginación y el desahogo de los sentidos mediante la palabra.

Esta generación, a pesar de habitar un tiempo donde los simbolismos que invaden y obscurecen el entendimiento de lo “real”, son de carácter virtual; no es menos cierto que obra poética joven es algo que abunda, pero la deficiente importancia y difusión a la literatura joven en el Ecuador, imposibilita mirar con distancia la relevancia de cada autor. En este sentido, aparecen nuevos nombres, nuevas propuestas, con algo novedoso, tomando, rechazando, o valorando el tiempo pasado, el ideal es mostrar un trabajo, un esfuerzo, una larga dedicación por parte del escritor, en estos tiempos cuando la física de Einstein sigue tambaleando

y todo es absolutamente relativo...


***

“Escribir es un desnudarse y deconstruirse, así como dejar la huella de lo ausente en el presente o no habitar ningún centro en ninguna parte”, con estas palabras de la autora empiezo a reflexionar la temática del libro “EL CAZADOR”, cito: “No soy yo, quien les habla, sino la rebelión de los inocentes y martirizados espejos”.

El libro de Cecibel refleja pureza y honestidad en el lenguaje, al momento de derrumbar las cloacas de la existencia, no hay espacio para el hermetismo. En la primera parte de la obra se enfatizan diálogos, Lilith y Ceres, imaginémonos a los dos seres mitológicos, ubicados en un tiempo-espacio lejano, la una representa el nacimiento y la otra representa la infertilidad, se enfrentan, se desean, se añoran, la una espiritual, la otra terrenal, la una en la otra, dialogan acerca de la luz en medio de las tinieblas, pero siempre se quedan en el umbral de las caricias del fuego amoroso imperecedero.

Lilith y Ceres, pretenden rechazar lo terrenal para asumir un mundo espiritual, celestial, llegan a una orilla de la arena pero prefieren quedarse en las dagas del océano, un océano plagado de incertidumbres, estas últimas son las que sostienen la existencia del ser. Para Lilith y Ceres la noche es el instante perfecto para pretenderse, desafiarse y tomar algún bocado de misterio, misterio como el de la tarde que nadie ve, nadie se fija como declina, y se reconstruyen en el alba, pregonan ideas universales; porque a pesar del amor terrenal, hay una idea divina que está escondida y nos posee.


En la segunda parte: Altar de las pasiones, recoge el discurso del Eros patológico, el síntoma de la desdicha y de continuar el camino de la existencia sin ese alguien sin ese algo, nos hace pensar mucho; vale la pena quedarse mirando cómo nuestros ojos forman inconsolables sombras que a la vez nos consuelan. La autora nos atrapa en sus conflictos y ansiedades, tener un cuerpo carnal cuando el espíritu anhela otro cuerpo, he ahí la paradoja de la condición humana. Cito: “Contigo la saciedad es como el espíritu que desaparece con el atardecer, y solo deja el cuerpo, tu cuerpo”.

Vivir en silencio es como tener un rayo de lluvia atravesando nuestra garganta, es decir no poder hacer nada a pesar de lo que se lleva; “Lo más difícil de compartir es el silencio, podrás compartir lo que quieras con quien puedas, pero el silencio, sólo conmigo”. A pesar de que el personaje se abandona en sí mismo, autista, vuelve a reencontrarse a buscar algún indicio humano para no desaparecer, a momentos se resigna pero está ahí esperando que la puerta se abra y traiga un inicio, sin importar cuál. Así lo declara: “¿Qué sería de mí si estuvieras aquí? Una beata compañera, una loca muerta de fiebre por ti, una niña malsana.

El cielo y el barro más profundo…”

¿Acaso el dolor es lo real y la felicidad un sueño ,
como dijo Voltaire, la autora lo sabe?

La tercera parte: Pretextos, el último capítulo del libro y quizá el que complementa la propuesta de Cecibel, parte desde la Filosofía como conocimiento de denuncia, arbitrariedad, tragedia, homicidio, fragmentación de la realidad, como ella mismo lo dice: “Para ser sabio, no es necesario envejecer, a veces, y sin saber como, hay algo que repentinamente ha envejecido reversiblemente en nuestras interpretaciones”. Para Cecibel Ayala cada cosa, cada acto, cada hecho se definen en un decenio y en un segundo, no hay diferencia. A pesar de encontrar hermenéutica y diversos criterios filosóficos para analizar el mundo actual, Cecibel quiebra lo diverso y se define por lo anacrónico, anómico, su mejor orden es la reconstrucción, el desorden, para encontrar más desorden.

No sólo que nos encontramos con la sutileza y el vértigo tenue de la voz poética de este nuevo libro en la poesía joven ecuatoriana, para demostrarnos que la poesía no solo es metáfora, imagen, palabra hecha figura; “EL CAZADOR” de Cecibel Ayala recurre a los temas trascendentales de occidente: el amor, la muerte, erotismo, castración, sexo, aquí la filosofía es un recurso que ahonda en el conflicto existencial del ser humano, porque no solo hay que ser sino también hay que estar. Basta hurgar la psiquis para demostrar nuestra condición humana, eso sí desde el Eros y la pulsión, es decir el interminable deseo, ansiedad de hacer de lo cotidiano algo enigmático. Y pedir más a pesar de lo que se tiene; eso mismo que alguna vez Lou von Salomé dijo a Nietzsche: “Si no te queda felicidad que brindarme aún te queda tu dolor”.


“EL CAZADOR”, se revela de una manera prolífica, hay errores en nuestra conciencia, que podemos corregir desde la palabra, el arte, como lo hace la joven autora. “EL CAZADOR” es una sensación helada que atraviesa el agujero de nuestra memoria, la nostalgia de recordar el cuerpo y el espíritu de un ser que se vuelve misterio en nuestros recuerdos. Pero, ¿para qué recordar? Tal vez para evitar el presente, o quizá pellizcarnos algún extremo del cuerpo y sentir dolor para despertar en cada nuevo sueño, un sueño del Eros, ese ideal al que muchos

pretenden llegar y otros huir.


Es como mirar profundamente el cielo y encontrar vacías nuestras manos, sin arena sin materia, sin gravedad, angustia. Recordando a Lacan, “La angustia es un afecto sin objeto”. “EL CAZADOR” es un cuestionamiento a la existencia dicotómica de dos personas ajenas al mundo externo, material. Somos unos en una esquina de un cuarto y somos otros después de haber estado en aquella esquina. Cecibel nos dice que somos esencia y no debemos ignorar el compromiso de poseer sabiduría a pesar de lastimarnos el espíritu con una palabra, o una duda.

Sí, volvemos siempre cabizbajos a escarbar el último peldaño de claridad en pleno ocaso. Cecibel recuerda la claridad y la oscuridad en plena añoranza lo mismo que Lacan; pasar de una hora a otra es decir: de la hora crepuscular a la hora nocturna, o pasar del momento crepuscular del alba a la matutina, es como pasar de un estado consciente a un inconsciente o viceversa, esto parece sucederle a “EL CAZADOR”, saltar de un estanque a un charco, atravesar la espalda de un sueño que puede convertirse en un demonio carnal. A momentos el personaje joven se muestra anciano y el anciano infame, escurridizo, vulnerable...

Cito: “Llegué por encima de un muro hacia el retorno de mi alma, más allá del horizonte donde comienzan a desaparecer los sacrificios, como en un ensueño, y no te encontré respirando junto a la quietud del polvo”. Interesante y curiosa prosa poética de Cecibel Ayala que nos conduce a un mundo de sensaciones, imagi al conflicto de ella, sumida a un sentimiento gótico, pero aún así lo acepta, lo acepta porque sabe que sus palabras y sus anhelos se ven castrados por la taciturna distancia, físicamente hay kilómetros entre los dos, pero la memoria, el recuerdo hace que todo lo vivido se vuelva a vivir a reconstruir.


Imaginémonos estar dentro de un cuarto o dentro de nosotros mismos sin poder salir al exterior y empezar a recoger cada retazo de nuestro andar; imaginémonos hablar con el reflejo del agua y ver que sólo el viento levanta una pequeña ola, imaginémonos estar durmiéndonos bajo un pino y escuchar innumerables voces que “no dicen nada” pero que expresan demasiado la nostalgia.

Si la obra de un joven poeta se escribe en un contexto ambiguo, por qué esperar decenios para hablar de una obra, la obra de una joven poeta está escrita y refleja algo de lo complejo de la sociedad actual. Pongámonos a pensar cómo en una sola persona se pueden reflejar tantos hechos globales, tal que en el macrocosmos el microcosmos. Así, Cecibel Ayala nos entrega un nuevo camino poético: el suyo, por ahora hablamos de su primera obra y estaremos pendientes de sus próximas entregas.

*Freddy Ayala Plazarte, Latacunga 1983.

Poeta y comunicador social, integra los Talleres de Literatura de la CCE, coordinados por Diego Velasco.
Es miembro fundador del colectivo k-bzuhela de Quito. Ha publicado dos cuadernos de poesía: Zaratana y Kamastro de Matuta. Prepara un libro compilatorio de su obra poética. Realiza también una antología sobre la Novísima Poesía Ecuatoriana, como producto final de su trabajo de taller para la colección Taller de la CCE, en coedición con k-Oz y la k-bezuhela.


1 commentaire:

CANIZALES a dit…

Saludos desde Colombia!

Le invito a ver esta convocatoria:
http://antologia2009.blogspot.com/2009/04/convocatoria-internacional-de-poesia.html

Convacatoria para poetas ecuatorianos.

Gracias.

X-PERSONA
http://equispersona.blogspot.com/