mercredi 26 août 2009

NUEVAS NARRADORAS ECUATORIANAS 5

SUSANA VEGA
Ambato 1972

Licenciada en Lengua y literatura.
Integrante de los Talleres de La Casa
de la Cultura Ecuatoriana,
desde 2006.
Es profesora de español
para extranjeros en Quito.
Prepara ahora su primer libro de cuentos.


PIES DESCALZOS

(Fragmento)


…Así pasaba, mi infancia, entre las estrechas calles, de un pueblo pintoresco andino,
el gallo cantaba puntualmente, al amanecer y a la tardecita ya buscaba su puesto
junto con las gallinas, para ir a dormir.

Las campanas de la iglesia, llamaba a misa a las 6 de la mañana y a las 12 del día, cuando todo el pueblo rezaba El Ángelus. ¡Ahí venía cada personaje ¡ recuerdo que casi todos tenían apodos. Ahí estaban El muelón que vendía melcochas con una amplia sonrisa; El pate queso, notario del pueblo, con un pequeño problema en la pierna derecha al caminar; El Funesto, el hombre de la funeraria que hacía honor a su trabajo con su poco animada presencia y del que siempre quise ver su lengua, pues los malos chismes murmuraban que era negra, al igual que su paladar...

Una tarde de esas, escuché a mi madre llamarme insistente y nerviosamente. Ven,-me dijo-, sube, era en la casa de Don Angelino, el buen hombre que siempre nos acompañó...

Cuando subí lo vi tendido en su vieja cama al final del cuarto, en la cabecera le tomaba la mano su esposa Rosa, y su madre al pie, perpleja lo miraba irse de a poco; ya no hablaban solo lo contemplaban, sus ojos agonizantes estaban enfocados en mí y, en mi madre, podía ver una mirada de angustia que unía a los dos; por último mamá me tomó de la mano y me puso junto a la de él; mi sangre se detuvo por un momento, ella no me dijo nada, ni él tampoco pero yo sentí una afiliación indescriptible cuando él tomó mi mano; miró a mi madre a los ojos y no se atrevió a mirar los míos, entonces entendí...

***

Al fondo la vieja y pequeña ventana, dejaba ver un cielo negro a punto de romper, los eucaliptos, se azotaban con el viento, y la neblina venía cubriéndolo todo. Me paré a un lado de él a mirarlo, me acomodé y decidida, esperé su muerte que se anunciaba, con fuerza, parecía que los cristales no iban a resistir, la tarde se tornaba, triste, los truenos al caer sacudían la vieja habitación, la muerte entraba por la ventana.

Mi vieja gata, estaba, al pie de la cama también sus grandes ojos sabían lo que estaba pasando, no dormía; ella también la esperaba…, un suspiro profundo y un pequeño gemido fueron lo único que escuché, luego exhaló; lo vi marcharse junto con la lluvia y ahora pienso que con él,
algo de mi exhaló también.

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