samedi 15 janvier 2011

SERIE UNA GENERACIÓN ABDUCIDA 8



“HAY INVENCIONES QUE TIENDEN TRAMPAS”

Recordando al poeta Jorge Javier Dávila
(Quito junio 1975-noviembre2002)


Por Diego Velasco Andrade


I. INICIO

”Olvidamos que la palabra escrita
está cargada de sugestivas formas,
no las vemos
inmediatamente pensamos en lo que significan
y pasamos por alto sus puntos, curvas, alargamientos
el negro sendero que aparece sobre el papel
se desecha sin mas” …


Con este anónimo epígrafe inicia su “libro de poemas” Jorge Javier Dávila, tal como lo dejó listo en su versión inicial que, -por azar o gracia de su compañera Karina-, de sus amigos o de los espíritus desencarnados que ayudan a recordar a locos y artistas, llegó a nuestras manos.

Y más que como a un libro de poemas, es como a una obra cifrada de signos e imágenes en movimiento como deberíamos leerlo: “de atrás para adelante”, empezando de nuevo a sentir lo que es realmente LEER como Jorge Javier Dávila quisiera; quizás a leer como empezando de nuevo a gatear, o a decir dá dá dá, tal cual perseguían los enfants dadaistes…

Digo, empezando otra vez a comprender lo que es escuchar, lo que es mirar, lo que es imaginar lo real de otro modo; desde múltiples perspectivas, reconociendo las diversas aristas de la creación poética, tal como si miramos a través de una lente caleidoscópica…



II. CONFLICTO


…”soy un juez
porque me perdí
en mí,
de mí

….porque me repugno

enceguezco
ante el mercante
trueco
vuelvo a ser
yo en mí
por cuanto
lo que llevamos a cuestas
lancémoslo al aire”…


Quizás, “los académicos de la real epidemia de la luenga”, no atinen a comprender aquello que en realidad quiso decirnos el autor en su DROGÓDROMO, pues este libro lo debemos explorar sabiéndolo que está minado de interrogantes, curvas, erizos, manchas, alargamientos, negrillas, colores, de vías fugaces que él mismo quiso que no condujeran a ninguna parte…; que fueran el sendero que cada quien quisiera recorrer, guiados por la brújula de un lector explorador…

Y esto porque primero habría que entender a Jorge Javier Dávila como a un hombre intenso, en duda permanente, en incertidumbres constantes; y valorarlo más que como a un poeta post-morten, como a un “hombre humano”, habitante “del siglo de defunción de la rosa” como nos dijera en un verso ya legendario, el gran poeta Jorge Carrera Andrade...

Sentirlo como a un espíritu libre que quiso estar siempre presente entre nosotros, jugándonos sus bromas leves, sutiles, evanescentes. Y, finalmente, como a un artista, como a un artista patafísico por supuesto, como un miembro de honor de la Real Logia Patafísica Equinoccial, que por fortuna nunca tuvo directorio y no existió en ninguna parte, pero cuya intranscendente misión, él supo captar perfectamente: no separando vida de poesía, poesía de pintura, pintura de palabra, palabra de azar, azar de arte, arte de risa, y luego de un largo y jocoso…

JA, JA, JA, que le permitiera reírse del mundo y de sí mismo como él siempre quiso:

“río, ¿Porqué extiendo
el segundo a la hora
y el sentido a la obra?

río porque extiendo
el segundo a la hora
y el sentido a la obra”.


A lo que nosotros siguiendo su juego diríamos:

ríes, porque extiendes
el segundo a la hora
y el sin sentido a la obra

ríes, porque extendiste
el sexto sentido a “la obra”
y el segundo a la hora..

Y
Caes Jorge Javier

Sí.

Caes,
Caes porque caíste como el antipoeta y mago Vicente Huidobro, en el vacío de ti mismo, como un Altazor herido, como un paracaidista tierno y solo en la altanoche del fin de milenio ecuatorial, en el cuándo y dónde te tocó vivir…

¿ te tocó vivir ?...

“Obedécete, transportes estables conducen vidas adecuadas en tus manos, potencia la rectitud observada, nuestras metas nos unen, desead ante todo; verticalidad, disfruta establemente al conducir tu existencia, objetivamente inflúyete, entiende y descansa, entiende y descansa.

objetivamente inflúyete, entiende y descansa, entiende y descansa”...


…. entiende y descansa, entiende y descansa, entiende y descansa, descansa...




Sí, descansa, lejos de ese largo eco que te persiguió siempre, que ascendía por tus venas como una llamarada, como un negro fulgor en tu sangre; el eco de la muerte con su premonitoria y perentoria orden siempre llamándote, siempre alertándonos que en algún momento “te ibas a ir”…

Sí, porque negar el orden del poder o el poder del orden, de la santa familia o de la familia santa, o del honesto Estado y de la soledad privada; privada ya hace mucho tiempo de sus ordenes y cómo no, también privar de su ORDEN quizás a aquellos vates solemnes que angustiosamente persiguen el CANON y a los neo canónicos incautos que lo ejercen creyéndolo tal; aquello fue quizás –y sin jamás proponértelo-, la clave o llave de tu puerta y/o de tu obra y seguro que continuará siéndolo, en ésta y en cualquier dimensión de la lejana galaxia donde hoy te encuentres.



Porque tu ARTE constituyó la búsqueda ordenada del desastre, del caos del nada buscar…; esa misma búsqueda a la que Aristóteles se refería cuando citabas en tu tesis de “licenciado en artes”: “no admiro a quien sentencia sino a quien duda”; mas, aquel quien degusta el agrio beneficio de la duda y el desorden, regularmente sufre de la enfermedad del adverbio solo: SOLO de solamente y SOLO también del instrumento llamado SOLEDAD…

(Pablo Palacio alguna vez lo hizo y fue condenado a permanecer cuarenta años recluido en una campana de cristal, a salvo de sus musas, acreedores, críticos y de su actual y nutrido club de fans…)

Tarea difícil entonces, la de comprender la misión que nunca se propuso emprender Jorge Javier Dávila como poeta patafísico, como ser humano y como artista; mucho más si habitó en el gris territorio de quienes nunca supieron apreciar entre líneas su verdadera existencia; aquellos que olvidaron reconstruir los signos que él quiso mostrarnos; aquellos carvajalinos y amarillos poetas de comarca, que tuvieron vergüenza de revisar y editar, y quizás de publicar estos tus ácratas poemas y rezar tus dá dá dá cotidianos, como oraciones de fuego o quizás como mantras de intemporal purificación…

Pues el sin objeto de este objeto para poético, de este yó yó balbuceante, de este juguete de-constructor del lenguaje, de este DROGODROMO que quisiste legarnos Jorge Javier Dávila, bien podríamos conceptualizarlo acudiendo a tus propias palabras:

… “construir una

escultura
extrema en lo dadá”…
Por suerte, él mismo anticipó en su libro, lo que “los críticos de la Real Epidemia de la Luenga”…, le contestarían:

(O.P)-interesante y ambiciosa su propuesta...
(A.S)-barroca, hermética, no se agota en el purismo
(C.S)-supongo que los vidrios desmontables...están a la venta?
(A.U)-su drama del menoscabo me parece ciertamente exagerado
(R.D)-sutil transformación del desamparo existencial en arte
(O.O)-su entrevisión onírica de un paisaje urbano marginal
es increíblemente real…





III. DESENLACE


“ Monde du metal violent ”
Mundo de metal violento
Metal de violentos mundos fue el tuyo, Jorge:

El mismísimo mundo nuestro que no atinamos a traducir en imágenes, ni en sonidos, ni en onomatopeyas, cacofonías, cacareos, carajasos, caos, colores y sabores, en aquellas imágenes fulgurantes y tristes que solo tú nos supiste pintar…


Octubre 1995: recuerdo a Jorge Javier danzando y arrancando ayes a su guitar fender, en una maratón de poesía que aspiraba a romper el record GUINNES para poetas rompemarcas de lectura poética demoliendo los papelitos de aquellos poetitas citadinos de los que abundan en la localidad; y, fue aquella la primera vez que Jorge irrumpió en las sagradas aulas del Ateneo Quiteño, con un conjunto de sonidos electrónicos “sin ton ni son” aparente; porque para algunos su estética fue siempre ruidosa, una suerte de de-construcción permanente de la realidad, (o de aquello que creemos que es L-A - R E A L- I D A- D (a), realidad silenciosamente ruidosa y leve, levemente ruidosa como fue su existencia; levemente sonora pero profunda.

Y, en el caos del mago de oz
En el SOS del sos
de tu voz

y de vos
Jorge Javier Dávila yacen resonando tus palabras:

“diviso en el sosiego
sobre hierro bruñido
la “Fábrica de globos”
tengo ahí una muñeca de neón…
(yo que)

…prometí no llevarme la cometa de nadie”.


“ inquiero réplicas
más que un ciclo
la nada
perceptible
de forma
que aún no he caído

ni existo ahí
veo pasar
grito

camino muerto
me veo en cada todos
quiénes
cuántos

no necesito arrodillarme
si nos estamos arrastrando

soy un juez
porque me perdí
en mí,
de mí

…porque me repugno

enceguezco
ante el mercante
trueco
vuelvo a ser
yo en mi
por cuanto

lo que llevamos a cuestas
lancémoslo al aire

(y solo entonces)

…”que cada quien despeje su neblina”.




Todas las ilustraciones: Autoretratos Jorge Javier Dávila

*Textos: Diego Velasco Andrade
Noviembre, 2003/enero 2011

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