HUGO MAYO (Manta, 1897-Guayaquil, 1988)
o la permanente reconstrucción de la imagen poética
Por Fredy Ayala Plazarte
“Esta nueva poesía echa al traste todo lo arcaico. La poesía
vanguardista nos hace pisar en tierra firme, tierra firme”
Hugo Mayo
Este manabita cambiaría el sentido poético de nuestra literatura en la primera mitad del siglo XX, mientras que para 1920-30 los poetas modernistas de la generación decapitada (Medardo Ángel Silva, Humberto Fierro, Arturo Borja, Ernesto Noboa y Caamaño) se extinguían por muertes prematuras, el poeta desechaba la posibilidad de desvelar más obra en base al universo romántico-melancólico en el que venían manifestándose nuestra poética desde fin de siglo XIX, tan apegada a un canon simbolista por la expresividad y persistencia del ideal Belleza
De Hugo Mayo, “sus primeros poemas se publicaron en revistas modernistas como Renacimiento editada en 1916 en Guayaquil y de la que Medardo Ángel Silva era su secretario”[1]. A quien, por su muerte temprana, dedicó el siguiente poema:
El poeta modernista ecuatoriano Medardo Angel Silva
Oración por la muerte
de Medardo Ángel Silva
Ahora
el romboide de tu vida
en el lago de la muerte
Las paralelas de tu camino
fueron curvas cerradas
Tu único ángulo
se ahogó en el triángulo
de amor
Ya tu palabra rimada
en un cuaderno de poesía
Dormías circunferencia
azabache
en el poliedro del absurdo
Y tu pirámide
cayó en 21 pedazos
en 21 después para siempre[2].
En este mismo decenio (1920-1930) destacamos poetas que con su nueva visión poética y el desarrollo de la vanguardia europea, ante un romanticismo en decadencia irrumpen desde el país hacia afuera como: Jorge Carrera Andrade (1903-1978), quien con los microgramas y su visión de un hombre planetario alcanzó reconocimientos y su poesía considerada andina y universal a la vez; así como aquella de Alfredo Gangotena (1904-1944), cuya mayor parte de su obra fue escrita en francés y fue poco conocida en el país hasta hace pocos años, a ellos agregaremos los nombres de Gonzalo Escudero, Augusto Sacoto Arias y de los riobambeños Miguel Ángel León, Miguel Ángel Zambrano; claro está que cada quien exploró su propio horizonte, pero en cada uno se encuentra una temática diferente, mas no lineal por las variantes y cambios en las imágenes de sus obras. Por ello no se puede hablar de una vanguardia total de toda una obra en los mencionados, sin embargo el más persistente y fiel a su propuesta original fue Hugo Mayo.
El poeta vanguardista ecuatoriano Gonzalo Escudero
No olvidemos también que en Ecuador para este mismo tiempo (1920-1930) sobresalía el realismo social, en la narrativa y novelística, que mostraba la sumisión del campesino, del cholo, el trabajo del explotado por oposición al estereotipo del explotador, así citamos a Jorge Icaza, Enrique Gil Gilbert, Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara, lo cual, alimentó la posibilidad de tener una narrativa vinculada al campo social y marginal del ciudadano. Pero el lúcido narrador Pablo Palacio, con sus grandes relatos: “Vida del ahorcado”(novela subjetiva) o “Un hombre muerto a puntapiés”, por citar unos cuantos sería quien también daría un nuevo giro a la narrativa ecuatoriana, enfatizando lo que sucedía en las calles de la ciudad, caracterizando a sus personajes desde una óptica psicológica.
A esto argumentamos: “La poesía dadá, vanguardista en general, empezó a publicarse en Guayaquil en una época de crisis económica y social. La crisis del cacao, donde aún el 15 de Noviembre de 1922 gravitaba en la conciencia colectiva de la sociedad”[3].
En este contexto se escribe la obra de Hugo Mayo, él mismo lo había dicho que no fue su objetivo plantear o definir un concepto vanguardista, mas bien lo que hizo fue adherirse a los planteamientos dadaístas y anarquistas; ya sabemos que el dadaísmo alcanzó importancia en 1915-1920, luego se diluyó y muchos de sus miembros se unieron al movimiento surrealista.
Max Ernst, L'eléphant célèbes (1921), Tate Gallery, Londres
Hugo Mayo tomó el inconformismo de dadá; mediante el humor, juntó el azar objetivo, la libre asociación, el automatismo psíquico, la liberación del inconsciente, el mundo onírico, metafórico, el sintagma insólito, donde el lenguaje hablaba por sí mismo; su intención: desmitologizar el discurso retórico que proponía el romanticismo, es decir la temática de la muerte, del amor, lo social, o de lo cotidiano ya no debía ser idealizado, debía ser reescrito, reestructurado pero ya no desde lo heroico, sino únicamente desde un campo experimental, industrial, con términos mecaniscistas que nos darían la idea de estar en un taller
o laboratorio de instrumentos metálicos.
Asimilemos que su mayor estímulo era la anarquía, es decir, desordenar el orden establecido de las cosas mediante las palabras y proponer desde un significado irracional una imagen objetiva, que a primera vista sería desentendida, así el significante, el primer entendimiento del lector asimilaría una nueva forma de hacer poesía.
Él mismo Mayo asevera en una de sus entrevistas que, en Guayaquil, él salía a caminar y anotaba en su libreta luego iba a escribir. La poesía de Hugo Mayo lanza piedras como en una manifestación, tan solo consecuente con el poder de la palabra, Mayo establece y promueve con su poesía en el Ecuador, a las principales vanguardias de aquel entonces: dadaísmo, surrealismo, creacionismo, ultraísmo.
Atento a las censuras, como lo apunta el guayaquileño Alejandro Guerra Cáceres, censura sobredimensionando el verso libre: “Su poesía, por el uso de “guarismos y neologismos”, y por la ausencia de estrofas y puntuación, lo que fue censurado por los mismos redactores del diario El Universal”.[4]
El anarquista Bakunin inspirador del dadaismo
Ya para 1923 se establece un vaso comunicante de autores vanguardistas en los que aparecen una serie de nombres que, posiblemente aparecieron en revistas y compilaciones de una manera fugaz y que no persistieron como el mismo Hugo Mayo, a continuación citamos;
En la sección Página Dadaísta se publicó las poesías vanguardistas “Noches de Luna” de J. A. Gómez Gonzáles, “Óptica Húmeda” de Jorge Marzo (Falconí Villagómez) y “Hacia los Horizontes no Comprendidos de las Ignaras Muchedumbres”, firmada por un Dadaísta Aficionado. En la sección Literatura Dadaísta, en la edición de julio, se publicó los poemas ultraístas “Noche Estrellada” de Horacio Velásquez, “Miraje Estético de Septiembre”, y “Ave Lux” de José Julio (Falconí Villagómez). En la edición de agosto y septiembre Rodrigo Enero (Falconí Villagómez) publicó sus poesías “Ilusión Fonológica”23 y “Madrugada”[5].
Tal fue el escándalo y el rechazo por parte de muchos críticos opuestos a la revelación del dadaísmo, sentando sus bases en Ecuador, que escribieron artículos como el que mostramos a continuación, y lo citamos porque a pesar de todo esto Hugo Mayo tomó energía y coraje para continuar con su trayectoria mecánica de reescribir la poesía de su tiempo. Corresponde al diario El Comercio (edición del 14 de diciembre de 1922) y a la poesía dadaísta:
“El Comercio” se manifiesta sorprendido de que nuestra revista no suprima todavía la página dadaísta. Reproduce lo que dice al pie de la caricatura Dadá del Capitán del Puerto de Manta y termina con estos conceptos: “No seguimos copiando los disparates. Sospechamos que son una sátira, pues hasta se ofrece un premio por la mejor traducción.
De ser así no quedaría sino el Manicomio para los que así escriben…o quizá la policía por el crimen…literario”.
Guayaquil en los años 20 del siglo pasado
Agradecemos al colega el interés que se tiene por Iniciación. En cuanto que no somos Dadás está en lo justo, pero nos gusta mirar el mundo por todos lados para encontrar lectores en todas las esferas. Al que no le agrada la página dadaísta, pásela, llámese cuerdo y deje que algún loco se entretenga tranquilamente en romperse la cabeza[6].
Ya para 1921, Hugo Mayo, escribe el renombrado poema “ZAGUAN DE ALUMINO” –del cual hablaremos más adelante-. De acuerdo a las investigaciones y datos que ha recopilado la revista “Motocicleta” (nombre de la poesía de Juan de Parra Riego) aparece en 1924, pero nos atenemos al dato oficial del escritor Alejandro Guerra Cáceres: “El primer número salió el 10 de enero de 1927, con domicilio en la Avenida Rocafuerte No. 507”[7].
En 1927, Mayo enciende su motocicleta, de la cual no se bajaría hasta los últimos días de su vida, su misión era proyectar su poesía a la altura de lo que sucedía en las literaturas latinoamericanas. Revista en la cual también publicó poemas de su gran amiga la poeta Aurora Estrada Ayala.
Mayo encaminó la poesía ecuatoriana de su tiempo, a lo que exigía el industrialismo-capitalismo, si bien los escritores contemporáneos de Hugo Mayo centraron su óptica en las situaciones del campesino, es decir, en temas netamente sociales, referentes de una peyorativa “realidad” y se dedicaron a contrastar personajes y ambientes de ciudad y de campo.
Motocicleta fue una daga incrustada en las entrañas de aquel decenio (1929-30) porque irrumpió a la visión realista-social, y mostró la poesía vanguardista al camino de la liberación, la del inconsciente. Se sabe que un ejemplar de Motocicleta fue encontrado en una biblioteca de New York. Hugo Mayo decía que hacía un tremendo esfuerzo por publicarla y difundirla, por ende no le quedaban ejemplares.
Las colaboraciones para Motocicleta de importantes personalidades de la literatura no tardaron en llegar, tanto América como Europa: César Vallejo, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Eluard, Tzara, Aragón, Jean Cocteau, en Ecuador, Gangotena, Miguel Ángel León. Hugo Mayo internacionalizó el espíritu solitario de su poesía, y de esta manera fue incluido en antologías como la de Jorge Luis Borges y Alberto Hidalgo: “Índice de la poesía latinoamericana”, 1926. “Historia de las Literaturas de Vanguardia” del teórico ultraísta, Guillermo de la Torre.
Poema vanguardista de Guillermo La Torre
“El estudioso Rodrigo Pesantes Rodas, en su libro Del vanguardismo hasta el 50, refiere que Miguel Augusto Egas Miranda desde 1933 desempeñó cargos burocráticos de menor importancia. Además, fue viudo por partida doble. Hasta que el 5 de abril de 1988, a sus 93 años, solo y abandonado, lo sorprendió la muerte en el hospital del IESS. En la capilla ardiente en honor al poeta, Pesantes Rodas expresó: “Miguel Augusto Egas Miranda ha muerto, no así Hugo Mayo”[8].
Entre sus publicaciones tenemos:
Poemas de Hugo Mayo (1976)
El Zaguán de Aluminio (1982)
Chamarasca (1984)
Las plaquetas:
El regreso (1973), cuadernos de poesía, Casa de la Cultura “Núcleo el Guayas”.
El puño en alto (1992)[9]
Su obra casi completa fue publicada hace apenas tres años:
-HUGO MAYO, Colección Memoria de Vida, Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, año 2005.
[1] MAYO, Hugo. Colección “Memoria de Vida”, Prólogo, Raúl Serrano Sánchez, Editorial Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, año 2005. pgs, 10.
[2] Revista CYBERALFARO N. 9. Universidad Laica Eloy Alfaro, ciudad de Manabí. Ensayo Literario. Vigencia de la poesía de Hugo Mayo de Alejandro Guerra Cáceres, Editorial Mar Abierto, Publicación virtual.
[3] Op. Cit.
[4] Op. Cit.
[5] Op. Cit.
[6] Op. Cit.
[7] Op. Cit.
[8] Jorge Martillo Monserrate para diario EL UNIVERSO, Mayo 18, 2008.
[9] CALDERON CHICO, CARLOS. “Literatura, Autores y algo más”, Guayaquil-Ecuador, pgs. 158.
3 commentaires:
YO SOY UN POCO IGNORANTONA EN ESO DE LA LITERATURA.
YO RECORDABA A UN PEPE MAYO , PERO ESO ERA COMO UN LIBRETÍN UNDERGROUND QUE SE VENDÍA EN GUAYAQUIL POR LO AÑOS 60.
NEVERMIND,
LOLA CIENFUEGOS
ni idea lola
tampoco miguel augusto egas
fue pancho jaime
que seguramente conociste
ni marcelo chiriboga
que seguro nunca debiste conocer
o peor aun margara sáenz
la gran poeta que nunca existió
solo que hugo mayo
fue manabita
y a mucha honra
el fue de mana-wi
saludines
Hola, se que estoy un poco tarde a esta publicación, pero por si acaso alguien conoce a algún familiar de Miguel Augusto Egas Miranda, ya que yo realicé mi Tesis realizando composiciones a partir de música y quería ponerme en contacto con algún familiar cercano.
Gracias.
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