mardi 5 juillet 2011

NUEVA NARRATIVA ECUATORIANA


IDEAS EN ESPIRAL PARA OBSERVAR
EL LIBRE FLUIR DE “SILUETAS EN EL AGUA”

Cuentos de Chely Mejía Yépez


Por Diego Velasco Andrade

La literatura, en tanto intervención apasionada de un “lector in fabula”, tal como quisiera el semiólogo y patafísico Umberto Eco, nos permite optar por la libertad de trastrocar el mundo a través del disfrute de un texto literario y enfrentarnos así a la aventura de su interpretación significante y en especial, de manera participativa, gozosa e “imaginante”.

Así, una vez que ingresamos a “esa realidad imaginada”, no podemos evitar sentirnos atrapados por la maravilla de la palabra en sinuoso movimiento o de viajar de la mano del autor a caballo sobre la briosa aventura del lenguaje; de introducirnos con verosimilitud en sus historias ficticias y conversar con sus personajes reales, desplegándonos por escenarios casi intangibles, tan solo “creíbles” por efecto del punto de vista narrativo; en fin, no podemos evitar ser sensibles frente a todo aquello que nos propone el autor, compartiendo su sentimiento y memoria, quien nos estremece con su singular manera de mirar, crear y re-crear mundos.

Si la lectura participante constituye una suerte de “unión libre entre un texto y quien lo lee”, el acto de leer, nos permite conocer al “otro”, a ese “aquel” del quien el autor escribe ¿y por qué no? también conocer la tímida subjetividad del mismísimo escribiente, que raras veces deja de ser un niño, para mirar con asombro la época y los lugares donde vivió su infancia y alegóricamente recoger aquellos pasos a través de su escritura penitente. Así, para que exista una verdadera comunión entre lector y autor, debemos estar predispuestos a sentirla como propia y ejercer su lectura, “corazonando” en cada página con la voz narrativa, lo que muchas veces ha sido impreso con sangre, y “carne de su carne”…



Desde los años 80, cuando aparece una nueva generación de escritores, a partir de los Talleres coordinados por Miguel Donoso Pareja en Quito, Manta y Guayaquil, irrumpe también una nutrida generación de mujeres narradoras, con obras de gran calidad estética, -aún no suficientemente valoradas-, y que se caracterizan porque ya no abordan lo social de manera explícita como lo hacían los escritores de las generaciones anteriores, sino a través del recurso de lo sensorial cotidiano; historias en las cuales lo existencial, lo sexual, lo fantástico, lo mítico, lo amoroso, son motivos recurrentes, esta vez bajo una óptica alternativa a aquella “masculinista” de sus antecesores, haciendo tangible lo que Julia Kristeva llamaría a nivel lingüístico: la “ginotextualidad”, en otras palabras una “escritura con sensibilidad de género”.
Este es el caso de los cuentos de Cheli Mejía, quien por su inserción en el proceso seguido por los autores formados en los talleres y en el contacto interpersonal con ellos pertenece también a esta generación, y que en acuerdo con su contexto enfatiza a sus personajes en su interioridad, utiliza técnicas modernas como el collage o la yuxtaposición de tiempos y lugares, recurriendo por ejemplo al monólogo interior, a la ironía, al libre fluir de la conciencia, al lenguaje de guión cinematográfico; creando historias donde el tiempo es manejado con un sentido de relatividad y el punto de vista de la narración no pertenece únicamente a su autora, sino más bien a diversos personajes, que ella crea y recrea con pasión, con amor y nostalgia, en sensibles y cromáticas polifonías.

La narrativa de Siluetas en el Agua, acusa también la influencia de un realismo mágico, de la creación de “ficciones casi reales” tal como quisiera Borges y del uso de técnicas vanguardistas, -las del surrealismo en especial-, del fluir de la conciencia, de la escritura cinematográfica, de la inserción de lo fantástico en lo que creemos “lo real”, de lo mágico proveniente del mito y del cuento de sabiduría oriental como el koan, el cuento sufí o de la alegoría gnóstica de matriz cristiana (el magnífico cuento sobre María Magdalena es un buen ejemplo de ello), todo aquello sumado en la parte final de la obra, a una alusión irónica de las modas, prejuicios y valores de la clase media juvenil quiteña.

Más allá de las experiencias infantiles y juveniles de la autora sobre su tierra natal, los textos más libres de esta selección se leen y “se dejan leer” como decía Cortázar, para soñar y para reaprender a soñar con nuestras raíces primordiales y están ahí para reforzar y afianzar identidades subjetivas y colectivas; así, los cuentos de “corte andino” constituyen un bloque fundamental del libro, pero no pueden ser vistos de una manera “indigenista” ya en rezago, o como simples alusiones “folkloristas” de lo llamado “realista”, sino como un “curioso” ejercicio de sensibilidad imaginativa de nuestra literatura futura, que por lo pronto podríamos clasificar como pertenecientes a “lo mágico andino ecuatorial”…

Presentamos entonces, con estas breves palabras introductorias, a una narradora que pinta alegorías cromáticas o a la pintora que escribe bellas utopías, sueños y fábulas, que por ahora ha decidido compartir las historias que guardó con celo en el laboratorio de su fatigoso imaginar en los talleres literarios en los que transitó; haciendo de la literatura y de la pintura, dos vectores de su energía y pasión creadoras, permitiendo que fluyan libres, sutiles y nostálgicas como un cuarzo lanzado al lago, las historias poéticas húmedas y concéntricas de “Siluetas en el agua”.


Diego Velasco Andrade
Kitu, Tierras de la Mitad
Mayo de 2011



LANZAMIENTO
MIÉRCOLES 6 DE JULIO de 2011
SALA BENJAMÍN CARRIÓN CASA DE LA CULTURA ECUATORIANA
19 HORAS

Presentará el acto
por KOz editorial Alfredo Pérez Bermúdez

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