lundi 18 février 2008

SERIE NUEVA POESÍA ECUATORIANA




K- Oz Editorial
y
Palabra Imagen Ediciones**


PRESENTAN


BUSCANDO DUEÑO *
poemas de Valery Rosero


Por Diego Velasco Andrade



Si la realidad es todo lo que podemos imaginar, entonces la realidad se verifica en nuestros sueños, en "el arte de ensoñar". Es de esa otra realidad sin dueño, de aquella realidad desordenada en finas capas cotidianas como en las de una modesta cebolla en la mesa del pobre, de la cual Valery Rosero* nos habla y escribe; de aquella realidad no vista con los ojos, sí con el corazón, o como dice el autor con el CORAZÓN LLENO DE ESPERMA...

***

Noviembre 2007, un personaje con aires a lo Paul Valery, aquel refinado poeta francés del Cementerio Marino, llega una tarde al café Amazonas, reducto de jóvenes bohemios de la tercera edad “buscando un dueño”, para unas cuantas cuartillas de poemas escritos con el sudor de su mente, pero también buscando a un editor incauto. En su interior algo le atormenta, le convoca, lo interpela y, luego de los comentarios de varios expertos en poetología y otras estrellitas literarias de comarca, que le aconsejan dedicarse a tareas más edificantes y rentables, él se anuda sus poemas al cuello como una serpiente y nos plantea una empresa utópico-poética. Entonces empieza a desovillar un rollo de ideas acerca de un proyecto nuevo, o no tan nuevo, pero siempre recurrente: devolver la poesía de los salones y cancillerías, a las libretas amarillas y vagabundas de la infancia, con dibujos de niños, flores y perros con lentes, como bien hubiese querido el querido patafísico francés Jacques Prevert.

Llega con sus versos chuecos y apuesta por una literatura simple, transparente, "coloquial" en el mejor sentido del término; es decir no apta para coloquios entre eruditos, sino para coloquios entre ranas, palomas y cuervos; e irreverente también porque quisiera,-sin proponérselo-, aportar al desmoronamiento de la material, belicosa y gris lógica del mundo editorial local; aportar digo, al derrocamiento de su razón mercantil, de sus bellas y refinadas ediciones para retratar “las vulgares costumbres de los ecuatorianos” y a sus increíbles estadísticas de libros más vendidos y a toda aquella pelucona autopromoción; porque el Valerio, fiel alguna tradición callejera que pareciera haberse esfumado de nuestras “plazas del teatro”, se propone hacer despegar sus versos de poética simple, pedestre, comunicante.

Mas, ¿cómo ubicar sus versos en las últimas tendencias de la poesía ecuatoriana con aires de oficiosa y solemne, evasora premeditada de la poesía de crítica social? Digamos con boca de brujo, que parecería que Valery pretende recuperar la poesía del juglar o del arlequín callejero; la del poeta que puede sintonizar el mal que nos aqueja, la angustia que bulle de nuestras conciencias y se derrama en la Internet, en los celulares y en los cajeros automáticos; una poética por una sola vez aunque no densa, no artificiosa, no conceptual, si prosaica, si panfletaria y hasta surrealista y con olvidos ortográficos, dedicados a la Real Academia de la Luenga...

CUANDO DUELE LA LLUVIA,
SON DÍAS DE ALIMENTAR
LOS VERDES COLORES DE LA TIERRA

Es suya una poética de la realidad diversa alimenticia y cotidiana, que como las capas de la cebolla entremezclan el oscuro under ground de sus amores fracasados en el bar cafetín del Mao donde tantos años bebió cuba libre o danzó con la Fania All Stars, hasta llegar al mundo apasionado de la Real Empresa de Rastro, donde hoy cumplidamente trabaja.

RECORRO ESTAS CALLES Y TENGO GANAS
DE ABRAZAR A LOS LOCOS URBANOS,
PERO NO PUEDO TENGO MIEDO…

Digamos que su propuesta hace parte de la eterna lucha entre el "arte oficial" y el arte "ingenuo"; entre lo "postmoderno" y lo "tradicional"; entre lo "culto" y lo "popular"; entre lo "hegemónico" y lo "subalterno"; o más claro, de la puesta en escena del imaginario popular en el mundo de las elites, adoradoras del canónico flan…

Hace parte sin quererlo de la saga de los Félix Valencia, de los Héctor Cisneros, Bruno Pino, Manuel Miranda, Miguel Jara y tantos otros anónimos poetas caminantes "alias callejeros", que no buscaron sus motivos allende los mares, en lejanas y exóticas islas, sino más bien en los mismísimos islotes urbanos, en donde se pone en escena el propio fantasma, tan oculto para el artista pretendidamente "culto", con su poética de salsa rusa y caviar.


Y en cuanto a los temas que maneja, Valery parece de aquellas funámbulos que salen a recorrer los mercados y las plazas para "inspirarse" en musas de carne y hueso ; un caminante atento que sale a buscar agujas en los pajares de la memoria colectiva; a comprar frutas del tamaño de un dedo y luego plasmarlas en sus versos prosaicos, husmeando entre los matorrales urbanos con su mirada egipcia y su paraguas a cuadros, cantando despistado como un conejo asustado
bajo la lluvia.

Es el poeta que no olvida que el arte se halla en la realidad multiforme, caleidoscópica e híbrida de las cebollas diarias y guarda algo del sabor a Terra Nostra, del que nos hablan las coplas de nuestra poética popular; mas, cuando asume la Terra Nostra, no lo hace como ayer lo hicieron otros desde una perspectiva política, indigenista, o pretendidamente social; lo hace desde una necesidad básicamente subjetiva y personal, con la voz de un amoroso abandonado, de un sociólogo desencontrado, de un poeta en busca de su dueño...

EL POETA NO COLECCIONA NADA
ESTÁ LLENO CON LO QUE IMAGINA

Porque además Valery nos lleva a jugar en esas ruletas verbales que nos recuerdan su infancia en la plaza de San Francisco, en la calle Bolívar o a su vecindad con el Panóptico, en aquella casa en donde creció; a su niñez absorta en los juegos que se murieron junto con sus ruleteros y que hoy otros niños y jóvenes electrónicos ya no disfrutan más. Y él como buen sobreviviente de los ángeles cristianos de su niñez; gira la rueda de los verbos, avisando a cada lector potencial que en cada esquina del mundo nos acecha la Muerte, como única y objetiva verdad.

SOBRE EL TIGRIS YACEN 365 CORAZONES Y EL MÍO

Sus juegos de sintagmas irregulares y sus vocales titilantes se impregnan en la blusa de algún transeúnte amargo o en las gafas de algún gay paseante, o en las alforjas de algún mercado de pulgas lleno de clavos o monedas; en callejuelas de vírgenes y prostitutas, o vendedoras de flores, sortilegios o inciensos; es un verso heterogéneo y vital no encasillado, ni encasillable; es aquel de un poeta juglar que escribe en libretas y lee sus poemas en el trole; la confirmación del poeta como un transeúnte y sobretodo : un escupitajo en el ojo del poeta "carvajalindo", solemne, canónico y vulgarmente virginal,

EL POETA NO COLECCIONA NADA
ESTÁ LLENO CON LO QUE IMAGINA



Después de leer su libro estamos claros que él ha vivido como nosotros en la época de la paradoja, la época de las mayorías excluidas y expoliadas en exclusas que pujando por sobrevivir se embarcaron un día en un bote hacia la patria planeta de todos, al vaivén de las Corrientes del Niño y del Azar, en donde el mismo pudo con sus propios ojos comprobar que EN EL MAR YACEN CUERPOS BELLOS DE SIRENAS OLVIDADAS POR CICLOPES TERRESTRES.

Con sus versos patojos nos situamos en la poética de la diversidad o mejor dicho de la biodiversidad, en la humana y natural paradoja de un mundo de desarraigo social y subjetivo, en donde el poeta humanizado busca aferrarse a sus raíces con una nueva herramienta prosaica y terrenal; porque, de aquella poética escrita con la nariz respingona, a la escrita con el corazón pedestre, quién sino el poeta humano para ahuyentar a nuestros fantasmas, miedos y angustias personales nuestros inquietos Viracochas y Prometeos encadenados en estos tiempos, a nuevos fines de mundo o quizás chamuscados por el calentamiento global.

AYER HABLÉ CON DIOS Y SENTÍ PENA DE ÈL

En este mundo de nuevo siglo, ¿qué suerte le tocará a la literatura pobre, "'no light", hecha a mano y en placas de cartón, amarrada con cabuya o con espirales y con una niña gringa y amarilla asomando con su perrito de lentes tristes en la portada; qué opción pueden tener las propuestas de simplicidad voluntaria, frente a un mundo expresamente vano, arrogante y a full color?; por eso Valerio nos tiende un libro de poemas como un mensaje en la botella hacia el mar de nuestros propios sargazos; como un veterano ex revolucionario sin mejor revolución que una “ciudadana”, como un escritor ex migrante y cargador de frutas en España, como un erudito conferencista sobre faenas de pobres reses esperando despostar; en suma, como un poeta náufrago que a inicios de siglo se atreve a decir a voz en cuello, que anda buscando un dueño y un sueño de poética, voluntaria y natural, simplicidad.



* Valery Rosero, Quito 1961. Sociólogo, artesano y recolector de frutas en España, además de conferencista de reses al desposte y experto en desarrollo local. A través de sus viajes y experiencias como mochilero ha configurado una forma peculiar de existir y/o de escribir, producto de lo cual son sus libros ¡OH QUÉ SERÁ!, narrativa de migración, K-Oz Editorial, 2003 y el que ahora presenta en coedición con PALABRA IMAGEN Ediciones: BUSCANDO DUEÑO, 16 de febrero 2008.


** Tres nuevos libros en la misma colección se anuncian: Taller de Luz de Diego Velasco,

Sextigmas de Johann López Saltos y Camastro de Matuta de Freddy Ayala Plazarte.

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